Abogados de las querellas, de los imputados, un juez y su personal, además de policías, tuvieron que sortear el cerco de seguridad colocado sobre Bartolomé Mitre esquina Jean Jaures. Con una llave cruz unos oficiales destrabaron el portón e ingresaron a República Cromañón. Recorrieron el boliche donde las paredes y puertas evidenciaban las marcas de los dedos y palmas de aquellos que intentaron escapar al mortal humo de la guata y la media sombra incendiadas. Una vez atravesado el salón clase C (habilitado para baile, no para recitales) llegaron al hotel lindero, Central Park, del cual Cromañón dependía. Todo eso sin salir nunca a la calle.
Una vez en el hall del hotel una escalera estilo caracol conducía al subsuelo. Por allí descendieron los abogados de las víctimas y sobrevivientes. Se toparon con un cuarto de máquinas pero algo los llevó a continuar el paso. Sonaba cumbia. Intrigados por saber de dónde venía la música siguieron recorriendo. Vieron una calle interna y del otro lado un portón. Cuando abrieron las puertas encontraron algo insospechado además del grabador de música.
"Vimos cómo muchachos aparentemente bolivianos guardaban camperas en cajas. Tenían unas etiquetas que ponían a la ropa. Nos dijeron que trabajaban para Levy. Las apariencias daban un taller clandestino. Al día siguiente nos presentamos ante el juez y le pedimos que cerrara el lugar", reveló a NOTICIAS URBANAS el abogado y padre de una víctima, José Iglesias, que con sus palabras rompe un pacto de silencio en ese entonces decidido entre las partes de la causa.
Es que los abogados creían que dar trascendencia al emprendimiento textil clandestino propiedad del verdadero dueño de todo el complejo, que es Rafael Levy, podía complicar la causa madre del incendio del boliche Cromañón. Tenían el temor de que así como existía un taller – depósito textil funcionando a cinco meses del incendio pese al cerco de seguridad de la Federal, se podía pensar también en la alteración de las pruebas, ya cualquiera desde el subsuelo podía acceder al local.
DEPÓSITO TEXTIL CLANDESTINO Y ALGO MÁS
El día 4 de mayo de 2005 se realizó la segunda inspección sobre Cromañón, ordenada en ese entonces por el juez de primera instancia interino, Julio Lucini. Al otro día es cuando se presenta ante el magistrado el abogado Iglesias y su colega Beatriz Campos para notificar la existencia del taller y depósito textil.
NOTICIAS URBANAS accedió a la orden de allanamiento librada por el juez Lucini sobre el inmueble que contaba con custodia de la División de Infantería de la Policía Federal, la cual no fue removida de sus tareas por el juez ni por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 24, pese a las evidencias de que habían actuado con negligencia en el cuidado del inmueble, además de permitir una actividad estrechamente relacionada con el tráfico de personas de países limítrofes que luego por lo general son reducidas a la servidumbre.
Tampoco hay constancias en la causa de que el responsable máximo de la fuerza de seguridad, Néstor Valleca, haya tomado sanciones contra sus subordinados. En la causa 247, que desde el 19 de agosto se desarrolla en un juicio oral y público, figura en la foja 18.611 exactamente el punto once, que "puesto en conocimiento del tribunal por parte del Dr. José Antonio Iglesias, pudiendo resultar de interés para la investigación determinar si en el hotel ‘Central Park’ lindero al local bailable de marras actualmente se realiza algún tipo de actividad comercial y en particular si desde él se accede al local en cuestión, procédase a su allanamiento", y la foja 18.612 dispone la clausura de cualquier acceso al boliche Cromañón, concluyendo la nota con la firma del magistrado Lucini y su secretario Pablo Iannariello.
