Facundo Tignanelli es uno de los principales laderos de Máximo Kirchner en territorio bonaerense, un delegado encumbrado, un ejecutor brutal con manejo de lapicera, un trabajo que cada dos años deja un tendal de heridos y una catarata de reproches internos y que en los últimos días no fue la excepción, si no la regla.
Ya lo había apuntado el ministro Sergio Berni, un histórico de la familia Kirchner, después del cierre de listas del 2021 y de la fallida estrategia electoral, cuando encaró para trompearlo al jefe de La Cámpora en uno de los apartados del búnker K en Chacarita, frente al cementerio porteño, la noche de la derrota electoral que marcó un quiebre en el sistema de relaciones en la cúpula de la coalición oficialista.
“Facundo es relevante por el rol que le asigna Máximo”, dice un funcionario bonaerense que conoce a la perfección a Tignanelli, el hombre detrás de Kirchner que dos años atrás perdió la jefatura del bloque K en la Cámara baja bonaerense y se alejó de la Legislatura, con algunas resistencias internas.
El líder de La Cámpora, sin embargo, revalidó su respaldo. Tanto que su nombre volvió a tener un lugar preponderante durante el cierre de listas del último fin de semana, con epicentro en La Plata y réplicas en buena parte de los municipios del conurbano en los que la agrupación hizo valer la centralidad de su jefe y, en particular, de Cristina Kirchner, bien enfocada en el principal distrito electoral del país.
Matancero -es el referente de “la orga” en esa comarca-, clase 87, criado en el barrio Lomas del Millón de Ramos Mejía por abuelos peronistas, Tignanelli supo estar en el momento justo y en el lugar indicado: su influencia empezó a hacerse cada vez más notoria una vez que Jorge “El loco” Romero cayó en desgracia, a fines del 2018, acusado por presunto abuso sexual por una compañera de la organización, una denuncia que condenó al ostracismo al entonces senador bonaerense -tuvo que renunciar a la banca- y que dejó un vacío que, según las fuentes, el delegado bonaerense de Kirchner supo aprovechar.
Según trasciende, fue el prólogo de una enemistad manifiesta y muy vigente entre Tignanelli y Andrés Larroque, amigo íntimo de “El loco” -ahora merodea con bajísimo perfil por la organización La Patria es el Otro, referenciada en el ministro provincial-.
Empleado durante el segundo mandato de Cristina Kirchner en la Jefatura de ministros y en el Ministerio de Desarrollo Social, con un paso por la Legislatura bonaerense y ahora, según los registros oficiales, dependiente de la Universidad Nacional de La Matanza, Tignanelli controla ese distrito y algunas de las oficinas de organismos estatales para la agrupación -su hermano Juan trabaja en la Anses- y se mueve alrededor del jefe de La Cámpora junto a otros dirigentes como el legislador Emmanuel González Santalla, de Avellaneda, o Martín Rodríguez, el número dos del PAMI enfrascado en una guerra fría en Hurlingham con el intendente Juan Zabaleta.
A pesar de su poder delegado, Tignanelli, sin embargo, no pudo hasta ahora desafiar en La Matanza a Fernando Espinoza. Por el contrario, coló en el noveno lugar de la lista de concejales del intendente a una dirigente de su riñón mientras Cristina y Máximo Kirchner avalaron que Patricia Cubría, diputada bonaerense del Movimiento Evita, pareja de Emilio Pérsico, le armara una interna en el distrito al jefe comunal.
El ascenso final del dirigente de La Matanza de estos últimos años se dio en paralelo a que el jefe camporista hiciera cumbre en la cima del PJ bonaerense y se instalara definitivamente como un jugador central de la política provincial después de asociarse a otro jugador con muchísima más experiencia que le ofreció un curso acelerado del conurbano y sus beneficios como Martín Insaurralde, el jefe de Gabinete de Axel Kicillof y cacique de Lomas de Zamora.