Criptomonedas ¿En busca de una ilusión?

Criptomonedas ¿En busca de una ilusión?

Por Laila Wagner.


La fama y la riqueza son el material del que están hechos los sueños. Así es el caso de Sam Bankman-Fried, el criptomillonario de 29 años, fundador del exchage FTX, que se las arregla con 4 horas de sueño y trabaja con 6 pantallas, con el fin de ganar la mayor cantidad de dinero posible, únicamente para poder regalarlo. Por cada Sam Bankman-Fried cuyo sueño se hace realidad, hay miles de operadores cuyos sueños no se cumplen. Según la revista Forbes, el propio Bankman no es un verdadero creyente de la criptomoneda, a pesar de haber acumulado 22.500 millones de dólares antes de cumplir los 30 años, sino alguien que se benefició con el auge de la criptodivisa.

La historia de las criptomonedas se remonta a 2009, tras la crisis financiera de 2008, cuando el japonés Satoshi Nakamoto -de quien no se conoce ningún dato- publicó el denominado Libro Blanco, un artículo en el que sentó las bases tecnológicas de la creación de una moneda digital descentralizada. Es decir, una moneda emitida sin un banco central que la controle, sin comisiones en sus transacciones y sin ningún grupo de élite que tomará decisiones sobre su uso o valor, aunque este último punto estaba a consideración.

El activo digital se convirtió en  una opción para quienes desconfían del sistema financiero tradicional, sobre todo los más jóvenes. Transcurrida más de una década desde el lanzamiento, más de 52,4 millones de personas a nivel mundial invierten a través de monedas digitales, según la consultora Chappuis Halder y Cie.

La otra cara de la moneda ¿Por qué su precio sube y baja con tanta rapidez? 

La volatilidad de su cotización, la falta de respaldo y varias estafas recientes generan dudas. En conjunto, su valuación global alcanzó un pico de US$ 3 billones en noviembre último. A finales de enero cayó a casi a la mitad, para luego remontar la primera semana de febrero, con un alza de casi el 12%.

Las criptomonedas han sido identificadas como burbujas financieras por al menos ocho premios Nobel de economía. En el libro “Exuberancia irracional”, Robert J. Shiller define una burbuja como “una situación en la que las noticias de aumentos de precios estimulan el entusiasmo de los inversores, que se propaga por contagio psicológico de una persona a otra persona, amplificando en el proceso las historias que podrían justificar el aumento del precio e incorporando una clase cada vez mayor de inversores que, a pesar de las dudas sobre el valor real de una inversión, se sienten atraídos por ella, en parte por la envidia de los éxitos de los demás y en parte por el entusiasmo de los inversores”.

Otros académicos comparan la situación con lo que sucedió con algunas acciones tecnológicas durante la burbuja del 2000. Aseguran que quien invirtió en las criptomonedas en los últimos dos años sólo ha visto y vivido un mercado alcista. Y remarcan que todo el mercado de criptomonedas, incluso desde el lanzamiento de Bitcoin en 2009, ha ocurrido en el mercado alcista de la renta variable, justo después de la crisis financiera. Al no tener un valor intrínseco, muchos relacionan el fenómeno cripto con la  Tulipomanía, la primera burbuja de la historia. En los años 1600 los holandeses sufrieron una fiebre especulativa con los bulbos de tulipán, que multiplicaron su valor por 100 en tan sólo cuatro años, hasta el punto de que se podía comprar una casa en el canal de Ámsterdam por el precio de un tulipán.Una vez pasada la euforia, los precios cayeron estrepitosamente, generando una grave crisis económica.

La magia del dinero es tanta que poca gente reacciona ante él con lógica y sensatez. Su cualidad mágica data de la antigüedad, cuando las primeras monedas mostraban la imagen del rey y los poderes mágicos que se atribuían al monarca se  trasladaban al metal. Esto generaba que las monedas cumplieran la función de talismán, más que de instrumento de comercio.

La democracia digital que trajeron las nuevas tecnologías de la información y los medios alternativos de comunicación aumentaron el poder mágico del dinero, al garantizar la llegada de éste a más y más personas, que quedan hechizadas por su encanto. En el caso de las criptomonedas, la fascinación se traslada a un producto que nadie ha visto y nadie ha podido tocar.

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