Frondizi: ¿Heraldo del comunismo o desarrollista?
Hace muchísimos años, después de la caída de Perón el 16 de septiembre de 1955, los escritores se agrupaban en tribus que a menudo polemizaban, teorizaban y hasta guerreaban entre sí, separadas por concepciones políticas que fluctuaban entre la derecha elitista y el izquierdismo estudiantil (“fubistas”, los hubiera llamado a todos Arturo Jauretche).
Una de estas tribus se agrupaba alrededor de la revista Contorno, que escoraba hacia la izquierda, más de lo que se inclinaba hacia ella.
Entre las definiciones que surgieron de las numerosas discusiones que se producían hacia el interior del grupo, uno de cuyos referentes era el gran David Viñas, hubo una que planteaba que el presidente de entonces, Arturo Frondizi, estaba a punto de convertirse en el “Kerensky” argentino.
Un poco de historia. Aleksandr Kerensky fue un político ruso, un naródnik (populista), que del 21 de julio al ocho de noviembre de 1917 fue el presidente del Gobierno Provisional de Rusia. Este último día aconteció la llegada de la revolución de los bolshevickis, los comunistas al mando de Vladimir Illych Uliánov (Lenin), que tras asaltar el gobierno le entregaron “todo el poder a los sóviets”, los comités de campesinos, obreros y soldados, que en la crisis final del imperio de Nicolás II, el “Zar de todas las Rusias”, tomaban las decisiones políticas.
Imbuídos por estas historias, los intelectuales liderados por David e Ismael Viñas, Adelaida Gigli, Susana Fiorito, Noé Jitrik y León Rozitchner soñaban con que la izquierda moderada que suponían que era la marca de Arturo Frondizi desembocaría inevitablemente en la gran revolución social, una especie de Revolución Soviética con sello argentino. Todo esto, ignorando siempre la existencia del peronismo, la madre de todos los errores que en la política argentina se han cometido.
Temiendo a estos sueños de barrilete, los militares –el poder real en la Argentina de entonces-, que nunca saben qué hacer frente a la gente que piensa, se encargaron de disiparlos a bayonetazos. El 29 de marzo de 1962 Frondizi cayó finalmente, derrocado por el general Raúl Poggi y sus colegas de la Fuerza Aérea, el brigadier Cayo Alsina y de la Marina, el almirante Agustín Penas. El problema –para los de Contorno- fue que el nuevo presidente no fue un carismático líder comunista, sino un oscuro abogado que había llegado desde Viedma a la Presidencia del Senado nacional y que desde allí sucedió al presidente depuesto y ofició hasta el doce de octubre de 1963 como presidente provisional de la Argentina, el radical José María Guido.
Finalmente, Frondizi nunca se convirtió en el “Kerensky argentino”. El drama de la revolución soviética se redujo en la Argentina a un pálido sainete protagonizado por militares de opereta, radicales expertos en intrigas palaciegas y melindrosos en las calles y un general enardecido, al que tuvieron que darle dos aspirinas para que se calmara. Mientras tanto, los trabajadores, miraban desde afuera el impúdico banquete de los farsantes, reflejo de una Patria que los despreciaba. Ellos también se encontraban, como hoy, en una situación desesperada, que los abrumaba y que los saturaba.
Así nacen los grandes desvaríos en la política.
Milei y Zelensky: Hermanados en el más negro Rock&Roll
Javier Gerardo Milei es un producto de estos días. Nació de la mano de las operaciones mediáticas y de los conductores complacientes, casi a paso de comedia. De esta manera, compuso un personaje que odia a la política, a “la casta” que la practica y a “los zurdos”. También, justo es decirlo, es un hijo de la indignación de muchos argentinos que sobreviven malamente en el día a día y que, tras el ataque constante contra la esperanza, han dejado de creer.
El Peluca Milei es muy parecido en muchos aspectos a Volodimir Zelensky, el comediante ucraniano que llegó al poder aliado con los seguidores de Stepán Bandera, un colaborador de la Alemania hitleriana, que invadió Ucrania en 1941 y mató a casi seis millones de ucranianos, o por ser judíos o por no ser judíos, pero estar alineados con la Unión Soviética. También murieron los ucranianos que se oponían al partido que lideraba Bandera, la Organización de los Nacionalistas Ucranianos.
Cuatro integrantes de la familia de Zelensky –su bisabuelo y sus tres hermanos- fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial. La paradoja es que éste haya consumado una alianza con los admiradores de Bandera, que promovió la eliminación directa de judíos y disidentes, a pesar de ser la familia Zelensky de origen judío. En esto también está emparentado con Milei, que anunció que se dispone a convertirse al judaísmo, mientras convoca a desarrollar una economía liberal.
El actor y productor de cine y televisión alguna vez compuso a un iracundo enemigo de los políticos, lo que le valió ser considerado por muchos ucranianos como un crítico de “la casta” de ese país. Además, una vez en el poder, prohibió la actividad de once partidos opositores. Zelensky habla mejor el ruso que el ucraniano, pero antes manejó a su capricho su campaña presidencial a través de las redes sociales, lejos de los periodistas y de los medios de comunicación masivos. Llegó al palacio de gobierno de Kiev sin haber concedido un solo reportaje.
Por otra parte, Zelensky y Milei son devotos cultores de la ayuda externa. Mientras que el ucraniano se provee constantemente de armas por todo el mundo, el argentino ya anunció que dispone de los fondos para financiar la dolarización, que serían provistos, según fuentes libertarias, por el fondo buitre BlackRock. Paralelamente, Zelensky firmó en mayo de 2023 un acuerdo con el vicepresidente de la misma empresa, Philipp Hildebrand, para la creación del Fondo de Desarrollo de Ucrania (UDF), la institución que financiará la reconstrucción del país tras la guerra. Como no hay mal que por bien no venga, BlackRock realizó también una gran compra de tierras en Ucrania. Aprovechando la crisis bélica, en una oscura operación, las compró a precio vil.
Este fondo es además, el accionista principal de NewCo, una de las principales explotadoras del litio en nuestro país, una concesión que le fue otorgada en tiempos de Mauricio Macri. Además, esta empresa litigó contra Argentina en los buenos tiempos del Juez Thomas Poole Griesa y de su sucesora, Loretta A. Preska, en este caso, por la expropiación de las acciones de YPF.
La última semejanza entre ambos personajes tiene que ver con las armas. Ambos son afectos a ellas. Milei promueve el uso de la motosierra en el Estado, mientras que Zelensky cultiva su preferencia por las ametralladoras. Unas matan a fuego, las otras ofician la muerte lenta para los condenados de la tierra. Habrá que ver cuál de las dos máquinas es más letal: una mata a una distancia de no más de 40 metros, mientras que la otra mata de hambre desde una distancia mucho mayor. A veces, desde miles de kilómetros. Un plan económico puede matar con mucho más eficiencia que un combatiente avezado.