La postura del kirchnerismo frente a las PASO evolucionó progresivamente desde el año pasado. Sus dirigentes pasaron del rechazo total, inclusive con amenazas de suspensión por la vía parlamentaria, a la aceptación, con la condición de que no compita Alberto Fernández. Y en los últimos días, hasta empezaron a mirarlas como una oportunidad, frente al desgaste en las encuestas y ante la posibilidad de que Cristina Kirchner no compita.
A medida que se acerca el cierre de listas -faltan dos meses y medio-, la hipótesis de que habrá primarias se fortalece a lo largo y ancho del Frente de Todos (JxC). Sin un candidato firme para liderar, en las usinas de ideas K admiten que trabajan en diseños electorales con ese escenario en mente. Y se miran en el espejo de la oposición, que a diferencia del peronismo, tiene experiencia en ese terreno.
La mirada no es transversal a todo el espacio duro. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que intenta posicionarse para la Presidencia con el aval de Cristina Kirchner, es uno de los que deslizaron una perspectiva más benevolente ante un escenario de PASO. Pero otros sectores de peso se siguen mostrando reticentes y apenas muestran tolerancia.
Máximo Kirchner, por caso, plantea como condición para un enfrentamiento interno formal que se baje Alberto Fernández. De lo contrario, su tropa amenaza por lo bajo con una ruptura, aunque sea lo último que quieren las bases menos ideologizadas, temerosas por el retorno del macrismo al poder. La Vicepresidenta, que resguarda su mirada sobre las elecciones, evita el tema, así como cualquier definición sobre el rol que adoptará, y se limita a denunciar su proscripción.
En la Casa Rosada y filiales allegadas vienen defendiendo las PASO con el repetido argumento de que “fortalece al frente” a través del “debate de ideas”. Creen que la oferta de perfiles disímiles dentro de la misma coalición permite captar votantes de distintos tipos, que podrían beneficiar al conjunto en octubre o en una segunda vuelta.
En ambos sectores advierten, sin embargo, el riesgo de que el enfrentamiento en la campaña entre fuerzas afines se transforme en una contienda desenfrenada, e inclusive sucia. Pero señalan que si se logra mantener en el límite de ciertas pautas de convivencia, serviría para sumar adhesiones y robustecer al candidato triunfador en los comicios generales. Para que la disputa no se salga de cauce sería necesario generar “reglas de juego” antes de empezar, dicen. Una tarea imposible hasta tanto no se definan los nombres de las cabezas de nómina.
De todas formas, en el kirchnerismo no descartan un panorama donde se imponga un candidato único, y esperan a Sergio Massa, que sopesa su nivel de éxito en la gestión económica; y a Axel Kicillof, a pesar de ya avisó que prefiere ir por la reelección.