“El próximo Gobierno argentino deberá tomar decisiones muy difíciles. El nuevo Presidente tendrá que estar dispuesto a perder capital político para aplicar medidas que ayuden a encauzar la economía”, detallaron desde Washington DC. La sentencia resuena por estas horas en la parte norte de nuestro continente, donde la mirada sobre el futuro de Argentina recorre la sinuosa frontera de la bipolaridad.
En la ciudad epicentro del poder de los Estados Unidos hay dos visiones dispares sobre la Argentina que viene. Una de ellas es más optimista, porque destaca la riqueza de recursos naturales, de capital humano y hasta de ubicación geográfica (lejos de los escenarios bélicos) que le dan una enorme chance de lograr a mediano plazo un despegue económico sostenible en el tiempo.
“Es un país que debería nadar en dólares si aprovechara las necesidades globales de energía y alimentos”, resumen sin pestañear desde el círculo de poder norteamericano.
Sin embargo, en un parpadeo la perspectiva se carga de escepticismo con un dato que consideran irrefutable: el historial de recaídas de una dirigencia política que -entienden- siempre elige recalcular el rumbo cuando llega el momento de avanzar con reformas de fondo. Por el contrario, apelan a fórmulas cortoplacistas que agravan un cuadro económico y social desesperanzador que, aun en el mejor de los casos, no se revertirá rápidamente.
Cabe destacar que la frase que mejor resume esa última mirada la pronunció Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, quien en 2018 supervisó el acuerdo de préstamo por 57 mil millones de dólares que se le otorgó al gobierno de Mauricio Macri.
“El de Argentina es un tema que genera muchas divisiones dentro del propio staff del Fondo; por eso se cambian los equipos negociadores cada cinco años… Es un caso profesionalmente fascinante” resumió.
Qué piensan de los candidatos presidenciales
En el centro del poder político de los Estados Unidos repiten casi como un mantra que el gobierno de Joe Biden no tiene un favorito. Garantizan que la relación bilateral con Argentina se mantendrá y se trabajará con el que gane las elecciones, sea quien sea. Sin embargo, hay un perfil definido de cada uno de los candidatos.
En Washington apelan a la cautela cuando se pide una definición sobre la figura de Javier Milei. La tentación de hablar de un “little Trump” en gestación es grande, pero por ahora se evita para no apresurarse en colocar etiquetas ideológicas; sobre todo porque el líder libertario es todavía una verdadera incógnita.
Los analistas que siguen la dinámica de Latinoamérica tienen curiosidad por conocer cuál será la estructura política que respaldará al líder libertario en caso de llegar a la presidencia. Además aguardan mayores precisiones sobre la hoja de ruta que utilizará para alcanzar rápidamente metas ambiciosas, con medidas que, tal vez, una parte importante de la sociedad no estará dispuesta a acompañar.
En el caso del proyecto de Patricia Bullrich, el desembarco de Carlos Melconian fue visto como una señal importante. El economista visitó personalmente las oficinas del FMI en el 700 de la calle 19th NW, y en esa reunión quedó claro que su plan no contempla dolarizar. Uno de los ejes centrales de su propuesta estará enfocado en el aspecto fiscal para ordenar el gasto público.
El desafío de la candidata de Juntos por el Cambio (JxC) será encontrar la llave para salir de esa encerrona en la que se encuentra desde el día después de las PASO: su discurso quedó a mitad de camino en un escenario de grieta que hoy tiene como referentes de cada extremo al líder de La Libertad Avanza y al referente de Unión por la Patria (UxP).
La figura de Sergio Massa es la más conocida de las tres en Washington. Y aunque nadie lo admita en público, eso le da una luz de ventaja en la comparación con Milei y Bullrich. Allí destacan su carisma y habilidad para construir puentes diplomáticos y sellar acuerdos. Sin embargo, se sabe que afronta un desafío muy complejo porque hoy, más que pensar en el diseño de un plan de futuro, el candidato de Unión por la Patria compite con el lastre (y el desgaste) que significa ser ministro de Economía en un contexto de crisis profunda. La potencial influencia de Cristina Kirchner en su proyecto presidencial se tiene en cuenta, pero confían en que Massa sabrá hacer equilibrio en esa compleja relación de poder.
Claro que las buenas relaciones no alcanzan para maquillar la lectura fría de la realidad: quienes conocen por dentro los pasillos de los organismos multilaterales coinciden en que, hasta ahora, los resultados de los ajustes económicos que se hicieron luego de las PASO -con devaluación incluida- no han sido los esperados porque el impacto inflacionario fue mayor al que calculaban y la brecha cambiaria no se redujo del modo que preveían.