La llegada a la presidencia de Javier Milei dinamitó el sistema político y hoy muchos dirigentes se muestran en disponibilidad para pasar a formar parte del Gobierno nacional. Ese parece ser el caso de Luis Juez, un hombre de “la casta” que hoy mueve fichas para sumarse al experimento libertario. De hecho, ya se estaría hablando de una embajada en un destino paradisíaco para el actual senador de (por ahora) Juntos por el Cambio. Lejos de ser sorpresivo, su pase al oficialismo no sería descabellado, dada su larga tradición de ofrecer sus servicios a los gobiernos de turno.
Juez es la definición del oficialista eterno, sin importar las distinciones partidarias. En la década de 1990, durante la presidencia de Carlos Menem, ocupó distintos cargos en el Estado nacional y fue electo diputado provincial. Por esa época, Juez era un activo defensor del menemismo, siendo uno de sus principales representantes en Córdoba.
En esa provincia, también fue un aliado estratégico del dúo José Manuel De la Sota-Juan Schiaretti. Bajo ese esquema político, fue director de Vialidad Provincial y Fiscal Anticorrupción.
En 2003, ante el cambio de clima político a nivel nacional, Juez se convertiría en intendente de Córdoba, y, de la noche a la mañana, pasaría a ser un kirchnerista de la primera hora. “Soy fanático de Talleres, de la Mona y de Néstor Kirchner”, decía antes de las elecciones a gobernador de Córdoba de 2007, cuando esperaba un apoyo del santacruceño a su candidatura.
La “primavera kirchnerista” a Juez le duró poco. En 2009, el cordobés inició una serie de pases políticos, de la Coalición Cívica al Partido Socialista, con el fin de acceder al Congreso de la Nación. En 2015, cuando se creó Juntos Por el Cambio, Juez no se quiso quedar afuera y se sumó a la nueva coalición. Eso le permitió que Mauricio Macri lo eligiera embajador en Ecuador en 2016. Atrás habían quedado las viejas y duras críticas del zigzagueante cordobés a Macri.
La verborragia le terminó jugando una mala pasada al embajador en Ecuador. En una entrevista a fines de 2017, Juez insinuó que los ecuatorianos eran unos “mugrientos”. El gobierno ecuatoriano solicitó su destitución. Presa de sus declaraciones poco diplomáticas, Juez debió abandonar la representación diplomática tras menos de dos años de haber asumido.
En 2021, se presentó para senador nacional en alianza con la UCR, pese a haber sido un crítico acérrimo del radicalismo cordobés en los años previos. Así, volvió a caer bien parado.
Pero con el triunfo de Milei en 2023, Juez parece estar cambiando de camiseta nuevamente. Ante la descomposición de Juntos por el Cambio, el cordobés se muestra como uno de los más convencidos defensores de La Libertad Avanza en la Cámara Alta.
En el marco de la discusión de la Ley Bases, se pasea por todos los medios de comunicación defendiendo la iniciativa del gobierno sin grandes argumentos pero con la “renovada convicción” que lo caracteriza.
Esta defensa no sería gratuita. Juez estaría negociando, a cambio de su apoyo legislativo al gobierno, y sabiendo que su carrera política en Córdoba está agotada, una embajada en un destino exótico pero confortable. Sería en el Caribe, en una sede con playas paradisíacas.
Si le sale la jugada, Juez sería nuevamente recompensado por un gobierno de turno. En este caso, un político profesional se beneficiaría de una presidencia que se jacta de ir contra la casta política. Juez, mientras tanto, reafirma su apoyo al gobierno libertario. Es el último cambio de piel del eterno oficialista.
