Horacio Rodríguez Larreta atraviesa lo que en su entorno denominan, una “crisis de crecimiento”. Los tiempos no siempre le juegan a favor y tampoco es fácil el escenario dentro del Pro y con los partidos aliados, en especial los radicales que están lanzados tratando de hacer un buen cierre sobre las PASO.
Si desagregamos la denominación del momento aludido en Uspallata, la “crisis” tiene un poco que ver con la cantidad de dirigentes que están intentando posicionarse tanto dentro del Pro como por fuera del submarino amarillo y es eso lo que le resta nitidez al cada vez menos silencioso avance que realiza el Jefe de Gobierno por sobre esa nutrida población “expectante”. En los últimos tiempos incluso se notó que aceleró las definiciones sobre algunos temas duros como los “piqueteros y los movimientos sociales” y el rumbo económico del gobierno, y conminó a apoyara a algunos dirigentes que navegan la indefinición con cierta desprolijidad, aprovechando la falta de definiciones en el espacio. Fue el caso por ejemplo de Emilio Monzó -al que no lo dan por perdido- pero está claro que el distanciamiento actual tiene otra impronta.
Por otro lado el “crecimiento” es una realidad que se plasma en cuanta encuesta sale a luz, la pague quien la pague, y a pesar de lo hablado anteriormente, no hay dirigentes que tengan diferencial positivo como él y encabeza casi todos los listados, cualquiera sea la pregunta sobre la gente que haga la encuestadora.
La salida de Diego Santilli de la jefatura de la campaña nacional fue el detonante de esta situación de crisis, ya que el diputado nacional ganador de la última elección en Provincia, no solo entendía todo respecto de los tiempos y del armado que pretende Larreta sino que, ambos eran (son) una marca reconocida en el ambiente top de la política vernácula. Necesitado de involucrarse en Provincia a full (cuenta con el total apoyo de Horacio) ya que su posición parece ser amenazada por Cristian Ritondo, el hueco que dejó el Colorado generó momentos de desconcierto en un equipo donde siempre la organización -como decía el general- vence al tiempo. Así y luego de varias idas y venidas, el mendocino Omar de Marchi aceptó la propuesta de ponerse la campaña al hombro, en principio por solo cuatro meses (le tira ir por Mendoza, aunque la apuesta parece difícil y lejana) y todos intuyen que vale la pena seguir con él ya que desechará finalmente la posibilidad de retornar a la tierra de la vendimia y seguirá en el proyecto presidencial de Larreta.
De Marchi supo estar cercano a Mauricio Macri en un momento y es uno de los tantos puentes que -aunque no los necesitan- tienen el expresidente y el Jefe de Gobierno. Con el andar del camión los “melones se van acomodando” y esa es, con paciencia y cintura, la estrategia de avance del Pelado. El tema de las PASO no es menor ya que no solo llegan antes en el tiempo, si no que el tema de cruzar o no las fórmulas con los radicales es una decisión que necesita mucho estudio y fuertes definiciones políticas, ya no solo en los cuarteles propios sino en ajenos. Damos por salido de la pelea mayor al resto de los partidos que, como el de Elisa Carrió componen Juntos por el Cambio.
Larreta sabe -conoce, lo ha hecho- que llegado el momento de competir, lanzará una ofensiva tipo Vladimir Putin sobre todo aquello que se le ponga adelante, se llame Macri o cualquier otro. El bombardeo será incesante, tiene capacidad de fuego (y lo saben quienes deberán enfrentarlo), ya que no solo cuenta con la imagen positiva, después hay que tener fierros (con todo lo que ello implica), y allí es donde si no equivoca el armado, parece ser hoy el gran favorito dentro de la coalición, incluso el de mejor relación con la UCR, sostenido en su preferencia por Martín Lousteau y mejorando paulatinamente con Gerardo Morales.
Quien visita a Macri por estos últimos días se va convencido de que quiere ser el gran elector, pero no el candidato, y es allí donde Larreta podría salir dañado si no desactiva ese explosivo con destreza. Igual, se conocen mucho. Lo de Patricia Bullrich parece ser una carrera algo extensa para ella y para un equipo corto, pero los números la alientan a seguir participando. Posee mucha experiencia y no debe cometer errores si pretende continuara hasta el final y ser la preferida de parte del núcleo duro PRO, lidiando igual con el enigmático y cada vez más picante Mauricio Macri.
El último párrafo para Javier Milei, quien logró salir del tobogán en el que lo habían metido las armas y la venta de órganos. Igual está dentro de los números manejables todavía, considerando que la fuga hacia los libertarios complica a Juntos en un 70 por ciento. La carrera es larga también para él y es difícil caminar tanto sin caerse del alambre que cruza ese circo. Veremos cómo llega.
En imagen, en equipo, en fierros, y en la positiva relación con los aliados, Rodríguez Larreta parecería tener las cosas medianamente controladas, sin apurar por demás la decisión de avanzar con todo, pero sumando cada día un dirigente o un pequeño territorio nuevo. La crisis del crecimiento, asusta a a algunos que no tienen la piel curtida, pero la experiencia marca que es difícil llegar a destino -en un escenario tan competitivo- sin pasar por esa situación.