El 28 de julio último, la jueza Loretta Preska, que preside –en reemplazo del fallecido magistrado Thomas Griesa- la Corte del Distrito Sur de Nueva York, escuchó las alegaciones finales de las partes, en el juicio que entabló los fondos buitre Burford Capital y Eton Park contra Argentina por la reestatización del 51% del capital accionario de YPF.
¿Cómo se llegó a esta situación, si ni Burford Capital ni Eton Park nunca exploraron ni extrajeron un solo litro de petróleo de las profundidades de la tierra argentina? En 2015, en una audaz operación, los accipítridos ingleses les compraron por 15 millones de euros y el 30% de lo que obtuviera en la demanda contra el Estado argentino en este juicio, a Petersen Inversora y a Petersen Energía, que eran accionistas menores –tenían el 29%- de YPF.
El método de Burford y Eton Park no difiere del de otros accipítridos. Compran demandas contra diversos estados, ejerciendo una fuerte actitud contraria a cualquier negociación. Luego, hacen el popular “fórum shopping”, es decir, buscan un juez/a amigo/a y luego se presentan para iniciar acciones legales.
De todos modos, Preska no emitió aún su fallo, una instancia que se produciría recién entre el fin de agosto y el principio de septiembre, según fuentes judiciales neoyorquinas.
Una vez que las partes realizaron sus presentaciones, ahora el conflicto gira en torno al monto que deberá pagar el Estado argentino. El juicio se originó porque para efectuar la reestatización de la mayoría del paquete accionario, el gobierno argentino no convocó a una Oferta Pública de Acciones (OPA). Este mecanismo estaba previsto en el estatuto de YPF, aunque no en las leyes argentinas.
En cuanto a los números, YPF estaba valuada en 2012 en 9.567.030.000 de dólares, por lo que cada acción valía entonces 24,553 unidades de la moneda norteamericana. La suma que quieren cobrar los accipítridos equivaldría a lo más cerca posible a los 16.000 millones de dólares. El Estado argentino –el procurador Carlos Zannini estuvo el 28 en Nueva York-, por lo contrario, quiere que la suma se mantenga alrededor de los cinco mil millones de la verde moneda. Fuentes bursátiles evalúan que Preska le impondrá a nuestro país abonar entre seis y siete mil millones, más intereses.
Aquí existe otra controversia, aparentemente insólita, que gira en torno a la fecha en que efectivamente entró en vigencia la reestatización de la mayoría accionaria de la empresa petrolera nacional. El Estado argentino plantea que debe regir a partir del siete de mayo de 2012, cuando entró en vigencia la Ley N° 26.741. Los accipítridos quieren que se cuente desde el 16 de abril de 2012, la fecha en que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner envió el proyecto al Congreso.
La discusión entre una fecha y otra tiene que ver con que existen tres mil millones de dólares de diferencia entre una fecha y otra. Si se tomara en cuenta la posición argentina, el monto estaría relacionado con el ejercicio del segundo semestre de 2009. Los accipítridos, en cambio, buscan ser favorecidos además por la fecha que plantean, que le sumaría tres mil millones de verdes billetes más.
¿YPF puede pagar?
La otra controversia involucra a operadores que no tienen nada que ver con el mercado de la energía, que comenzaron a plantear cuál sería la forma de pago. Por supuesto, financistas al fin, proponen la venta de activos, argumentan que la suma es excesiva, que es imposible de pagar sólo con los beneficios que genera la empresa petrolera nacional.
En principio, YPF compensó en 2015 a Repsol con cinco mil millones de dólares por sus acciones, pero como los españoles no invertían ni un dólar en Argentina y sólo se dedicaban a girar beneficios a España, existían muchos otros tenedores de acciones, que a menudo eran propiedad de otros fondos de inversión.
Repsol jamás tuvo una oportunidad semejante a la que tuvo con la adquisición de YPF, una empresa que explotaba una gran riqueza energética y podría haberla convertido en un jugador mundial. Para muestra, basta un botón. Si la suma con la que Preska sanciona a Argentina ronda los seis mil millones de dólares, YPF podría pagarla sólo con la EBITDA 2022.
Explicación: el EBITDA es un indicador financiero que mide el beneficio bruto de explotación, calculado antes de deducir los gastos financieros. La propia sigla significa Earnings Before Interests, Tax, Depretiation and Amortization (Beneficios antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización).
El EBITDA de YPF en 2022 fue de casi cinco mil millones de la moneda norteamericana. La ganancia neta fue de 2.200 millones de la misma moneda. Esta cifra superó en 29% al del indicador del año 2021 y un 37% mayor al del ejercicio de 2019.
El futuro de YPF
La producción de YPF en 2022 fue de 503 mil barriles diarios, superando por mucho a la de años anteriores. Y, en especial, excediendo los exiguos números que entregó en los años en que la empresa estuvo en manos españolas.
Repsol sobreexplotó las reservas que heredó de la administración estatal, no invirtió, ni exploró, ni desarrolló la empresa. Se limitó a vender lo que había, inclusive algunas oficinas que había abierto la empresa en países extranjeros.
En 1994, por ejemplo, existían 101 pozos activos, que en 2011 se habían reducido a diez. La inversión promedió entre 2006 y 2011 los u$s2.200 millones, mientras que entre 2013 y 2015 llegó a u$s6.250 millones.
Hoy, en 2023, solamente las reservas de gas natural en Vaca Muerta ascienden a u$s7.000 millones, mientras que las de petróleo llegan a los u$s68.000 millones. Por su parte, los recursos prospectivos son en gas de u$s45.500 millones y en petróleo, de 190.000 millones. Sumadas, las reservas totales llegan a u$s75.000 y a largo plazo arriban a los u$s200.000 millones. El total de las reservas asciende a la fabulosa cifra de u$s310.500 millones. Hay 16 billones de barriles en el subsuelo argentino, que cubrirían el consumo interno por 94 años. Paralelamente, hay 308 trillones de pies cúbicos de petróleo subyacente, esperando para ser explotados, que significan el consumo argentino de los próximos 193 años.
En este contexto, cinco mil o diez mil millones de verdes dólares esperanza son un accidente. Amargo, pero no mortífero.
También hay tiempo para alguna operación. El economista Sebastián Maril declaró que “para mí va a haber una negociación con los candidatos del próximo gobierno para que haya un pago parcial de toda la deuda que se le debe a los demandantes”. Si esta negociación va a revestir un cariz semejante a la que culminó con el pago a los fondos accipítridos en 2015, el futuro es negro. Tan negro como el petróleo.