Carina Peralta, responsable de Género de las Organizaciones Libres del Pueblo-Resistir y Luchar (OLP-RL), sostuvo que el tipo de democracia que vivimos está compuesta por reglas de juego que impiden que el Pueblo adquiera poder real y termine, de una vez y para siempre, con las injusticias sociales.
¿Qué la impulsó a militar en Organizaciones Libres del Pueblo – Resistir y Luchar (OLP-RL)?
Elegí, justamente, este espacio porque hay militantes viejos. Les decimos “viejos” con todo el respeto y hacemos alusión a su experiencia. Ellos formaron parte de la Resistencia en la Dictadura de los años setenta. Siguen teniendo como ética política no transar con un gobierno. Y es admirable como personas que tienen entre setenta y ochenta años siguen luchando para un mundo mejor.
¿Se sintió identificada con los integrantes de la OLP-RL?
Sí, principalmente, por las ideas. La OLP-RL es una organización que nació a principios del 2000. Hace como dos años, sufrió una ruptura porque una facción se volvió más oficialista. Nosotros no queremos aliarnos con un cierto gobierno. Criticamos los mecanismos institucionales de la actual democracia, que está hace cincuenta años y nada cambia. Por otro lado, me siento muy identificada con las compañeras.
Usted se especializa en el Espacio de Género de la organización. ¿Cuáles son los principales lineamientos?
Tenemos un espacio de Género distinto al del resto de las organizaciones. Hay mucho discurso antipatriarcal, pero, al momento de las decisiones, no se incluye a las mujeres de abajo. Nuestro principal lineamiento se basa en la politización de nuestras compañeras de la base. La revolución va a ser con nuestros rostros, con nuestras caras. Somos las Domitilas. Y Domitila decía que si una mujer está politizada y formada, va a criar a sus hijos desde la cuna y va a generar las infancias para la liberación. Nosotras queremos ser pares de nuestros compañeros. Y, en ese sentido, cuestionamos el machismo dentro de las organizaciones. Tenemos que sanar. Tenemos en nuestros cuerpos todas las violencias sistemáticas que han sufrido nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hermanas. Tenemos que resignificar ese dolor y transformarlo en lucha. Por eso hacemos tanto hincapié en la autogestión. Para nosotras, el plan social es una humillación. Queremos trabajar. ¿Cómo hacemos para que nuestras hijas no tengan que ser tropa en las organizaciones sociales?
¿Podría decirme el significado detrás del nombre de la organización?
Primero, es importante hacer hincapié en que el nombre es “Organizaciones”. Creemos que la revolución, palabra que ya casi no se nombra, tiene que ser con todos y con todas. Actualmente, hay mucha fragmentación en el campo popular. Por otro lado, la Resistencia es el camino que nos va a llevar a la Liberación sin tener que esperar al día de la revolución. Tenemos que ir creando de a poco.
¿Cree que los gobernantes siguen la premisa “Divide y reinarás”?
Sí, es una estrategia del sistema. Estamos muy divididos. Y eso fortalece al enemigo. Es increíble que no nos podamos unir por diferencias ideológicas. Las demandas del pueblo son prácticamente las mismas. Todas las organizaciones sociales trabajan con el sesenta por ciento de la población más empobrecida de nuestro país. Pero hay muchas perspectivas distintas. Otro tema que nos han metido mucho es el de los egos. Hablo del individualismo y de estar viendo quién manda. Eso daña mucho los procesos de liberación.
¿Cuál es la principal crítica que le haría a la democracia formal?
Nosotros no creemos en esta democracia. Es una democracia burguesa, en la que siguen estando los mismos de siempre. Hace décadas que estamos cada cuatro o dos años, yendo a poner el voto en una urna, pero vemos que nuestros hijos cada vez están peor. Entonces, hay algo que falla. Es un sistema no participativo. Es puramente representativo. Y se van tirando el poder los unos a los otros. Hoy, por ejemplo, pareciera que son más importantes las internas partidarias que las infancias que están por debajo de la línea de pobreza. Dos de cada tres pibes no tienen acceso al alimento. La mayoría somos nosotros y, sin embargo, no hay participación de nuestros pueblos. Y en esta “democracia” nunca la vamos a tener. Esta democracia no va más.
¿Cómo tomó los comentarios que hizo la Vicepresidenta sobre los piqueteros y los planes sociales?
A mí me parece bastante injusto que una persona que goza de todos los privilegios y que no es de nuestra clase, nos critique. Lamentablemente, los culpables no son las organizaciones sociales, sino las políticas de gobierno que se vienen dando desde el menemismo. Los planes sociales fueron una forma de adoctrinar a los movimientos sociales y de dividirlos. Los Estados nos vienen entreteniendo con los bolsones de comida y los subsidios. Eso es una dificultad en el campo popular, ya que no estamos pudiendo encontrar una estrategia real de poder.