Por su parte, las declaraciones de dos funcionarios policiales son contundentes, ya que ratificaron la existencia de un "depósito textil", de donde fueron desalojados los trabajadores. El inspector Marcelo Octavio Lepwalts y el principal Daniel Oscar Rodenas ratificaron "que se determinó que en el subsuelo del hotel funciona la empresa textil Logical S.A.". Por su lado, el funcionario policial Rodenas dio más precisiones, y no por casualidad coinciden con lo descrito al comienzo del artículo. "Se accedió por una de las puertas del local Cromañón y a través de una escalera del hotel a un subsuelo donde funciona un depósito de la firma Logical S.A. representada por Eduardo Levy" (ver expediente abajo de la nota).
Igualmente, en el allanamiento surgió otra sorpresa. En la terraza del Hotel Central Park había canchas de fútbol en actividad pese a que a pocos metros se había producido la mayor tragedia no natural de este país, y que fue de tal relevancia que por primera vez se destituyó a un jefe de Gobierno. "Por otras escaleras internas que se comunican con la planta alta se accede a un predio deportivo con cancha de fútbol de la firma ‘Eleven Fútbol’ representada por el Dr. Luis Alberto Bucio", consta en el juramento del principal Rodenas en fojas 18.910.
LOS TESTIMONIOS EXTRAOFICIALES
Más allá de las pruebas oficiales, NU charló con uno de los testigos del allanamiento, llamado Andrés Daniel Medus: "Iba para la plaza Once a la 13. Generalmente no quería pasar por allí por todo lo que es Cromañón, y un policía me dijo que tenía que ser testigo. Ingresamos por el portón que no tenía ni llave, lo abrieron con una barreta. Vi de todo. Manos marcadas en las paredes, banderas quemadas, zapatillas en el piso, hasta la batería todavía estaba en el escenario. De allí, por una puerta de la izquierda, pasamos al hotel. De ahí, en el hall, bajamos por una escalera y dimos con un depósito. Salió una persona (no sabe quién es). Un policía le dijo que tenía que irse por una orden judicial y a mí otra me dijo que ahí había un depósito textil. Lo único que vi fueron cajas. No sé la marca de la ropa".
Medus, un hombre de estatura mediana, de anteojos y profesor, recorrió las canchas de fútbol que antes había alquilado con sus amigos. "Por el estacionamiento pasamos delante de una puerta que usaban los músicos para ir al escenario, donde había una batería, y en el estacionamiento vi un 147 que, dicen, es de un músico. De ahí pasamos a las canchas de fútbol. El lugar lo conocía de antes porque iba a jugar. Pero entraba por Mitre, por una puerta de vidrio estilo oficina. También ordenaron que se debían ir a los que estaban ahí trabajando, si hasta había gaseosas en las heladeras. La gente igual parece que ya sabía del allanamiento porque estaban como preparados para irse".
El testigo que se animó a hablar con este medio, y que nunca fue citado por la Justicia, contó que "al lado de las canchas están las bocas de aire del boliche. Eran cuatro o tres. Dos estaban tapadas con cemento. Una, por lo que dijo un poli, no funcionaba. Es todo extraño porque el día del allanamiento todo el recorrido que te conté lo hice sin salir a la calle. Eso es bastante raro".
El encargado de uno de los edificios de Jean Jaures, Miguel Ángel Suanez, en la noche del 30 de diciembre organizó a los vecinos de su cuadra para que hicieran los llamados a quienes los sobrevivientes rogaban comunicarse pero no podían por haberse quedado sin casi nada puesto, menos con dinero. Además Suanez, retacón y morrudo, que tampoco fue citado para el actual juicio oral y público en el Palacio de Justicia, esa noche llegó antes que los bomberos para hacer rescates y siguió hasta el otro día despierto alcanzado agua y sillas en el caluroso 31 de diciembre de 2004, cuando decenas de personas a su suerte buscaban con esperanzas encontrar a los suyos cerca de Cromañón. Pero también fue repudiado por los familiares de las víctimas en abril de este año. En ese momento, junto a otros vecinos, Miguel salió a respaldar la medida de la gestión macrista de reabrir la calle Bartolomé Mitre, que ocupa el santuario.
