Alberto, con el frente interno y externo al rojo vivo

Alberto, con el frente interno y externo al rojo vivo

Opinión.


Alberto Fernández encaró su importante viaje a Moscú y Beijing meditando sobre el abanico de posibilidades que se abre a futuro en la coalición del Frente de Todos a partir de la crisis desatada por la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque oficialista en Diputados. Y también acerca de su futuro personal.

Si algo hay que reconocerle a Máximo es que si quería hacer daño el momento de su carta fue más que oportuno. No solo provoca dudas e incertidumbre en los Estados Unidos -en donde el peronismo en todas sus variantes sigue siendo un espacio político indescifrable e inentendible-, sino que los dos países  que va a visitar el presidente son terrenos conocidos para la vicepresidenta de la Nación, con dos líderes globales como Vladimir Putin y Xi Jinping con los que ha desarrollado una relación especial cuando presidía la Argentina. Es más, a la hora de poner embajadores, el propio Alberto le concedió a Cristina la potestad de los nombramientos de los mismos, y así llegaron Eduardo Zuain como Sabino Vaca Narvaja.

Desde la Casa Rosada se muestran relativamente conformes con la realidad de lo acontecido hasta acá. Saben que el entendimiento con el FMI no es inmaculado, pero están convencidos que es el mejor posible luego de tantas idas y venidas. El problema principal es como encorseta la emisión y la parte aceptable es que no hace hincapié en las reformas clásicas que imponen sus acuerdos. En el viaje y en la reunión que se produjo en Rusia -mientras esto se escribe- se charló acerca del futuro rol de la Argentina en la región con respecto las inversiones productivas necesarias y a la transferencia de tecnología. Se habló obviamente del tema vacunas y la importancia que tuvo para los dos países. Se avanzará también en el alineamiento de posturas en los organismos multilaterales políticos y de crédito. El discurso posterior en el Kremlin del Presidente argentino seguramente no habrá caído muy bien en Washington, respecto de cortar con la “dependencia económica” del país del norte y del FMI.

Ahora viene la escala en Beijing, en donde más allá de la cuarta central atómica confirmada (Atucha III en Lima, Provincia de Buenos Aires) están en danza un nuevo swap que podría ser de unos 3.000 millones de dólares, la adhesión argentina a la Ruta de la Seda, y las represas hidroeléctricas del Santa Cruz, entre otros temas.

En el plano interno el panorama para el Frente de Todos no se presenta fácil ya que además de todas las especulaciones que se pueden hacer a futuro sobre la unidad de la coalición, en la Rosada están atentos al silencio de Cristina y el peligro que ello implica. Será difícil para la vicepresidenta – a pesar que hasta ahora lo hizo- mantener en el tiempo el apoyo al Presidente en este tema, ya que su postura política es claramente más afín con la de su hijo que con la de Alberto.

Mientras tanto Sergio Massa tuvo que exponerse más de lo que le gusta para que la sangre no llegara al río desde el principio. Es más, su trabajo seguirá siendo titánico a la hora de mantener el bloque en una paz razonable, que les sirva a todas las partes, sumado a la relación que debe tener con todo el resto de las bancadas que también tienen lo suyo y no están en una posición muy distinta al oficialismo, como Juntos por el Cambio que rebalsa de internas de todos los colores.

Esta situación, para bien o para mal, debería tener una definición concreta este año ya que el 2023 se viene encima rápidamente. Y no es lo mismo que lleguen unidos que separados, con el entendimiento firmado que no firmado, con un crecimiento que continúe al ritmo que sea que estancados y en problemas y con una serenidad social que permita abordar los procesos sin complejidades adicionales.

Alberto se plantó –junto a Massa- en una decisión que tendrán que defender juntos con respecto al FMI, también con dos visitas a los líderes mundiales que desafían a Joe Biden y su poder de fuego mundial, en reivindicarse públicamente como el padre de esas decisiones y responsable máximo de las mismas, y esperando el devenir inmediato de la siempre agitada realidad argentina, que lo mostrará en algún momento de este año como un candidato a la reelección (en unas PASO extrañas ya que quizás lo incluya) o pasar a la historia como el Presidente de transición que gobernó la tercer potencia de Latinoamérica durante la pandemia global más grande de la historia.

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