¿Y cómo se puede combatir el sistema sin las herramientas de los poderosos?
Nosotros venimos proponiendo la necesidad de la autogestión. Las empresas recuperadas son un claro ejemplo de la ausencia de este elemento. Es un sector de la economía popular totalmente ninguneado por todos los gobiernos. Ahora, tienen una dirección, pero esa dirección ni siquiera está dentro del Ministerio de Producción. Desde esta perspectiva, es muy difícil. Por otro lado, les molesta la entrega de los subsidios a los pobres. Tienen tanto odio a nuestra clase social que están más preocupados por una mamá sin trabajo con cuatro hijos que cobra un plan de $16.000, que por una multinacional, a la que en la época de la pandemia, se le ha subsidiado la mitad de los sueldos y hasta le siguen subsidiando los productos para que no sean tan caros.
Cuando Néstor Kirchner asumió por primera vez, se vinculó con varias organizaciones sociales. ¿Qué queda de esa alianza?
Para mí, la llegada del kirchnerismo fue una forma de volver a lo viejo. Poner paños fríos, para no solucionar el problema de fondo. Sí, hubo algunas políticas en pos de las organizaciones sociales. Pero no lo hicieron porque son buenos, sino porque había un contexto de estallido social que había que apagar. Esta estrategia del kirchnerismo, de hacer parte del gobierno a las organizaciones sociales genera consecuencias negativas para nosotros. Hoy, lamentablemente, hay un montón de compañeros y compañeras que siguen bancando a este gobierno y se callan un montón de cosas como, por ejemplo, lo que sucedió y sucede en Guernica. Nosotros no creemos en los atajos. No queremos puestos, queremos poder real.
En varias de las marchas de la OLP-RL, hay carteles que dicen: “Nuestro enemigo principal es el miedo y lo llevamos adentro”. ¿Considera que el miedo es un mecanismo de control por parte de los gobiernos?
Nosotras, como mujeres de barrios empobrecidos, tomamos de ejemplo a la líder boliviana Domitila Barrios de Chungara, que es la autora de esa frase. El miedo es la forma que tiene el sistema de disciplinarnos y lo hace a través de la represión e incluso la muerte. Esta semana, se cumplen veinte años de la Masacre de Avellaneda. No podemos seguir callándonos. ¿Cuánto más podemos aguantar? ¿Qué futuro le vamos a dejar a nuestros hijos? Nos están robando el agua, la riqueza. Nos están haciendo bosta la tierra. No puede ser que en Argentina, los miembros de la Sociedad Rural sean los dueños de los alimentos y nos pongan un precio como si ganáramos en euros o dólares. No puede ser que en un barrio pobre salga $300 un kilo de pan. Hay que juntar la fuerza para poder combatir y para que no nos hagan creer que no se puede.
¿Hay esperanza para aquel que quiere cambiar las cosas en las próximas elecciones?
Nosotros no creemos que el cambio sea a través del voto. Nosotros creemos que las cosas tienen que cambiar a través de la organización popular. Debemos sincerarnos y generar conciencia abajo, para buscar otras formas de manifestarse y de exigir. Ni siquiera tenemos que inventar algo nuevo. Tenemos los ejemplos de Ecuador, Chile y Colombia, por nombrar algunos. En esos países no es: “Te llamo hoy y mañana, nos encontramos a las diez de la mañana en la puerta del Ministerio”. Lo peor es que, muchas veces, ni saben quién es el Ministro. Tenemos que volver a las formas de organización que tenían y tienen los pueblos originarios y los campesinos. Es todo o nada. Lo organizan con muchísima anticipación y a través de Asambleas. Son procesos largos. Y eso es quizás es lo que no entendemos. Otro error, es ir por lo macro. Las luchan tienen que empezar a nivel municipal, en cada pueblo, en cada barrio.
El teórico colombiano Mauricio García Villegas, habla sobre el concepto de “Constitucionalismo Aspiracional” para referirse a las constituciones, fundamentalmente latinoamericanas, que mantienen una profunda distancia respecto de las realidades sociales y políticas que quieren transformar. ¿Se siente identificada con este término?
Hay que llevar a cabo un proceso de descolonización. Los propios gobiernos nos hacen creer que venimos de Europa. Y como consecuencia, vivimos en una sociedad totalmente racista. ¿Dónde están las voces de las cuarenta naciones indígenas que hay en la Argentina? Esto se vincula también, con el proceso de inserción de las mujeres. No podemos quedarnos sólo con las que pudieron estudiar. Tienen que estar también las morochas, que son las que están con la olla todos los días para alimentar a su comunidad. Tenemos una deuda con los pueblos originarios, con los barrios empobrecidos y, principalmente, con nuestros hijos. Tenemos que enseñarles que esto puede cambiar y que ellos van a ser los que van a sostener nuestras banderas.