“El presidente me dio la instrucción de profundizar la relación con Brasil y es lo que estamos haciendo. Sucedió con el arancel común y ahora vamos a profundizar la integración energética”, dijo el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli a Infobae.
“Nosotros fuimos muy solidarios con Brasil, el año pasado, con su sequía y la caída de producción hidroeléctrica. Ahora lo que buscamos es que ellos nos ayuden con la provisión de gas, sin que eso implique una merma del gas que ellos usan para su propio consumo”, explicó el embajador argentino.
Faltan algunos pasos para concretar el diseño en el que trabajan el ministro de Economía, Martín Guzmán y Scioli. En primer lugar, Brasil debe liberar formalmente a Bolivia de la obligación de proveerle la parte por la que aumentaría sus ventas a la Argentina. El gas boliviano abastece a San Pablo y en Brasil son tiempos electorales, por lo que el gobierno de Jair Bolsonaro no puede arriesgar a quedarse corto.
“Nosotros tenemos un déficit comercial de USD 52.000 millones en los últimos 15 años. La integración regional bilateral nos va a servir mucho a reducir ese déficit”, dijo Scioli. Guzmán parece coincidir con ese diagnóstico y quiere reducir los subsidios a la energía.
Restan varios detalles por ajustar. Por caso, el precio al que Bolivia venderá a la Argentina el gas que no le vende a Brasil. El contrato tiene cláusulas de delivery or pay, que impone multas en caso de incumplimiento. A Bolivia hasta podría convenirle pagar la multa, pero vender el gas más caro. En cualquier caso a la Argentina le convendría: el precio promedio de la última compra de 8 barcos de GNL fue de 42 dólares el millón de BTU (unidad térmica británica, suerte de medidor de la calidad del gas), cerca de cuatro veces lo que Argentina paga por el gas de Bolivia.
El precio del gas en el mercado internacional y el de las compras de GNL fue aumentando desde fines de 2021 y subió a partir de la invasión de Rusia a Ucrania.
La perspectiva de un invierno con poco gas y hasta posibles cortes de suministro eléctrico puso en marcha la diplomacia energética del ministro de Economía, Martín Guzmán y el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli.
En su reciente viaje a Francia, Guzmán tuvo varios encuentros bilaterales y uno de particular importancia, el jueves, con el ministro de Energía y Minas de Brasil, Bento Albuquerque, con quien conversó sobre la posibilidad de que Brasil libere hasta dos millones de metros cúbicos diarios del gas que le compra a Bolivia, para que el país del Altiplano aumente sus ventas a la Argentina.
Las gestiones se habían iniciado en enero, cuando el gobierno boliviano, a instancias del argentino, consultó al organismo brasileño que fiscaliza la provisión de gas si el gigante del Mercosur podía resignar los dos millones de metros cúbicos (2 Mm3d) que Bolivia redirigiría a la Argentina
Eso, a su vez, permitiría disminuir las compras argentinas de Gas Natural Licuado (GNL) por barco, mucho más caras. Por cuestiones de infraestructura, además, el gas que llega de Bolivia asegura un mejor abastecimiento de las provincias del noroeste, adonde no llega por gasoductos ni el gas de Vaca Muerta ni el que, arribado como GNL por barco, se regasifica e inyecta al sistema desde los puertos de Bahía Blanca y Escobar.
Guzmán, además, mantuvo una conversación telefónica con su par brasileño, Paulo Guedes, y el viernes próximo viajará a San Pablo y Brasilia, para intentar abrochar la solución energética que diseñó con la ayuda clave de Scioli. El jueves, un día antes, Guzmán acompañará al presidente Alberto Fernández cuando este reciba la visita del presidente de Bolivia, Luis Arce. Si todo sale de acuerdo a lo planeado, el aumento de la provisión de gas boliviano a la Argentina aventará buena parte de los temores sobre la provisión de gas y de suministro eléctrico durante los meses de invierno.