Este proceso electoral que está transcurriendo está poseído por la incertidumbre, tanto para la dirigencia política como para la sociedad. Las expectativas sociales aún no están claras y tampoco se conocen más que superficialmente las propuestas de las coaliciones, más allá de las que dejaron trascender los libertarios.
No se trata de una elección más y eso lo tienen en claro la oposición y el oficialismo, que aún no terminaron de definir sus candidatos. Sin Cristina Fernández de Kirchner ni Alberto Fernández, pareciera ser que el liderazgo dentro de la coalición gobernante no tiene heredero o – al menos – uno que enamore y convoque.
Pero lo único que sí saben los precandidatos a presidente de cualquier espacio político es que tendrán que gobernar con el Congreso de la Nación de aliado, que hoy se encuentra polarizado entre el FdT y JxC.
Actualmente es un Poder Legislativo atravesado por la paridad política y marcado por una elección que en el 2021 no dejó espacios para imponer agendas propias. Ambas coaliciones se necesitan mutuamente, aunque el oficialismo –en algunas ocasiones– logró triunfos en el recinto con la ayuda de los votos de los bloques minoritarios.
Del lado de la oposición, si bien pudieron avanzar en algunos proyectos en la Cámara de Diputados –como la Boleta Única de Papel- el Senado continuó siendo su Talón de Aquiles, ya que allí todo quedó empantanado.
El margen de maniobra en la Cámara alta se dificulta, además, por la dinámica y las presiones que ejercen los gobernadores.
Las agendas políticas se diferencian y el contrato interno del FdT marcó un distanciamiento cuando la mayoría de las provincias peronistas decidieron desdoblar sus comicios para no quedar pegados con una posible derrota a nivel nacional.
Asimismo, el oficialismo viene teniendo malos tragos en el Senado. Por un lado, la jugada de partir su bloque en dos para sumar más cargos en el Consejo de la Magistratura no funcionó porque la Corte Suprema de Justicia frenó la designación del senador Martín Doñate (FdT) y sostuvo que esa banca le correspondía a Luis Juez (JxC).
Por otro lado, el FdT sufrió la huída de cuatro de sus legisladores (Guillermo Snopek, Eduardo Kueider, Carlos “Camau” Espínola y María Eugenia Catalfamo) y de su aliada Alejandra Vigo, lo que significó un cambio en la dinámica de trabajo del oficialismo, debido a que perdió el quórum y quedó obligado a tener que negociar con JxC.
Allí, la labor legislativa se encuentra bastante bloqueada, ya que la falta de acuerdos políticos es moneda corriente.
En la cámara alta, tanto el trabajo en el recinto como en las comisiones camina a un ritmo mucho menor que en la Cámara de Diputados.
Pero más allá de cómo está hoy el Congreso de la Nación, el año electoral marca un gran desafío para quien desee gobernar a partir del 10 de diciembre del 2023. Ningún presidente electo podrá gobernar sin el Poder Legislativo y ahí deberá mostrar su templanza y su capacidad práctica para avanzar en la gestión.
Sin embargo, el panorama no pareciera ser alentador para nadie, ya que el escenario que se avizora demuestra que nadie tendrá mayoría parlamentaria.
En una entrevista a C5N, la vicepresidenta se refirió a un posible resultado electoral de tres tercios y manifestó que el FdT tiene que llegar al ballotage, lo que revela que nadie tiene nada ganado, hasta el momento.
Algunas encuestas que se dieron a conocer dan cuenta de lo que plantea la titular del Senado, debido a que refleja que la competencia estará centrada en el FdT, JxC y la Libertad Avanza, es decir, entre dos frentes y un partido único con menor estructura a nivel nacional.
Se sabe que el oficialismo cuenta en Diputados con 118 legisladores, JxC con 116 y los libertarios sólo con dos. En la Cámara alta, el FdT se quedó con 31 senadores, JxC con 33 y la peor parte se la lleva el partido de Javier Milei, que no tiene ningún representante.
Según los últimos datos de mayo, la encuesta de Zuban Córdoba le da un 33% de intención de voto a JxC, un 27% al FdT y 21% a La Libertad Avanza. Otra de las consultoras (FGA) marca un escenario similar en cuanto a los porcentajes.
JxC alcanzaría un 33,5%, el FdT un 25,9% y el partido de Milei un 24,1%. Más allá de que algunas encuestas, como la realizada por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), dan primero a Milei con un 29,3%, al FdT con un 26,1% y a JxC con un 24,6%, el panorama sigue mostrando lo mismo, los tres tercios, con poca diferencia porcentual entre ellos.
Ahora bien, sería factible preguntarse ¿con qué Congreso se encontrará el próximo presidente o presidenta con estos resultados?
En el caso de que exista la posibilidad de una segunda vuelta, las alertas estarán puestas en que nadie que asuma logrará una mayoría que le permita prescindir de las demás fuerzas políticas.
Teniendo en cuenta que La Libertad Avanza cuenta sólo con dos diputados nacionales y ningún senador, será el que mayores dificultades tendría, porque deberá negociar con la “casta política”, sino sería inviable poder tomar decisiones políticas en soledad.
La puja de poder estará entre JxC y el FdT, que se disputarán voto a voto sus representantes en el Congreso de la Nación, pero todo estará determinado en la performance que realicen en las elecciones generales.
En ese sentido, tendrán que apostar a todo o nada en los principales distritos electorales, como la provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y Córdoba, donde pareciera que la oposición lograría imponerse.
Aunque el destino sea una incertidumbre permanente, el juego político ya comenzó y pareciera ser que seguirá existiendo una fuerte polarización, con poco margen para maniobras propias.
Se verá qué nuevo Congreso construirá el electorado, en el marco de muchas demandas sociales insatisfechas, de múltiples enojos y de una apatía política muy parecida a la resignación.