Cada año, al acercarse las fechas de Navidad y Año Nuevo, vuelve a iniciarse una campaña de concientización acerca del uso de la pirotecnia. Los ruidos, los estruendos, las luces y los olores que a algunas personas les divierte, a otras les produce pánico. Y a nuestras mascotas, también.
Madres y padres de niñxs con autismo explican constantemente los efectos nocivos que provocan la agresividad de la pirotecnia sonora en personas con hipersensibilidad auditiva.
Por esto, la cámara de empresarios de pirotecnia se ha comprometido a frenar la fabricación de los productos más dañinos desde el aspecto sonoro: bombas de estruendo y petardos de suelo. Sin embargo, estos productos están aún en circulación y resta apelar a la empatía de las y los argentinos para con quienes más sufren.
En todo el país se realizan campañas de concientización respecto a esta temática, tal como “más luces, menos ruido”, de la que participan decenas de familias, incluyendo a algunas con hijxs con autismo, quienes en muchos casos deben medicarse días antes de las Fiestas para bajar los grados de ansiedad y no sufrir tanto los estruendos. En especial, personas con autismo de las provincias suelen pasar con su familia estas fechas en Mendoza, donde los fuegos artificiales están prohibidos.
En cada casa del país sucede este mismo escenario con las mascotas. Por eso, Noticias Urbanas consultó al médico veterinario Roberto Gerosa sobre cómo vivencian los animales los ruidos de los fuegos artificiales, cómo se sienten y cómo cuidarlos.
Qué sienten los animales
Según el entrevistado, que no sólo es especialista en animales, dada su profesión, sino que también aloja en su casa de la provincia de Córdoba a 15 perros rescatados de la calle, además de una llama, cabritos, una oveja y gallinas, los animales sienten los estruendos tanto o más que los seres humanos, ya que “ya sabemos que no son sólo un cuerpo”, sino que “son cuerpo y psiquis, igual que nosotros”.
Gerosa explicó que “a los animales se les quitó todo valor ético, para que el ser humano haga con ellos lo que se les antoja” y por eso surgió con mayor fuerza el concepto de “bioética”. “Bio” quiere decir “vida” y la “ética” es “la disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano” que debe ser “aplicada a la vida, es decir, a todo lo que tenga vida, incluyendo a los animales y las plantas”.
“Los animales tienen un cerebro parecido al nuestro en el área edípica, que es el área de las emociones. Al escuchar ruidos muy fuertes, por ejemplo, se genera en ellos una emoción fea pero necesaria que es el miedo y cuando eso pasa, ellos deciden lo que decidimos todos: huir, correr, dar pelea o entregarse”, introduce el médico veterinario sobre la percepción de los animales de los elementos o circunstancias que los estresan.
“Entonces –prosiguió el experto-, cuando a los animales se les estimula su cerebro con cosas que para ellos no son familiares, esto es peligroso, porque la pirotecnia produce luces extrañas, ruidos estridentes y a diferencia nuestra, los animales no pueden controlar el miedo. Cuando se sienten amenazados, se aterrorizan. Y acá es cuando se desencadena todo”.
Además de lo nocivo de la pirotecnia por la sobreestimulación de su cerebro, causando pánico y dolor, Gerosa subrayó que “hay que tener en cuenta que la pirotecnia es peligrosa de por sí”. “¿Cuántas personas llegan a los hospitales en fechas festivas por quemaduras con pirotecnia e incluso por quemaduras muy serias?”, cuestionó.
Consecuencias
No sólo el sufrimiento de nuestras mascotas y el resto de animales debe ser tenido en cuenta, sino que también las consecuencias en su salud e integridad.
Tal como explicó Gerosa, “muchos animales, al sentirse en pánico, corren e intentan huir del lugar donde están y en esa huida desesperada, se tiran de la terraza, se lanzan a la calle, y esto es un gran problema”, ya que de esta forma se exponen a perderse y a todos los riesgos de quedar en la calle, asustados. “Son ruidos ensordecedores para ellos, olores, luces, todo se exacerba para ellos, que tienen los sentidos mucho más desarrollados que los nuestros”, señaló, haciendo referencia también a “las aves y todo tipo de animales, no sólo en nuestras mascotas”.
Convulsiones, estrés, pánico, efectos en la salud. Las consecuencias son tan variadas como animales hay.
“Es necesario respetarlos tal y como son. Es necesario protegerlos”.
Cómo cuidarlos
Cada mascota es distinta, y cada familia conoce las particularidades de su mascota, el contexto donde se mueve y las circunstancias en las que lo encontrará las Fiestas. Sin embargo, Gerosa aportó algunos consejos generales para cuidarlos. “Hay que dejar al animal adentro de la casa y, en lo posible, que no tenga posibilidad de salir, ni a un jardín, ni a un balcón. Que estén amparados y se pueden quedar abajo de un mueble o donde se sientan resguardados. Dejarles comodidades abajo de la cama, un armario o lugares donde el animal pueda estar y sentirse a salvo”.
Además, también existe el suministro de calmantes, “pero esto debe ser dado exclusivamente por un veterinario, según las características de cada mascota, como el carácter, la edad y el tamaño”.
“En el caso de que su familia se quede en casa con él, mucho mejor. Siempre tener cuidado si se está en una terraza o en lugares donde el animal pueda lastimarse si se asusta”, concluyó Gerosa.
En cuanto a la ausencia de la familia en vacaciones, el veterinario consultado recomendó también dejarlos dentro de la casa, sin posibilidad a exponerse a la calle. En especial con los gatos, que “son muy hábiles”, ya que “pueden subirse a árboles y paredes” pero “no son tan buenos cruzando rutas y calles”. En esos casos, es preferible que queden resguardados. Y, en lo posible, mantener a alguien que pueda asistir a la casa a asistirlo.
Niñxs con autismo
Convulsiones, ataques de pánico, miedo, desestabilización total, autolesiones y pérdida de la noción del tiempo son sólo algunos de los efectos de los ruidos y luces de la pirotecnia en niñxs autistas.
Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 160 niños, niñas y adolescentes transitan el trastorno del espectro autista (TEA).
Tal como indicó Andrea Abadi (MN 76165), directora del Área de Neurodesarrollo y Condición del Espectro Autista del Centro Cites Ineco, “el ruido de un petardo o cualquier pirotecnia es un sonido sumamente intenso y ellos lo perciben de manera muy vívida”.
“Sienten como si estuvieran en el medio de un bombardeo en una guerra, como si cayeran bombas al lado de ellos. Y esto genera muchísimo estrés, muchísima liberación de los neurotransmisores propios del estrés y genera un gran nivel de alteración conductual y emocional”, explicó.
Lo que puede hacerse en estos casos es “ponerles auriculares, no de los comunes, sino de los que insonorizan el contexto. Buscar algún espacio de la casa donde no haya ventanas y donde la transmisión del sonido se anule en lo posible”.
Sin embargo, la educación y la empatía para con las personas y animales que sufren y se vulneran a causa de una acción prescindible es primordial.
En estas Fiestas, que el sonido del respeto sea más ensordecedor que los festejos de quienes levantan la copa de su egoísmo.