El domingo lanza la campaña Unión por la Patria, en Salliqueló

El domingo lanza la campaña Unión por la Patria, en Salliqueló

Habrá foto de unidad, aunque la crisis interna no esté saldada. Es un gesto de poder que todos estén allí.


Para Unión por la Patria, la campaña comenzará realmente el nueve de julio –el domingo próximo- en Salliqueló, a 550 kilómetros de Buenos Aires. Allí se realizará el quinto tramo de llenado del gasoducto Néstor Kirchner, una ambiciosa obra que unirá Tratayén, en Vaca Muerta, con Salliqueló y luego continuará, en una segunda etapa, hasta San Jerónimo Norte, en Santa Fe. Hasta ahora, el gasoducto tiene 573 kilómetros, pero con el tiempo llegará hasta Brasil y Uruguay.

Allí, en un acto que tendrá capital importancia, el oficialismo mostrará juntos, por primera vez en varios meses, a su primera línea dirigencial. Estarían presentes el presidente de la Nación, Alberto Fernández, el candidato presidencial, Sergio Massa, la vicepresidenta Cristina Fernández, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, ahora jefe de campaña de Massa, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof y Máximo Kirchner.

También serán de la partida los gobernadores cuyas provincias atraviesa el gasoducto, Omar Gutiérrez (Neuquén), Arabela Carreras (Río Negro) y Sergio Ziliotto (La Pampa), a quienes habría que sumar a Axel Kicillof, que desempeña la doble función de líder político del principal territorio peronista y de anfitrión.

Una interna flamígera

Con la designación de Sergio Massa como el candidato de unidad de todo el peronismo, la coalición gobernante buscó volver a reunir a sus fuerzas, que se encontraban en un proceso de dispersión, deambulando sin rumbo fijo.

De todos modos, su entrada en escena no conformó a todos. En especial desagradó al sector “progre”, de donde partieron los argumentos más amargos. El peronismo, sin embargo, no se mostró mayormente perplejo. Massa era uno de los postulantes que sonaban en los medios y la oficialización de su candidatura solamente sorprendió porque fue un abrupto cambio de planes con respecto al primitivo lanzamiento de la fórmula De Pedro-Manzur, que debió cederle paso a la lista de unidad que encarnan Massa y Agustín Rossi.

La estrategia peronista es, antes que nada, conservar la unidad; en segundo término, impedir la dispersión del voto y de la militancia disconforme, que puede migrar hacia otras opciones; el último ítem es la gestión. Massa deberá tomar medidas para detener la sangría salarial, que nunca se pierde en el mar, sino que va a parar a los bolsillos de los empresarios, que obtuvieron ganancias siderales desde 2015 hasta nuestros días. Como si fuera una represalia, tras la etapa que comenzó en 2003.

La segunda estrategia, el Plan B, se llama Juan Grabois. Era previsible que parte de los votos comprometidos con el kirchnerismo fugaran hacia opciones testimoniales. Y eso posiblemente ocurrirá, pero el líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular restañará en parte esa sangría, que sería mucho mayor sin su candidatura, casi seguramente.

Números hostiles

El último ítem de la campaña se va a basar en muestras de poder. El peronismo es un partido de poder, que ha gobernado utilizando todos los resortes del Estado para lograr los objetivos, para bien y para mal. Sólo dos sangrientos golpes de Estado, que pasaron a sangre y fuego por sobre sus gobiernos civiles y desarmados, los de Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón, lograron desalojarlo del poder.

Luego, ha perdido elecciones, pero no fue derribado ni por golpes de mercado ni por conspiraciones similares a las que se llevaron puestos a Fernando Lugo en Paraguay, a Dilma Rousseff en Brasil, a Evo Morales en Bolivia y a Mel Zelaya en Honduras.

De todos modos, las encuestas muestran números adversos a Unión por la Patria. Un sondeo reciente de Proyección Consultores arrojó un resultado que inquieta a todo el peronismo, al mismo tiempo. Midió la fórmula Massa-Rossi con Patricia Bullrich y Javier Milei y resultó que el binomio más votado fue el de Unión por la Patria, pero la suma de la presidenta del Pro más el libertario supera ampliamente al oficialismo. Massa-Rossi obtuvo el 30,3%, mientras que Bullrich alcanzó el 20,6% y Milei, el 18,8%. Si bien algunos definieron a estas cifras como un “empate técnico”, esto no es verdad. Nueve puntos de diferencia es demasiado para entrar en la categoría de +-3 o 4 que siempre advierten los encuestadores.