"Antes del incendio y después llegaban unos camiones containers. Los veía acá en Jean Jaures. Hasta venían custodiados por autos con vidrios polarizados. Supongo que allí llevaban mercadería, que después entraban por el garage", aseveró el portero que recibió a NU y tomó fuerzas para recordar un hecho que le dejó secuelas mentales y físicas, por depresiones y dos preinfartos.
Para no dejar lugar a dudas, NU también se entrevistó con una persona que durante seis años trabajó para el verdadero propietario de Cromañón, del hotel Central Park y de la empresa textil Logical S.A., Rafael Levy. Esta persona dio la entrevista con la única condición de preservar su identidad. Accedimos porque su relación con Levy está más que confirmada. "Sabía de la llegada de camiones con mercadería al subsuelo del hotel. Sé que lo manejaban los hermanos de Lito Levy. Máquinas de coser también había. Me lo decía un empleado de seguridad".
Como si la realidad fuera ficción dos hechos que conmueven a gran parte de la sociedad se unen: Cromañón y la industria textil clandestina.
TIBURÓN LEVY, EL PADRE DE CROMAÑÓN
"Tiburón", es el apodo de Rafael Levy que se le conoce en los ámbitos de negocios. Dicen que es porque cuando muerde destroza. Su aspecto no es de multimillonario, sí amenazante, con testaferros por doquier y turbio como sus empresas off shore en las islas vírgenes. A Levy lo conocen en el ambiente de sus empresas como "Lito", desde sus ex empleados a las ex mucamas del Hotel Central Park, donde tenía una suite actualmente desmantelada por el accionar policial, pasando por Omar Emir Chabán, a quien puso como gerenciador del boliche que, a pesar de las palabras de este último, no funcionaba como "una estructura de amor" sino en condiciones de fraude laboral.
La empresa Logical S.A., con sede comercial en Viamonte 2386, comercializa ropa con el nombre fantasía André Bulle. Su apoderado legal es uno de los hermanos de Rafael Levy, Eduardo. Lo trabajan también sus otros hermanos, Luis y Ruth. A través de otra empresa Univista S.A. se quedó con casi 30 los locales de la cadena de ropa para mujeres Etam.
El incendio que lo llevó a cierta fama mediática demostró de quién se trata este empresario diversificado en los negocios. "La noche del 30 estuvo acompañado y algunos señalan que para retirar la recaudación del hotel Central Park del primer piso en una oficina de empresa de turismo Abax Travel", confió una de las tantas mucamas del hotel.
Ahora dicen que anda más tranquilo. Ya pasó el verano de 2005, cuando una nota en el diario La Nación lo preocupaba a él y a su entorno más cercano. Ya no es momento de correr para recurrir a abogados amigos y hábiles. Este verano a "Tiburón" Levy la vida lo va a tratar mucho mejor. Algunos dicen que no está en el país, ya que es su abogado quien deja constancia en los tribunales de su presencia.
Lo que sí está confirmado, por el accionar de tres jueces integrantes de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Nº 5, es el sobreseimiento de Levy de la causa Cromañón. Los jueces Gustavo Bruzzone, María Laura Garrigós de Rébori y Rodolfo Pociello Argerich, en el mes de julio derribaron la investigación del juez Alberto Baños, quien procesó a Levy por mantener una sociedad con Chabán. El procesamiento en carácter de estrago doloso seguido de muerte y cohecho activo dictado en primera instancia, como los casi 60 millones de pesos de embargo, fue revocado. El fallo fue apelado por los familiares de las víctimas. Quienes definirán la condena o no del empresario son Guillermo Tragant, Eduardo Riggi y Ángela Ledesma, quienes integran la sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal.
(PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL SEMANARIO NOTICIAS URBANAS Nº 165, DEL 04/12/08).