Casi todos vieron parcialmente las cosas. Al menos, no observaron todo el panorama. El domingo último (cinco de marzo), Federico Sturzenegger se preguntó: ¿Es posible cerrar la grieta?
Por supuesto, la respuesta fue “noooooo”.
El profesor visitante de Harvard y de su subsidiaria, la École des Hautes Études Commerciales de Paris (la popular HEC) y, además expresidente del Banco Central autóctono relató una historia de lo más entretenida. Un amigo lo invitó a una cena con el privatizador Roberto Drommi, al que definió como “el estratega jurídico de las reformas de la primera presidencia de Menem”.
Esto ocurría a mediados de 2015 y Sturzenegger era por entonces diputado nacional. Luego relató que Drommi “monopolizó la conversación”, en la que anticipó “que este muchacho Macri podría ganar”.
Luego, enumeró algunas de las diez medidas que Drommi consideraba que se debían tomar en primer término, que no eran las que el hombre de Juntos por el Cambio esperaba. En cambio, el “cerebro” de Menem planteó que primero debían “expropiar C5N”, cosa que intentó el gobierno de Cambiemos ni bien asumió. Luego, Drommi abogó por “intervenir los hoteles de Cristina”, algo que también intentaron. Las demás medidas, Sturzenegger no las reveló, pero, dado el tenor de la conversación, sería posible imaginarlas. El objetivo de tales barbaridades era “licuar los recursos y el poder de quienes él pensaba los usarían en contra del futuro gobierno”. De todos modos, el relator del encuentro consideró en ese momento que “aquello era una locura”.
Luego de enumerar algunas nimias consideraciones políticas, que no son el punto fuerte de Sturzenegger, con las que ni siquiera logró dirimir con quién se debe cerrar la grieta, el economista entró en el tema que sí es su fuerte.
Hablando de la búsqueda de consensos, después de considerar que Mandela construyó la “rainbow society” en Sudáfrica y Gandhi apoyó los reclamos de los musulmanes en la India, a pesar de que él no lo era y de enumerar los fracasos en la negociación entre la Inglaterra de 1937 y la Alemania nazi, Sturzenegger comenzó a desplegar ciertas interesantes cifras.
De inicio, se dirigió al Cuadro N°3 del Presupuesto Nacional de 2023 y halló que el Estado subsidia a los autopartistas con 20 mil millones de pesos anuales. También lo hace con “los ultrarricos, que reciben 21 mil millones al permitírseles evitar el Impuesto a las Ganancias usando sus sociedades de garantías recíprocas”. También cuestionó Sturzenegger “a las empresas varias, que reciben un total de 24 mil millones por regímenes de promoción industrial” y “a las empresas de medios, que reciben 28 mil millones; a los productores de bioetanol, que reciben 46 mil millones; a las empresas de software, que reciben 53 mil millones, o a Aerolíneas que recibió 72 mil millones el año pasado. Resulta natural pensar que cuanto más reciben, más difícil será ‘consensuar’ el cambio”, se alarmó Sturzenegger.
En cambio, encontró que “esas industrias pelearon con uñas y dientes por los beneficios que recién mencioné durante los primeros dos años de la presidencia de Macri, cuando Argentina se encaminaba hacia la estabilidad, no había cepo cambiario y el gobierno lograba los mayores avances en 30 años en el proceso de integración comercial con Europa”.
Hasta ahora prácticamente todos los cuestionamientos del expresidente del Banco Central autóctono fueron dirigidos hacia los regímenes de promoción industrial. Pero no escribió una sola línea que enumerara los enormes subsidios que recibieron los bancos y el FMI.
Porque hay una gran mentira funcionando. Los pretendidos préstamos sólo consisten en transferencias hacia los países centrales. Por eso, Macri tomó créditos innecesarios, sólo con el objetivo de frenar la utilización de materias primas argentinas en procesos industriales argentinos. Porque así se dejarían de exportar a precio vil hacia los países industrializados.
Paralelamente, el economista liberal se planteó el interrogante indispensable: “¿es posible convencer a estos actores de que abandonen dichos beneficios?
La respuesta resultó evidente: No.
Sturzenegger dijo que cree “que los beneficiarios de estas transferencias van a preferir alimentar a un peronismo que luego les responde defendiendo y protegiendo sus privilegios. Más barato y menos riesgoso. Es por ello que cuando escucho que esto se va a resolver ‘cerrando la grieta’, me viene a la memoria aquella cena con Dromi. Hoy en día, su receta no me parece tan loca ni descabellada. A veces pienso que es el único camino posible”.
Por el contrario, así como se pueden cuestionar muchas cosas al Gobierno actual, en los últimos días el ministro Sergio Massa anunció varias medidas que van en sentido contrario a lo que plantea Sturzenegger.
Entre el 27 de febrero y el ocho de marzo, el ministro de Economía anunció que el Banco Mundial financiará con 450 millones de dólares un programa de reducción de la tasa de abandono escolar en el secundario y un plan de viviendas. Dos días después, Massa presentó una denuncia contra los posibles autores de incendios intencionales, que motivaron la salida momentánea de la central Atucha del sistema eléctrico.
El cuatro de marzo anunció un programa de promoción de exportaciones para el sector vitivinícola. El seis de marzo lanzó una licitación para postergar los vencimientos de deuda en pesos para 2024 y 2025, mayoritariamente, intentando de esta manera aliviar la carga por estos pagos en el presupuesto.
El mismo día, la automotriz Ford anunció una inversión de 82 millones de dólares para fabricar en Argentina los motores de la pickup Ranger y desarrollar un programa de autopartistas. Al día siguiente (siete de marzo), Massa anunció la firma de un crédito por 840 millones de dólares, parte de los cuales serán destinados a obras complementarias del Gasoducto Néstor Kirchner.
Finalmente, el ocho de marzo, anunció el lanzamiento del Índice Crianza, que establecerá “un valor de referencia para saber cuánto destinan las familias a alimentar, vestir, garantizar vivienda, trasladar y cuidar niños, niñas y adolescentes”, que sirve para “informar a jueces, abogados y organismos que trabajan con infancias y juventudes para que se cumplan sus derechos”.
Las diferencias entre ambos proyectos políticos explican la grieta por sí misma. No existe tal grieta. Existen, sencillamente, disímiles proyectos de país. Las economías basadas en el sector financiero sólo enriquecen al sector financiero y generan desocupación, pobreza y desigualdad. Sólo los sectores productivos tienden a distribuir la riqueza, si los sindicatos representan dignamente a sus bases.
En 2015, el Gobierno de Cambiemos arremetió contra casi todos los valores republicanos que por arriba dice defender y por debajo desprecia.
¿Irán esta vez por la estatua de Juana Azurduy?