Diego Capuya, abogado graduado de la UBA, ha trabajado en la administración pública desde hace más de dos décadas. Su labor estuvo enfocada en la Ciudad de Buenos Aires donde se desempeñó como Presidente de la Caja de Abogados y más tarde, como Director General de Planificación de Seguridad. Además, fue Secretario de Modernización lo que lo llevó a ser Subsecretario de Relaciones Políticas e Institucionales de la Legislatura porteña. A partir de su vasta experiencia en el Estado, decidió fundar el año pasado un movimiento político llamado Participar cuyo principal objetivo es poder migrar al Sistema Parlamentario.
¿Cómo surgió el movimiento político PARTICIPAR?
Yo trabajo en la función pública hace más de veinte años. Y he pasado por todas las áreas. A partir de la crisis política y social del 2019, empecé a preguntarme seriamente cuál era el origen del problema. Y entendí que es básicamente sistémica. Hemos sido testigos de gobiernos de diferentes partidos y con líderes muy distintos y sin embargo, ninguno ha solucionado los problemas de nuestro país. Esta situación como punto de partida, me llevó a crear junto a otras personas un movimiento que plantea al Parlamentarismo como la máxima solución. Es un sistema de gobierno mucho más ágil y con muchos más fusibles a la hora de resolver conflictos.
¿Quiénes componen el movimiento?
Participar Argentina nació el año pasado. Lo integramos mujeres y hombres de distinta edad y profesión. El objetivo principal es la migración hacia un sistema parlamentario. Pero no el único. En el ínterin, buscamos tener una participación política activa e ir ganando espacios de poder ya sea en el área legislativa o ejecutiva. Y no solo centrado en la Ciudad, sino también a nivel nación. Hay muchas metas a corto plazo que tenemos que cumplir y que al hacerlo, sembramos el territorio para eventualmente poder saltar al otro sistema.
¿Qué fallas ven en el Presidencialismo?
Primero, el hecho de que el poder radique en una sola persona nos lleva a tener estos sistemas caudillistas que no terminan resolviendo los problemas de la gente. Segundo, surgen problemas que se intensifican a lo largo del tiempo como consecuencia de que no hay flexibilidad. El mandato rígido nos obliga a permanecer en un gobierno con una persona que quizás no es la idónea. En un Parlamentarismo, el líder está sujeto a hacer las cosas bien porque de lo contrario, es desplazado de sus funciones.
¿Cree que el “voto de censura” se aplicaría de forma legítima o sería solo producto de negociaciones a favor de intereses personales?
A diferencia del Presidencialismo, el Parlamento tiene una responsabilidad al sostener un mandatorio que no está teniendo un buen desempeño. Las únicas elecciones directas y populares son las legislativas. Si la sociedad ve que ciertos legisladores acompañan a un líder que no está haciendo las cosas bien, probablemente no sean votados en las próximas elecciones. Además, el nivel de exposición de un parlamentario es mayor. Hace poco, salió una nota que decía que el Congreso cerró su año menos productivo en la última década. Esto es un indicio del poco valor que tiene uno de los órganos más importantes para la democracia. En el Parlamentarismo esto es imposible que ocurra porque el eje está puesto ahí. Además, del propio Parlamento surgen los Primeros Ministros. Esto genera una suerte de competencia interna sana que favorece la necesidad y el deseo de los funcionarios de hacer las cosas bien.
Para llevar este tipo de reformas es fundamental el apoyo político. ¿Hay alguna fuerza que haya mostrado interés en su proyecto?
No hemos entablado diálogo con fuerzas políticas. Pero no por un prejuicio sino porque hasta ahora no se ha dado la oportunidad. Sí hemos hablado con personas del sector privado y también de asociaciones civiles. No tenemos nada en contra de los partidos políticos. Sería irónico porque el Parlamentarismo aboga por la pluralidad y el consenso entre las diferentes fuerzas.
¿Estos intercambios han servido para elaborar un plan contra la crisis?
Nosotros creemos que tanto los problemas económicos como sociales derivan de problemas políticos. Desde el punto de vista económico, vemos que la Argentina no es atractiva para negocios e inversiones. Justamente, por la crisis política y la falta de seguridad jurídica. Y volviendo a algo que mencioné anteriormente, los mandatos rígidos del Presidencialismo perpetúan estos problemas y nos generan expectativas negativas. Lo primero que hay que resolver es la cuestión de la confianza tanto interna como externa. Siendo un país “barato” en términos de la relación peso y dólar, deberíamos recibir un montón de ofertas extranjeras. Y sin embargo, ocurre lo contrario. Y el Parlamentarismo, sin duda, colaboraría con una mejor economía.
¿Ven viable su participación en las elecciones de este año?
Cualquier fuerza que esté dispuesta a apoyar nuestra idea porque entiende que el sistema actual no está funcionando va a ser bienvenida para que trabajemos juntos. No creo en las alianzas electorales porque así nos va. Sí creo en las alianzas de gobierno. La puerta siempre está abierta. Y más con esta idea de que es un cambio muy profundo y por ende, vamos a necesitar del apoyo de los diferentes partidos políticos.