El Gobierno nacional empezó a dar indicios claros de que espera un piso de al menos 40% en 2022. Y no descarta que el avance de precios sea varios puntos mayor. El primero en dar las señales de resignación fue el secretario de Comercio, Roberto Feletti, quien la semana pasada admitió que “se está perdiendo la batalla” contra los precios de los alimentos y reconoció que la inflación se ubicó en torno a 4% el mes pasado.
El funcionario volvió a hablar el lunes y profundizó sobre el pronóstico oficial al sostener: “La inflación todavía va a ser alta”, dijo y que será así hasta marzo, cuando se empezarían a registrar índices más bajos. “Si todo sale bien”, aclaró.
Otro de los funcionarios que también salió a dar pistas más concreta de cuál es la proyección oficial que todavía el Gobierno no reconoce abiertamente fue el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, quien anticipó que el objetivo oficial es que este año las negociaciones paritarias se inicien con una previsión inicial de 40% y revisiones, tal como funcionó el año pasado. Tales revisiones, recomendó, se deberían pactar a los 6 o 9 meses.
Típicamente, el mecanismo suele ser al revés. La pauta oficial de inflación incluida en el Presupuesto del año en curso cumple la función de variable ordenadora para las discusiones salariales sucede que a diferencia de 2021, el Presupuesto de 2022 nunca fue aprobado, con lo cual no hay una pauta oficial vigente, por más inverosímil que resultara.
Según las fuentes consultadas por Infobae, el Gobierno envía claras señales de las estimaciones sobre las que trabaja, que parten de una cifra optimista de 40% y se acercan eventualmente en el peor de los escenarios a las previsiones del mercado.
En el último Relevamiento de Expectativas publicado por el Banco Central, los bancos y consultores de la city proyectaron un avance de precios de 55%. Tal pauta, repiten altas fuentes de la autoridad monetaria, no es con la para definir la suba de tasas de interés ni el ritmo de devaluación que se viene acelerando desde que empezó el año.
Según la información con la que cuenta el Gobierno, para el indicador de enero y el arranque de los precios de febrero, en el mejor de los casos, la inflación del primer trimestre arrojaría un registro de al menos 10% en el acumulado. Esa cifra es más baja que la del año pasado para el mismo período del año pasado, de 13%, pero que deja un piso elevado para la proyección anual. Particularmente si se tiene en cuenta que, hasta el momento, los precios no reflejan aún el impacto de los ajustes que están previstos para, precisamente, después de marzo.
Infobae recuerda que puntualmente, se prevé que los aumentos de tarifas de gas y luz se produzcan entre marzo y abril, a lo que se sumará el efecto de la suba del precio de los combustibles que ya contó con un incremento de 9% a principios de mes. En conjunto, todos las subas podrían explicar entre 4 y 8 puntos de inflación, siempre de acuerdo a la magnitud que finalmente tengan los ajustes en cada caso.