El presidente Alberto Fernández había decidido mantenerse en silencio ante las críticas, pero decidió cambiar su estrategia tras los duros cuestionamientos de Andrés Larroque y Cristina Kirchner. En esa tesitura se mantuvo durante semanas, a pesar de los cuestionamientos crecientes en su contra, por redes y medios, de los principales alfiles de Máximo y Cristina Kirchner.
Pero la estrategia cambió, luego de que el ministro de Desarrollo Comunitario bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque, embistiera con una frase aún más fuerte, al menos en comparación con las que viene hilando desde la marcha por el Día de la Memoria. El 24 de marzo había dicho que Alberto Fernández “ganó con el 4% de los votos”.
Y la semana pasada opinó que “a Guzmán no lo votó nadie”. Esta mañana fue más allá y lanzó, lisa y llanamente, que el Gobierno “es de La Cámpora”.
En Balcarce 50, los colaboradores del Presidente no esperaban que respondiera, y creían que se mantendría incólume como durante el último mes, pero ocurrió lo contrario. “Yo no soy el dueño del Gobierno, nadie lo es”, dijo Alberto Fernández desde General Pico, La Pampa, adonde viajó a hacer una serie de anuncios con el gobernador peronista Sergio Ziliotto sobre inversiones millonarias en obras que, en el contexto de crisis política, pasaron inadvertidos. Junto a él estaba sentado Eduardo “Wado” de Pedro, que si bien es tan camporista como Larroque, se presenta como nexo político-institucional moderado entre el Presidente y el kirchnerismo.
A pesar de lo descarnado de la interna, el ministro político elige, adrede y con el aval de Cristina Kirchner, mantenerse al margen de la exposición de la interna. Y Alberto Fernández, al compartir distintos actos con él, se presta a ese juego de señales contradictorias. En el Gobierno denominan ese tipo de acciones como “unidad hasta que duela”.
En La Cámpora esperaban con ansias una reacción de Alberto Fernández, y consideraron logro que ocurriera. Pero a pesar del “triunfo”, aún aspiran a que Guzmán salga eyectado, mientras que vuelven a apuntar, también, contra sus pares de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni.
“Hay que pegarle para que actúe, así funciona. La única forma de que reparta es apretándolo. Y a la postre lo termina haciendo”, dijo un funcionario kirchnerista Infobae, quien justificó su afirmación en los cambios que apuró el jefe de Estado en el Gabinete, el año pasado, después de la carta de Cristina Kirchner por la derrota en las PASO.
Las actuales embestidas son, según el camporismo, una continuidad de aquella disruptiva misiva. “La cuestión de fondo, nuestra línea estratégica, ya fue trazada en la carta de Cristina. Ahí está la base de todo: que no es Alberto, ni es Guzmán, son las políticas económicas. Ese era y es el punto”, sostuvo ante Infobae un integrante de peso en la fuerza de Máximo Kirchner.
En el Gobierno aseguran que la respuesta de Alberto Fernández fue “políticamente correcta” y que no derivará en cambios en el Gabinete, sino que el Presidente mantendrá sus acciones restringidas al terreno de las palabras y la gestión. “Lo que dijo Alberto fue en un marco y con un tono institucional.
Dijo que gobierna para el pueblo y que el gobierno es del pueblo. No le responde al Cuervo, como sí lo hacen Aníbal Fernández, el titular de Seguridad, el exministro Agustín Rossi o el líder piquetero, Luis D’Elía”, dijeron en la sede del Gobierno, y agregaron que no encuentran justificación a la perpetuación de los cuestionamientos.
Creen que ya están incluyendo al sector duro en la gestión, como viene exigiendo La Cámpora, y ponen como ejemplos las actividades de los últimos días: el acto de anteayer con Luana Volnovich, titular del PAMI; la asignación de más gendarmes en Rosario a través del Ministerio de Seguridad para paliar las consecuencias violentas del narcotráfico; el acto de ayer en tierras pampeanas con De Pedro por el programa Capitales Alternas; y se adelantan al cónclave del próximo viernes con intendentes y el gobernador fueguino, Gustavo Melella, en Ushuaia, para un anuncio sobre nuevas viviendas.
“Nuestra respuesta es la gestión, y estamos gestionando. Si quieren sumarse, que se sumen. Y si se quieren ir, que rompan. Pero son ellos los que rompen, no nosotros”, remarcó, con tono vehemente a Infobae, un funcionario muy cercano a Alberto Fernández.
En Balcarce 50 sostienen que la expectativa del ala dura del Frente de Todos sobre la salida del ministro de Economía se verá frustrada. Repiten, como hace semanas, que Guzmán es intocable. Inclusive cuando ya se advierte que la cifra de la inflación de abril, que se conocerá en los próximos días, no será una buena noticia, a contramano de las aspiraciones en la Casa Rosada y en Hacienda cuando el principal indicador sobre el rumbo de la cuestionada gestión del Presidente, para propios y ajenos, es justamente la capacidad para manejar la inflación incontrolable.
En el círculo íntimo del primer mandatario aún tienen esperanzas: “Sabemos que pinta mal, pero no tan mal. Si se mantiene igual o baja un poquito, festejamos. Si sube, estamos al horno”, admitió, crudamente, un alfil presidencial, con el recuerdo fresco del 6,5 por ciento del mes pasado.