El llamado Protocolo de Minsk, alcanzado entre Rusia y Ucrania en 2014, tenía el objetivo de poner fin al conflicto entre separatistas prorrusos y combatientes ucranianos que estalló ese año en el este de Ucrania.
Antes de que Vladimir Putin ordenara el lunes el envío de tropas a las regiones rebeldes de Donetsk y Luhansk, hubo varios esfuerzos globales para pacificar la región.
Uno de esos esfuerzos fue llevado a cabo por Francia, que desempolvó un estancado acuerdo de paz con la esperanza de ofrecer una salida a las tensiones.
El llamado Protocolo de Minsk, alcanzado entre Rusia y Ucrania en 2014, tenía el objetivo de poner fin al conflicto entre separatistas prorrusos y combatientes ucranianos que estalló ese año en el este de Ucrania.
Pero después de que Putin reconociera este lunes como Estados independientes a las regiones rebeldes, los líderes occidentales acusaron al presidente ruso de poner fin a los acuerdos de Minsk.
Este martes, en una breve conferencia de prensa, Putin declaró: “Sí, por supuesto, ahora los Acuerdos de Minsk no existen, ¿para qué implementarlos si hemos reconocido la independencia de estas regiones?”.
Según el líder, “los Acuerdos de Minsk fueron sepultados mucho antes del reconocimiento de ayer [el 21 de febrero] de las repúblicas de Donbás, y no fue por nosotros ni por los representantes de las repúblicas, sino por las actuales autoridades de Kiev”.
Además, Putin resaltó: “El reconocimiento de estas repúblicas está dictado precisamente por el hecho de que el liderazgo de Kiev ya comenzó a declarar públicamente que no iban a cumplir con estos Acuerdos”.
El presidente subrayó que Europa no pudo obligar a Kiev a cumplir con los acuerdos de Minsk, por lo que Rusia se vio obligada a decidir sobre el reconocimiento de Donetsk y Lugansk.
“Siempre he dicho que es necesario resolver el problema de Donbás a través de negociaciones pacíficas y de la implementación de los Acuerdos de Minsk“, subrayó Putin destacando que “por desgracia, esto ya ha perdido su relevancia”.