Coherencia: la peor comunicación para la peor política

Coherencia: la peor comunicación para la peor política

Opinión.


Las promesas hechas por Javier Milei durante la campaña se van haciendo trizas con el pasar de los días, con una ofensiva política tan frenética como improvisada, y no ha llegado todavía a cumplir un mes desde su asunción. Todo indica que estamos asistiendo a la descomposición más rápida de un gobierno ( y de una sociedad) en la Argentina moderna, en nombre de las fuerzas del cielo y sus enviados terrenales. Una estupidez atómica.

Hoy nos vamos a referir a la desprolijidad absoluta del equipo de comunicación, prensa, medios y redes, que puede ser resumida en una frase: los que llegaron no tienen más poder y los nuevos se quedaron con todo. Desafío enorme: hay que vender un relato cruel, algo harto difícil para cualquier profesional.

Reconocido como el “imprescindible” por el propio Presidente el día que festejó su triunfo en el ballotage, el joven Santiago Caputo, mandamás del grupo “Marlboro” -siempre con su cigarrillo apagado en la boca- ya está más devaluado que el peso. Su secretaria de Medios, Belén Stettler salió eyectada de la Secretaría de Medios antes de conocer las primeras precisiones de la botonera que un lugar tan delicado como ése requiere. Game over para Caputo y asociados en este tema, que se fijan por estos días un nuevo objetivo, que consiste en mantener algunas cajas en organismos descentralizados, como el holding del Nación o YPF, a pesar de haber perdido centralidad aunque se mantiene como asesor. Parece bastante difícil que un gobierno que dice que prescindirá de la pauta, le deje la crema y la frutilla de este tema al sobrino del clan Caputo.

Santiaguito debió haber visto cómo se desvanecía la influencia de Fernando Cerimedo, alguien que logró en la campaña la foto (y la nota) con Tucker Carlson y que luego no entró en la consideración de nadie a la hora de ir llenando los casilleros de los que cortan el bacalao. Pero, pecado de juventud, no entendió que el veto de la secretaria general Karina era algo demoledor, algo obvio si te bautizan “El Jefe”.

Mientras esto sucedía, reían como estudiantina en Bariloche los pibes de Iñaki Gutiérrez y su novia, quienes fueron la sombra del candidato en toda la campaña, alternando aciertos y errores, pero en esa etapa no había alternativas ni reprimendas y la prepotencia del trabajo los hizo llegar a destino.

Pero la Casa Rosada no es para cualquiera, hay que tener bien claras las variables múltiples con que se manejan los medios de comunicación, tanto los allí acreditados como el resto de ellos. Un ejemplo de ello es la participación de Eduardo Roust en la primera línea del nuevo gobierno en este tema. Un profesional con mucha trayectoria en el palo, no soportó más de cuatro días jugando con reglas que tienen que ver más con las ilusiones que con la realidad. Les plantó la renuncia antes de quedar incinerado a lo bonzo ante tanta improvisación.

Allí empieza a tallar la muñeca de Juan Cruz Ávila, para colocar de urgencia a un vocero como Manuel Adorni, que logró cierta notoriedad, habida cuenta de que es el único que se expresa desde el entorno presidencial, pero cuando pase el veranito de los primeros días, seguramente empezará a notar el rigor del cuarto poder, lo que les ocurre a los que están pintados con acuarela.

Para completar el mapa, Juan Cruz completó los casilleros con el nuevo secretario de Medios, Eduardo Serenellini, un periodista proveniente de la Nación +, a quien por sus dichos no le importa comer una sola vez por día, no porque haga dieta sino porque “no le alcanza la plata”. O será uno más de los que proponen que el ajuste lo paguemos todos (menos ellos) y allí radiquen sus aseveraciones al aire.

Para completar el podio de Ávila, el subsecretario será Javier Lanari quien viene de la misma señal, donde revestía como panelista de Viviana Canosa.

Es muy difícil explicar para todo este equipo que sus propuestas, o sea las que emanan del gobierno nacional, con la desregulación de todos los mercados, son las que van a beneficiar a la gente “de bien” y van a perjudicar, como prometieron, a la “casta ladrona”, como Eduardo Elsztain, Marcos Galperín, Eduardo Eurnekian, Luis Pagani, Gregorio Pérez Companc, Paolo Rocca, Claudio Belocopitt y Daniel Funes de Rioja, los verdaderos beneficiarios de todas las medidas.

Si lo logran, quizás debamos hacer un mea culpa desde estas páginas. Pero lo más probable es que vuelen por al aire más temprano que tarde y sean tristemente recordados como los voceros de la liquidación del poder adquisitivo del 80 por ciento de la población. La legitimación de los votos no dura para siempre, menos aun cuando éstos se quieren llevar puesta a la gente en casi mil artículos, aproximadamente, (360 del DNU y 630 de la Ley). No queremos pauta, reclamamos una Argentina inclusiva y no para cuatro vivos que coparon el poder. Que te la cuenten como quieran.

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