El presidente Alberto Fernández postergó indefinidamente la celebración de una segunda reunión, a contramano de los pedidos de dirigentes, tanto de su propio entorno como del kirchnerismo.
En la Casa Rosada creen que por ahora la “mesa electoral” fue suficiente, y no vislumbran que haya quórum interno para realizar una nueva reunión de coordinación siquiera en los días posteriores a la apertura de sesiones ordinarias del Congreso.
En cambio, están enfocados en el discurso que brindará el Presidente el 1° de marzo, sobre el cual brindan pocos detalles. Ese día esperan una eventual señal de la vicepresidenta, que evitó opinar sobre la “mesa política” -de la que sí participó su hijo Máximo-, y se recluyó en el sur, pero regresará la semana que viene para participar de la Asamblea Legislativa. Mientras tanto, cada espacio funciona por separado y la posibilidad de una siguiente instancia de diálogo, coinciden desde ambos espacios, se difumina en el horizonte.
También quedó en “stand by” la convocatoria a una reunión con el resto de los partidos de menor envergadura que conforman el Frente de Todos (FdT).
El kirchnerismo también experimenta algunas turbulencias internas en torno a la proscripción de Cristina Kirchner. Quedaron en evidencia el mismo jueves de la mesa de diálogo, cuando Máximo Kirchner relativizó ante los presentes la efectividad de la “comisión” que propuso el gremialista bancario Sergio Palazzo para ir a pedirle personalmente a la vicepresidenta que sea candidata.
Un sector de La Cámpora está empeñado en azuzar el operativo clamor para que se presente al tope de la boleta; mientras que otro pide recordar las palabras de su líder, que en sendos discursos se declaró proscripta, dijo que no iba a competir, y pidió al resto de los dirigentes que tomen vuelo propio y “tomen el bastón de mariscal”.
Por ahora no se conocieron avances concretos más allá de la propuesta inicial de llevar una delegación para convencer a Cristina. Pero en un importante despacho del círculo K, bajo estricta reserva, aseguraron que se hará realidad más temprano que tarde.
Mientras cada espacio define cómo seguir, por separado, de cara al cierre de listas, Alberto Fernández y la vicepresidenta se mostrarán juntos en público el próximo miércoles para la apertura de sesiones extraordinarias, después de meses sin verse y, prácticamente, sin mantener contacto, excepto por algunos mensajes de Telegram.
La última vez que hablaron fue el martes, por el saludo de cumpleaños que le envió el Presidente por chat. La conversación no tuvo mayor profundidad, admitieron en la sede del Gobierno. Por ahora, sólo se contactan a través de señales en público, o a través de sus delegados. Una dinámica tan anómala como persistente en la cúpula del frente político oficialista, que a pesar del primer acercamiento entre los espacios enfrentados hace ocho días, no cambió.
Sin más contactos con el ala dura previstos para lo sucesivo, en los próximos días, el primer mandatario se dedicará a preparar su discurso frente al pleno de la dirigencia oficialista y opositora. En la Casa Rosada aseguran que aún no empezó a escribirlo, pero adelantaron que probablemente lo elabore en soledad, y que lo termine sobre la hora, como ocurrió en los tres primeros años de gestión.
El eje central será “poner en valor la gestión”, en sintonía con su campaña para la reelección, aunque no se descarta que aluda al funcionamiento de la Justicia. Sería un guiño a Cristina Kirchner, destinado a afianzar, en alguna medida, un vínculo que en los hechos está prácticamente roto.