El presidente de la Nación, Javier Gerardo Milei, reaccionó frente a la protesta de la comunidad educativa de la manera en que suele hacerlo ante cualquier expresión política que no coincide con la suya. Publicó una imagen de un león de ciudad, estilizado y un poco “fashion”, con un epígrafe que reza: “Lágrimas de zurdo”, en la red social X, que pertenece a su “amigo” Elon Musk.
Poseído por un furor fundacional, Milei se parece cada vez a su admirado Domingo Faustino Sarmiento, que el 13 de septiembre de 1859 peroraba ante el Senado de la provincia de Buenos Aires que “si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero”.
El propio Sarmiento opinaba casi veinte años después, en 1879 -contrariando la imagen que nos fue maliciosamente legada por pérfidos historiadores-, en un discurso ante el Senado nacional que “…la educación universitaria no interesa a la Nación, ni interesa a la comunidad… Nuestro pueblo es uno de los pueblos más exquisitamente ignorantes que yo conozco…” Una frase que deja entrever dónde abreva su continuador, Javier Milei.
No sólo eso, sino que el propio “Padre del Aula” opinó alguna vez que “la palabra ‘democracia’ es una burla, donde el gobierno que en ella se funda, pospone o descuida formar al ciudadano moral e inteligente”, en un todo de acuerdo con la concepción del actual presidente, que se declaró en repetidas ocasiones como un admirador del sanjuanino, a la vez que se negó a admirar de igual modo a la democracia.
Al hablar de sus opositores, también coincide Javier Milei con Sarmiento, que expresaba que “al ver indios y negros no se puede resistir, empero, a la tentación de comparar a los unos con la estructura del babuino, a los otros con la del chimpancé”. El libertario con su habitual verborragia descomedida y agraviante, posee una similar tendencia a la bajeza.
Los discursos de los tiempos en los que se produjo la organización nacional de acuerdo con los parámetros impuestos por la corona británica, cuyos mejores exponentes fueron Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento, están imbuidos de la misma pasión y el mismo desprecio por lo nacional que esgrime en estos días el presidente de la Nación.
Sarmiento le relataba a Bartolomé Mitre el 24 de septiembre de 1861 en una carta, que “tengo odio a la barbarie popular… La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil… Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden…”
El crudo lenguaje del sanjuanino, que era una bestia auténtica como Milei, que no disimulaba su desagrado ni sus fobias sociales y por eso es que hoy se lo puede cuestionar, conserva el mismo espíritu del que hoy, al uso y costumbre de estos tiempos, esgrime el libertario.
No existen diferencias entre considerar a los provincianos como “animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor” y las definiciones de Milei acerca del Papa Francisco, al que acusó de ser “el representante del maligno en la tierra”, a la vez que lo denunciaba por tolerar a “dictaduras sangrientas” o guardar “afinidad por los comunistas asesinos”.
El lenguaje que utilizan los hombres públicos de cualquier condición tiene influencia sobre el humor social y con la precepción que tiene el público sobre la realidad. Como en la Argentina no existe sentido de la responsabilidad por parte de quienes utilizan su popularidad o su grado de conocimiento para calificar a las personas y a las instituciones, la violencia que anida en la sociedad guarda una gran similitud con el agresivo lenguaje que les taladra la cabeza desde los medios en papel (cada vez menos consultados), las radios, las pantallas televisivas y las de sus computadoras.
No existe ninguna grieta, ésta es más bien una construcción que erigieron los partidarios del “libre mercado” para descalificar al peronismo en general y a los sindicalistas y a los líderes de los movimientos sociales, a los que ven como una amenaza para sus voluminosas faltriqueras. Lo que existe es un plan de exclusión social, que en su primera página figura la deslegitimación de los emergentes sociales que reclaman por una vida mejor.
Muera la inteligencia
Para demonizar a los más pobres es necesario despojarlos de su condición humana, de su derecho a ser, a existir y a reclamar igualdad. “Yo no puedo ser igual a ése que corta la calle, camina por las avenidas e interrumpe el tránsito”, se escucha decir permanentemente a ciertos políticos y a ciertos comunicadores.
Para que este discurso sea escuchado, primero que nada es necesario reducir al disidente al estado animal. En un párrafo anterior, Sarmiento los trataba de chimpancés y de babuinos. Hoy son orcos, negros o mafiosos. Sarmiento, en su oscura grandeza de fundador de la Argentina del Siglo 19, se sentía con derecho a ser sinceramente brutal, pero no era un bruto. Tuvo muchas sombras en su vida, aunque no le faltaron algunas luces, entre las que se cuenta su literatura y su afán por la educación. El problema de sus herederos es que, como él, viven en el corazón de las tinieblas, pero sin emerger a ver la luz, que el sanjuanino entreveía de vez en cuando.
En esta guerra (ver Noticias Urbanas Digital N° 258-18/04/2024) contra los intelectuales y contra todo asomo de pensamiento científico de cualquier categoría, Milei asestó finalmente el más brutal desfinanciamiento a la educación primaria, secundaria y universitaria.
Violeta Parra cantó hace muchísimos años una canción que aún se escucha: “que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías, son aves que no se achican de animal ni policía”. Milei se equivocó de enemigo esta vez.
El martes 23 de abril pasado, más de un millón de argentinos salieron a las calles de todo el país para ponerle un límite al liberalismo salvaje que encarna el libertario.
