Espacios Políticos publicó una encuesta en donde aseguran que casi el 90% de la población argentina percibe al Estado como ausente. ¿Cuál es su opinión?
Es algo difícil de plantear en una encuesta. Las percepciones sobre el Estado van más allá de si es presente o ausente. Y creo que hasta son contradictorias. Por un lado, se ve al Estado como un negocio de los políticos que termina siendo invasivo para la sociedad. Por otro lado, se exige más de su presencia en todos los ámbitos. Esta paradoja surge del exceso de información que circula. Y también, porque se mezclan los discursos antipolítica y antiestado. Es decir, se critica a la clase política, pero no necesariamente al Estado. Incluso, cuando consultás sobre quién tiene la culpa de la inflación, muchas veces señalan a los empresarios. No hay mucha conciencia de lo que es el déficit fiscal.
En la actualidad, ¿considera que la mayor preocupación de la sociedad está en la inflación o en la inseguridad?
La inflación es clave. Sí es verdad, también, que en los Focus Groups (Grupos Focales en español), el tema que siempre sale es la seguridad. Pero es verdad que también sale la inflación y esto es por la estrepitosa pérdida de poder adquisitivo en los últimos años. Pero un tema que también sale mucho -y me parece muy peculiar- es el de los planes sociales. Existe una idea de que el Estado es injusto porque se lo da a quien no se lo merece. Consideran que no hay meritocracia.
¿Cree que cuando las personas exigen políticas públicas para bajar la inflación son conscientes de lo que implicaría?
En su momento, la convertibilidad fue muy popular porque logró bajar la inflación. Y al no haber inflación, la única razón para aumentar los salarios era la productividad. Esto quebró a las empresas. No son lo suficientemente competitivas para aguantar el mercado mundial. Esto se puede ilustrar con lo que ocurre en la industria textil. Como consecuencia de la demanda de las personas por prendas de marca, surgieron las réplicas como la opción económica, ya que no todos pueden acceder a las originales. Sería interesante, en el caso de que esas réplicas se fabriquen en el país, que se utilice esa productividad para generar una potencial industria argentina. Pero bueno, a lo que voy con todo esto es que congelando los precios, no se puede llegar a resultados estructurales.
¿Cuáles son las principales fallas de la política de congelamiento de precios?
Primero, el desabastecimiento. Segundo, las empresas prefieren discontinuar los productos. Y no podés hacer nada. Uno puede ponerle un montón de condiciones a una empresa. Pero no podés obligarla a invertir en algo que no desea. Y como la experiencia más reciente de deflación fue durante el menemismo, se está sembrando la idea de que la única manera de solucionar el problema inflacionario es a través de la convertibilidad o la dolarización. Volver a ese nivel de productividad o muerte. Incluso, podemos ver cómo seguimos tirando de políticas que implementó Menem. Por ejemplo, el intercambio de empresas por bonos argentinos. Con esto, a mí me parece que lo que hay que preguntarnos es si la Argentina debe tener o no una empresa estatal.
¿Y cuál sería su respuesta a esa pregunta?
No sé si tengo la respuesta. Pero sí puedo decir que la discusión se polariza mucho. Toca fibras ideológicas y también nacionalistas. Es un debate muy complicado para la política. Porque si algún candidato habla de privatizar o ajustar, le van a saltar encima.
¿Cree que se prioriza la supervivencia política a la supervivencia económica?
Yo creo que en las campañas, los políticos hablan de promesas imposibles. Por ejemplo, cuando Alberto Fernández hablaba de eliminar las Lebacs, él tenía que saber que eso era imposible. Y ahí te demuestra que en las campañas juegan los Durán Barba de la vida. Y esto de “Vos deciles lo que quieren escucha y después vemos” se impuso.
Pero también es cierto que nunca terminan haciendo el tan temido cambio…
La Argentina siempre cambió después de una mega crisis. La Guerra de Las Malvinas permitió el retorno de la democracia. La hiperinflación de Alfonsín llevó a la convertibilidad de Menem-Cavallo. Y la crisis de la convertibilidad y posterior caída de De La Rúa, trajo al kirchnerismo. Y en ese mismo proceso, nació el macrismo.
¿Y cuáles son las condiciones para el nuevo cambio?
