Ellos transitan la vida con diferentes realidades, sin embargo, el destino los une en un momento determinado. A Patricia le falta la luz en su nuevo departamento y para solucionar el problema encuentra en el camino encuentra a Poyo, un hombre que se dedica al cirujeo y que con más buena voluntad que soluciones trata de solucionar el problema. Mientras él pone ganas en su objetivo, va desnudando su personalidad. A lo cual ella sigue acomodando sus cosas en la propiedad que recientemente habita y también comienza a mostrarse tal cual es.
Las existencias de Poyo y Patricia tienen un punto en común: sus pasados y el desconocimiento de sus padres. El fue abandonado de pequeño, mientras que ella tuvo padres adoptivos pero recién ahora sabe parte de su verdad.
Las composición de Poyo a Callau lo deja en una posición inmejorable arriba del escenario, dado que logra demostrar todo su talento en el campo del humor y también le permite pasar sin ningún problema al terreno del drama sin resignar su capacidad actoral en ese género. Mientras que Magela Zanotta acompaña correctamente en su rol de joven que lucha por su identidad.
La escenografía de Alberto Bellati, es austera y se divide en tres partes; el comedor del departamento de Patricia, el hogar de Poyo bajo las vías y por último un puente donde ella transita sus vivencias y también algunos sueños, donde él acompaña en ese viaje imaginario. En cuanto a la dirección de Manuel Iedvabni nuevamente demuestra todo su talento y la gran capacidad que posee en cuanto a saber aprovechar al máximo las pequeñas historias de vida, pero que el veterano director las sabe utilizar de manera eficiente para usufructo de los actores y la obra.