Las manifestaciones reunieron a estudiantes, docentes y trabajadores de todos los niveles, pero no fue la suya una expresión solitaria. Miles de personas que no tienen nada que ver con el ámbito universitario expresaron su oposición a las políticas educativas de La Libertad Avanza.
Para peor, no sólo la educación manifestó su rechazo a las políticas de ajuste extremo que plantea la administración libertaria. La Confederación General del Trabajo (CGT) se unió a la movilización y, en reciprocidad, los estudiantes concurrirán a la concentración del 1° de mayo y adherirán al paro que convocó la CGT el nueve de mayo que viene.
Este nivel de conflictividad social creciente es el talón de Aquiles de la restauración liberal que lidera Milei. La coincidencia en las luchas de los obreros y estudiantes es peligrosa para cualquier gobierno (Charles de Gaulle lo supo de primera mano en mayo de 1968), porque unifica a la clase trabajadora con la clase media. Si Milei no consigue meter una cuña entre ambos sectores, su proyecto político no tiene futuro.
El gobierno no está a punto de caer, ni nada que se le parezca. Los sueños destituyentes anidan sólo en las locas cabezas de sectores alejados de la política. En la realidad, las cosas no funcionan así, a no ser que haya otro presidente como Fernando de la Rúa, que fue derrotado por su propia incapacidad para gobernar.
Un proyecto político en el que no hay lugar para otros, que aspiran a discutir la construcción diaria del país, está condenado a morir de una fiebre desconocida. Por esta razón es que el martes pasado fue un punto de quiebre. Milei puede vencer en algunas batallas puntuales, pero no puede cambiar la realidad. En la Argentina viven algo menos de 50 millones de personas a las que no se les puede imponer sin anestesia una realidad que envía a la pobreza a casi la mitad de ellos. El camino de la reprimarización de la economía es una vía al desastre, porque este país conoció épocas mejores y esto está en la memoria, porque no hace tanto que ocurrió.
De todos modos -se profundizará en el futuro sobre este concepto-, la política cambió y ya nunca será igual a la que fue. Se terminaron el populismo, el progresismo y la transversalidad.
¿El peronismo, sigue siendo un movimiento popular? Porque en 2023 se notó la aparición de un antiperonismo en el seno de las clases sociales que tradicionalmente se sintieron representadas por el peronismo. Milei estuvo en el lugar justo, en el momento justo y así, de ser un panelista exótico de programas televisivos de bajo nivel pasó a ser el presidente de la Argentina. Meritorio trabajo, aunque insuficiente para construir el futuro. Se verá su evolución, pero el camino que transita hoy la Argentina ya fue transitado y el resultado fue catastrófico. Ese sendero lo pisaron el dúo Jorge Rafael Videla-José Alfredo Martínez de Hoz en 1976; luego lo recorrieron el dúo Carlos Saúl Menem-Domingo Felipe Cavallo en 1989 y, en 1999, para despedir el siglo, el dúo se convirtió en un trío, al que púdicamente Fernando de la Rúa y Chacho Álvarez incorporaron a Domingo Felipe Cavallo.
¿Educación para todos?
Yendo a la historia reciente, apareció la última joya de esta diadema. En su primer discurso como presidente de la Nación, pronunciado por Javier Milei de espaldas al Congreso el diez de diciembre de 2023, se refirió a la educación en Argentina. “Si se levantara Sarmiento y viera que hicieron de la educación”, cuestionó primero.
Seguidamente, Milei denunció que “esta noche 6 millones de chicos se irán a dormir con hambre y caminarán descalzos por la calle y otros cayeron en la droga”. Luego, agregó que “sólo el 16 por ciento de nuestros chicos se reciben en tiempo y forma”.
“Sólo 16 de cada 100, o sea 84 no la terminan en tiempo y forma y el 70% de los que terminan, no puede resolver un problema de matemáticas o comprender un texto”, despreció. Finalmente, se quejó porque “estamos en el puesto 66 de 81 y séptimos en América Latina, cuando supimos ser el primer país que terminó con el analfabetismo”.
Si los datos son ciertos, la denuncia de Milei es justa y necesaria. El problema es que, para modificar el panorama, es menester que el Estado invierta en educación una suma considerable, equivalente al menos al 6% del PBI anual. Esto está contemplado en el Artículo 6° de la Ley de Educación Nacional de 2006, algo que no hace.
La última premisa de este dilema es que la crisis que creó el propio Milei disminuyó a tal punto la actividad económica, que ni siquiera el 6% del PBI que debería ser invertido, sería suficiente.
Política y Estadísticas
El presidente argentino ha manifestado en varias ocasiones su admiración por el exprimer ministro inglés Winston Leonard Spencer-Churchill, que alguna vez expresó que “sería una gran reforma en la política si se pudiera extender la cordura con la misma facilidad y rapidez que la locura”, entre las cuales podría ser incluida la comunicación con los perros muertos.
A sólo 166 días de haber asumido la presidencia, pareciera que el tiempo pasó a toda velocidad. De todos modos, a pesar de los ajustes y de los arranques de verborragia agraviante, algunas encuestas resultaron en que la popularidad de Javier Milei se mantiene alta. Sir Winston le aconsejaría que no confíe en ellas, puesto que, como declaró alguna vez, “sólo creo en las estadísticas que yo mismo he manipulado”.
De todos modos, Churchill era inglés, por lo que era imposible confiar en él.