El martes el presidente Alberto Fernández estará de regreso en Argentina, luego de concretar una gira por Rusia, China y Barbados. El miércoles retomará la agenda en la Casa Rosada y pondrá el énfasis de la gestión en definir una estrategia para lograr el respaldo del acuerdo con el FMI en el Congreso.
La tarea ya era compleja en la antesala del acuerdo que se selló con el Fondo, pero se volvió aún más difícil después de que Máximo Kirchner renunció a la presidencia de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados, y aseguró que estaba en desacuerdo con la negociación que había llevado adelante el ministro de Economía, Martín Guzmán.
En ese contexto el Presidente se vio obligado a contar los votos para poder lograr que las dos cámaras del Congreso voten la ley de Sostenibilidad de la Deuda Pública, que en lo formal es el respaldo parlamentario al programa económico que el gobierno argentino acordó con el FMI en la renegociación de la deuda de 44 mil millones de dólares.
Alberto Fernández considera necesario que esa ley sea aprobada antes del 22 de marzo, día en que se vence una nueva cuota del pago que el Gobierno debe realizarle al FMI por la deuda contraída. Serán cerca de 2.870 millones de dólares que tendrá que desembolsar el Tesoro para cumplir con el desembolso programado.
El presidente tratará de avanzar, con Sergio Massa como nexo en el Congreso, con la estrategia para obtener los votos necesarios y lograr el respaldo parlamentario. La primera negociación es puertas adentro del Frente de Todos. Especialmente, con La Cámpora.
En Balcarce 50 tienen dudas sobre los votos de los 14 legisladores, más Máximo Kirchner, de la agrupación ultrakirchnerista La Cámpora en la Cámara baja, ni los de los legisladores cristinistas, como es el caso de Oscar Parrilli en el Senado. Es decir, hay un gran signo de interrogación sobre el accionar del kirchnerismo más duro y la agrupación que lidera el hijo de Cristina Kirchner.
Según pudo saber Infobae, las tratativas que se hacen desde la Casa Rosada están apuntadas a llegar a un consenso con La Cámpora para que no entorpezcan el respaldo al acuerdo. Desde la agrupación le dijeron a Infobae que no hay una estrategia totalmente definida y que podría existir una suerte de “libre albedrio” en el que cada uno de los legisladores decida si respaldar o no el acuerdo.
En búsqueda de ese objetivo, los ministros albertistas como Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis están abocados a bajar los niveles de tensión en la coalición después de la crisis desatada por Kirchner, y negociar un camino de acuerdo que termine dándole tranquilidad al Presidente.
Una segunda parte de la estrategia parlamentaria tiene que ver con conocer los movimientos que hará la oposición. Si los votos camporistas no están en el conteo final, tendrán que acudir a las manos de Juntos por el Cambio.
Frente a ese escenario, el problema dejaría de ser la votación en la Cámara baja y pasaría a ser la discusión en el Senado, donde Cristina Kirchner tiene su base de poder. Allí empieza otro capítulo de la historia. La Casa Rosada no solo tiene delegados en la Cámara alta que ya están negociando caminos para unificar los votos oficialistas, sino que trabaja el diálogo con los gobernadores.
Por eso, el Presidente sabe que será fundamental la presión de los mandatarios provinciales en el Senado. No solo los peronistas, sino también los radicales y los de partidos provinciales. Las trabas que el camporismo y el kirchnerismo duro puedan poner, desde la Casa de Gobierno piensan intentar saltearlas buscando acuerdos con los gobernadores. No será una tarea fácil.