Aún así, la candidatura de Massa asustó y obligó a la oposición a extremar su discurso. Los corrió hacia la derecha, en su necesidad de no perder identidad. Paralelamente, Massa se puso el traje de candidato peronista y asistió por primera vez a un acto por los derechos humanos el 27 de junio último y posteriormente expresó en La Rural, en el cierre de la Convención Anual de la Cámara de la Construcción, que “hay que generar los dólares necesarios para pagarle al Fondo y no volver nunca más”. Dos gestos inhabituales en el tigrense, que también encara la campaña intentando diferenciarse, para no perder la identidad peronista del espacio al que representa.

Dicen en los mentideros políticos que si Patricia Bullrich le ganara en las PASO a Rodríguez Larreta, Massa es el seguro presidente. Esto tiene que ver con que la caída de Milei le transferiría gratuitamente sus votos a la exministra de Seguridad, que con ellos le podría ganar al jefe de Gobierno porteño. En este ítem, la actitud ambigua de Larreta lo perjudica seriamente. No es éste un tiempo de moderados en la derecha. Sus votantes están asustados y exigen manos duras.

Por el contrario, la moderación es un valor más consistente en el peronismo. Su público no está en crisis, al contrario, alberga la esperanza de conseguir sus reivindicaciones sin quemar bancos centrales, ni salir a gatillar “chorros”, ni “terminar” con sus opositores. La palabra mágica es “Justicia Social”.

La caída de Milei en los últimos tres meses es posible que convierta a La Libertad Avanza en una tradicional tercera fuerza argentina, como lo fueron la UCeDé, el Partido Intransigente o la Coalición Cívica en su momento, que cosecharon una adhesión que fluctuó entre el 10 y el 20% del electorado. Casi todos esos votos migrarían en la ocasión hacia Bullrich, pero no hacia Rodríguez Larreta, que eligió otro perfil, más cercano a lo que fue en otros tiempos el radicalismo.

Massa cierra filas con los gobernadores

Massa y Rossi, se reunieron este miércoles, al cierre de esta edición, con 12 gobernadores y tres vicegobernadores en el Consejo Federal de Inversiones. Buscaban coordinar “la metodología de la campaña en las provincias”, ya que a los mandatarios provinciales no les gusta que interfieran en sus procesos electorales. Aceptan a los funcionarios nacionales, pero de visita y, preferentemente, con invitación.

Estuvo también en el encuentro Uado de Pedro, que será el jefe de la campaña de Unión por la Patria. Además, se hicieron presentes los gobernadores Axel Kicillof (Buenos Aires), Raúl Jalil (Catamarca), Mariano Arcioni (Chubut), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Gildo Insfrán (Formosa), Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Oscar Herrera Ahuad (Misiones), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Gerardo Zamora (Santiago), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Juan Manzur (Tucumán) y los vicegobernadores Analía Rach Quiroga (Chaco), Antonio Marocco (Salta) y Osvaldo Jaldo (Tucumán).

Los únicos ausentes fueron los “mariscales de la derrota” en San Juan y San Luis, Alberto Rodríguez Saá y Sergio Uñac, que perdieron sus provincias a manos de la oposición.

Punto y aparte

Un punto aparte para Axel Kicillof, que medido por Proyección Consultores, alcanzó el 37% en su provincia, superando incluso a Massa. El director de la empresa de opinión pública, Manuel Zunino, afirmó que “la evaluación de la gestión de Axel Kicillof creció en nueve puntos en los últimos 12 meses”.

Esto significa que la Provincia de Buenos Aires va a ser el motor de la elección nacional de Unión por la Patria. El acto de Salliqueló es, en realidad, el punto de largada de una campaña en la que el peronismo y sus aliados se sienten seriamente amenazados. Mostrar allí juntos a Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa, que en el pasado reciente llevaron a la ruptura al Frente de Todos, significaría que la crisis está superada, aunque no lo esté realmente.

La foto será lo importante.

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