Las funcionarias de La Cámpora que integran el gabinete abandonaron en las últimas semanas el grupo de WhatsApp “mujeres gobernando” que contiene a casi todas las ministras, secretarias de Estado y directoras del gabinete.
La fuga en masa fue confiada a este diario por algunas de las participantes del grupo que responden a Alberto Fernández, y coincidió con la confección de un documento de apoyo de ese colectivo de mujeres a Cristina Kirchner, condenada por el TOF2 en el marco del juicio de Vialidad.
La salida del chat -se fueron Luana Volnovich y Fernanda Raverta, entre muchísimas otras- representaría en otro momento un dato anecdótico si no fuera por la decisión de la agrupación fundada y liderada por Máximo Kirchner de tomar distancia definitiva de la gestión del Presidente, al menos de manera simbólica.
Por ahora, ni Volnovich tiene previsto dejar el PAMI ni Raverta la ANSES, ni tampoco el resto de las oficinas pública donde tiene fuerte presencia la organización, como YPF o la AFIP.
La relación entre la agrupación K y la Casa Rosada quedó definitivamente rota esta última semana.
El miércoles, “la orga” le vació el acto de balance de los tres años de gobierno que Fernández encabezó en el Parque Colón, sobre la Avenida La Rábida: no fue nadie de ellos. Eduardo “Wado” de Pedro estaba en su despacho, a metros del evento, y ni siquiera se molestó en ir. Junto a Sergio Massa, que llegó tarde, fueron los únicos dos ministros ausentes. El jefe del Palacio de Hacienda y la familia Kirchner trabajan en tándem desde el desembarco del tigrense en el Gobierno.
La diputada Paula Penacca, muy cercana al exjefe del bloque oficialista en la Cámara baja, contestó furiosa a una publicación del diario La Nación que había recopilado frases off the récord del entorno del jefe de Estado con serias críticas a la decisión de la organización por no asistir al acto del miércoles, y con nuevos deseos de reelección presidencial.
La Cámpora no tiene hace rato ninguna motivación para recomponer con la Casa Rosada; tampoco para disimular la ira que les provoca la figura de Fernández, un presidente deslucido y encerrado en su entorno que todavía tiene intenciones de resistir, asesorado en solitario solo por un puñado de colaboradores.
Máximo Kirchner y el Presidente no hablan hace muchísimo tiempo. Dejaron de respetarse. Se envían los peores deseos políticos.
El renunciamiento prematuro de Cristina Kirchner tras la condena por Vialidad fue un shock para el kirchnerismo en general y La Cámpora en particular. Si el futuro de la organización ya era un enigma, la decisión de la expresidenta no colaboró.
Pero la instalación presidencial del ministro del Interior, uno de sus líderes, en la que el funcionario y un grupo de dirigentes y asesores trabajaban desde antes de que la vicepresidenta adelantara los tiempos electorales, se aceleró desde el anuncio posterior al veredicto de Vialidad. Eso fue, al menos, lo que empezó a circular puertas adentro del kirchnerismo.