El presidente Alberto Fernández desarrolló una estrategia de campaña para sumar a Axel Kicillof en su proyecto de reelección presidencial. Nunca fue fácil la relación política y personal entre el jefe de Estado y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, pero se trata de preservar el control de la Casa Rosada por cuatro años más.
Kicillof también busca su reelección y compite con Martín Insaurralde, su jefe de Gabinete y aliado de Máximo Kirchner. El líder de la Cámpora tomó distancia de Kicillof y su candidato es Insaurralde. Esta decisión electoral de Máximo Kirchner transformó a la Plata en el Vaticano de Rodrigo Borgia.
En este contexto, Alberto asumió que podría incluir al gobernador bonaerense en su maquinaria electoral. El cálculo presidencial es fácil de explicar: Máximo es un adversario político de la Casa Rosada, y el jefe de Estado necesita al mandatario provincial para hacer una campaña efectiva en Buenos Aires. Si La Cámpora juega en contra de Kicillof, Alberto Fernández jugaría a su favor.
El gobernador bonaerense rechaza esa aritmética política por su alineamiento con Cristina Kirchner y desconfía de las decisiones de Alberto Fernández. Aún está sorprendido por la actitud final que el presidente tomó frente al fallo de la Corte Suprema que reconoce los derechos de coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires.
La inesperada sintonía política entre el gobernador y el presidente -causada por la resistencia común a la decisión del alto tribunal- resultó un suspiro. Kicillof no podía creer cuando se enteró de que Alberto Fernández había decidido cumplir el fallo de la Corte con bonos TX31. El pésimo humor político del gobernador tuvo su réplica sistémica en las restantes trece provincias que administra el Frente de Todos.
A diferencia de Alberto Fernández, el gobernador tiene una relación fluida y cordial con Sergio Massa, que dialoga con Cristina de manera sistemática. El ministro de Economía no quiere ser candidato presidencial, pero su nombre aparece en todas las listas del kirchnerismo y La Cámpora.
CFK ya bajó el pulgar al jefe de Estado y no hará nada para facilitar su campaña electoral. Ella maneja la provincia de Buenos Aires y Alberto Fernández tendrá muchas dificultades para caminar el principal distrito del país.