Hay un tema del que no se suele hablar o mejor dicho, que está oculto en todo esto. No se entiende cuál es la burguesía nacional. ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? Y lo que se ve es que siempre se prioriza el interés particular. No hay una clase empresarial en términos populares. A pocos días de que Macri asuma como Presidente, Prat-Gay anunció el fin del cepo y la quita de las retenciones. Este doble movimiento había sido acordado con el sector rural. Y así y todo, es lo que los terminó desfinanciando. No consiguieron el apoyo del campo que pensaban que iban a tener. Y ahí te das cuenta de que el apoyo del sector empresarial hacia Macri se relativiza. La burguesía argentina no tiene un proyecto de país. En Brasil, el establishment tiene un lugar concreto porque sabe a dónde ir como nación. Por eso, no tienen afinidad por un cierto partido, sino por un candidato que consideran que va a ser el mejor para llevar a cabo las políticas que van a hacer crecer al país.
¿Y por qué cree que el ejemplo brasileño no se replica en Argentina?
Hay que entenderlo desde la clave histórica. A partir de los sesentas y con el desarrollismo, cambia la matriz productiva y se trasnacionaliza la economía. Y cuando uno ve la cadena del sector exportador, ve un problema, no en los productores, sino en las empresas que comercializan el grano. Son intocables. Entonces, al final del día, uno se da cuenta de que esto es aún más complicado. Es muy difícil saber cuáles son las herramientas para desandar este proceso, proceso que además se viene profundizando. Lo vemos con la pobreza estructural. No hay ayuda social que alcance para revertir esta situación. No se resuelve con parches o medidas a corto plazo. Incluso, cuando Cristina se jactaba de sacar gente de la indigencia, la realidad es que pasaban a ser pobres y quedaban ahí. Es armar de nuevo un país.
Pasando directo a las elecciones, ¿considera que el Frente de Todos (FdT) y Juntos por el Cambio (JxC) ven a Javier Milei como una potencial amenaza?
Milei es un exportador de discursos. Y está obligando a toda la dirigencia política a cambiar discursivamente para poder ganar, en primer lugar, al voto joven. Larreta tuvo que decir que va a eliminar ministerios cuando no lo venía diciendo. O lo escuchás a Juez y es increíble. Él habla de Schiaretti como la casta. Hasta llega a decir que él no trabaja de político porque tiene su propio estudio jurídico. Es lo mismo que dice Milei. Pero es grave considerando que es un senador ya que es completamente incompatible con tener un estudio jurídico. Y lo curioso es que Juez está en la política desde el 2003 y fue un poco de todo. Hasta ves el “Efecto Milei” en Cristina, cuando dice que hay que discutir la economía bimonetaria o se junta con Melconian, alegando que ella se junta con todos.
¿Cree que alguno de los candidatos considera incluirlo en su gobierno?
Yo creo que si Patricia Bullrich llega a ser la candidata de JxC, sería capaz de absorber a Milei.
Hablando de la interna de JxC, en caso de que Bullrich no gane las PASO, ¿piensa que sus votantes van a optar por Larreta?
Creo que el voto de JxC va a estar muy dividido. Va a haber gente que va a votar a Milei. Y otra gente va a emitir un voto puramente antikirchnerista. Si en las generales llegan a quedar Larreta, Scioli o Massa, y Milei porque no tiene otra competencia en las primarias, todos los candidatos van a resultar competitivos. Esto es porque Milei va a estar más cerca del 30% que del 15%. Ahí, el votante de JxC va a tener un problema. ¿Va a priorizar al antikirchnerismo o al liberalismo?
Y con respecto al FdT, ¿cuál cree que va a ser la jugada de Alberto Fernández?
Yo creo que el rol de Alberto va a ser el de enterrador del kirchnerismo. Ir a las PASO, pero no para ganar. Sino para tener parte del voto antikirchnerista. Y de esta forma, que pueda ser visto como una herramienta para que un candidato kirchnerista no pase o se vea muy debilitado. Es la única explicación racional de por qué presenta su candidatura para la reelección. Y Scioli es un Plan B, pero la realidad es que no quiere entrar en esa disyuntiva. Alberto va a terminar su gobierno sin problemas. Algo que logró es posicionarse como víctima de todo: de la pandemia, de la guerra de Ucrania y hasta de Cristina. Es un escenario muy interesante. Acá no compiten proyectos, compiten personas. Y esto se ve incentivado por las primarias.