En cada crisis política nacional desde la dimisión de Chacho Alvarez a la vicepresidencia, Aníbal Ibarra aprieta el acelerador y se desliza sobre un alambre intentando sacar provecho de los desatinos ajenos. Después de soportar polticamente seis ajustes nacionales – que en las cuentas de ciudad aún no hicieron mella – al séptimo, no descansó: se cansó.
Puso en acción a su fiel ladero, Ariel Shiffrin que embistió con munición gruesa a los referentes frepasistas que aún resisten en la estrategia del Gobierno Nacional . Sin eufemismos les dijo: "se tienen que ir", mientras Liliana Chiernajosky, la vicejefa de Gobierno – esposa de Chacho- que lo desairó en la interna, se iba despotricando contra todos en un comunicado que criticaba por igual al Gobierno Nacional y su ajustazo como a las prácticas internas del Frepaso porteño, hoy controlado por Ibarra.
Sabiendo que tiene que transitar aún un duro camino para poder alinear a la fuerza política que integra y aspira a conducir, tenía prevista una reunión con Darío Alessandro y Juan Pablo Cafiero en la cual se iba a discutir como continúa la historia para cuando se debata en el Congreso el futuro de la patria. La reunión no sólo no se realizó sino que hubo un diálogo telefónico con Alessandro del cual misteriosamente no trascendieron detalles.
En Avenida de Mayo 525, los voceros consultados descartaron cualquier movida en el gabinete – incluida la de Chiernajowsky- y piensan para adelante con los radicales antidelarruistas, mirando de reojo que pasa con el desembarco de la Carrió en la Capital y pensando en sectores del justicialismo para la consolidación de un proyecto de poder acorde con sus aspiraciones.
No todas son rosas para Ibarra, algunas piedras se visualizan en su camino. La idea de alambrar política y económicamente a la ciudad de Buenos Aires le traerá seguramente problemas con algunos gobernadores que, con sus provincias empobrecidas, tienen intenciones en sintonía con el Gobierno de succionar lo más posible a la Suiza argentina, aunque en el caso del traspaso de la policía y la Justicia, la Constitución ampara al lord Mayor de Buenos Aires.