La Libertad no arranca

La Libertad no arranca

Algunos gritan estentóreamente su nombre, pero no la distribuyen.


¿Qué es la libertad? Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es “la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”.

Pero lo ilustrativo para conocer el significado profundo de una palabra son los sinónimos. Uno de ellos es “autodeterminación”. Los otros dos son “voluntad” y “albedrío”. Refiriéndose a la democracia, el compendio de la Real Academia de la Lengua dictamina que la libertad es, “en los sistemas democráticos, derecho de valor superior, que asegura la libre determinación de las personas”.

Esto, en lo referido a la lingüística. La definición filosófica es más amplia. Hay diferentes concepciones, pero leyendo a Platón (filósofo griego-Atenas, 427 a 347 a.C.); a Aristóteles (filósofo macedonio-Estagira, 384 a 322 a.C.) y al extraño coreano Byung-Chul Han (Seúl-1959), que dese 1971 vive y enseña en Alemania, se podría aproximar el lector a una definición más o menos cercana.

Para comenzar, la gran enemiga de la libertad es la violencia. No existe violencia ciega, ni moralmente sana. La violencia ejercida desde el poder es sinónimo de opresión, lo contrario a la libertad. La segunda enemiga de la libertad es la injusticia social. No existe libertad sin Justicia Social. No existe mayor violencia que unos pocos se sienten en la mesa del banquete, mientras que los hambrientos los miran del lado de afuera, “con la ñata contra el vidrio”. Nadie se realiza en una comunidad que no se realiza. “En consecuencia, ser libre no significa otra cosa que realizarse mutuamente. La libertad es un sinónimo de libertad lograda (del mencionado Byung-Chul Han)”.

La libertad es sinónimo de decisión, de voluntad para llevar adelante un proyecto, cualquiera sea su naturaleza: laboral, cultural, social, caritativo, religioso o político. “En la libre competencia no se pone como libres a los individuos, sino que se pone como libre al capital”, escribió el filósofo coreano.

Si una política económica pone límite a los proyectos comunitarios y personales, el sistema está fallando y ha fallado constantemente en los últimos años. Cuando un funcionario exclama enfáticamente, “no hay plata”, miente, pero además, al transferir el dinero de una cuenta a otra está derrumbando la economía de una clase social para favorecer a otra. Para ocultarlo, se arman espectáculos absurdos, de dudoso buen gusto, en el Luna Park, se insulta a presidentes extranjeros y se menosprecia a todos lo que no sean cercanos a su manera de mirar el mundo. Tras esa parafernalia se agazapa la crisis económica que provocó el propio Javier Milei a poco de asumir, liberalizando precios y tarifas y devaluando repentinamente un 118% el peso argentino frente al dólar. Pero, de eso no se habla.

¿Platón era un liberal?

El filósofo ateniense Platón comparó a la libertad con la pureza en el pensamiento. Una persona es libre si sus deseos racionales dominan al instinto, a lo irracional.

En el diálogo que tituló Fedón (o De la inmortalidad del alma), Platón comparó al alma con el mito del carro alado, en el que un auriga maneja un coche tirado por dos caballos, uno negro y el otro blanco. Éste último, el corcel apólico (por el dios más querido del Olimpo, Apolo), es el apetito por lo bueno, por la lucha y por el progreso. El otro corcel es lo dionisíaco (por Dionisios, dios del vino, la diversión y el teatro) y representa el apetito por los placeres y la conscupiscencia. El auriga, es decir, el cochero que maneja el carro, es la parte racional del alma. Es más amigo del caballo blanco, pero debe lidiar también -como todos los seres humanos- con el otro caballo, el que lo arrastra hacia los placeres, la bebida, la fiesta y aún hacia las pasiones de la carne. Menudo esfuerzo tendría el cochero en estos días si buscara elevar su alma, mientras azota suavemente a sus caballos, que transitarían así por una calle Florida atestada de compradores compulsivos, amas de casa lujuriosas y empleados con billeteras vacías, presas de un traumático síndrome de abstinencia adquisitiva, mientras gritan: ¡Viva la libertad, carajo!

Platón caracteriza a la libertad (la eleutheria) como la posibilidad de que los habitantes de una ciudad realicen los deseos propios del estamento social al que pertenecen. Un individuo y una ciudad son libres si todos los grupos que la habitan pueden defender sus deseos y necesidades. Esa armonía en la diversidad definiría a la ciudad ideal, en la que reina la libertad, que es sinónimo de equidad, justicia y realización de los deseos de los ciudadanos. En Argentina, aparentemente aún falta para lograrlo.

El Estagirita que formó a Alejandro Magno

Aristóteles, por su parte, definió a la virtud que hace libre a un hombre -no se hablaba de las mujeres como objeto social en aquellos tiempos-, como la liberalidad. Ésta equivale al uso prudente de las riquezas, lejos de la avaricia y de la prodigalidad, un concepto que define como imprescindible también en la política, que exige las mismas virtudes. Planteaba Aristóteles que quien no es capaz de gobernarse a sí mismo no es capaz de gobernar a los demás.

El Estagirita, en su Teoría de la Esclavitud, propuso la oposición entre el hombre libre y el esclavo. Plantea que el esclavo no es esclavo porque ha perdido su libertad, sino que lo es por no ser libre. La esclavitud es una condición del espíritu, según la cual el que la padece no puede decidir acerca de su vida, por lo que tampoco puede decidir por los demás.

Byung-Chul Han: El engaño de la libertad

El filósofo coreano teorizó acerca de la libertad en términos para nada elogiosos. “La sociedad de trabajo y rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones. La dialéctica del amo y el esclavo no conduce finalmente a aquella sociedad en la que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una sociedad del trabajo, en la que el amo mismo se ha convertido en esclavo del trabajo. En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados. Y lo particular de este último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctima y verdugo, a la vez. Así, uno se explota a sí mismo, haciendo posible la explotación sin dominio” definió.

Han planteó que hubo un cambio de paradigma, en el que la libertad se convirtió, en realidad, en un engaña-pichanga. “Vivimos una fase histórica especial en la que la libertad misma da lugar a coacciones. La libertad del poder hacer genera incluso más coacciones que el disciplinario deber. El deber tiene un límite. El poder hacer, por el contrario, no tiene ninguno. Es por ello por lo que la coacción que proviene del poder hacer es ilimitada. Nos encontramos, por tanto, en una situación paradójica. La libertad es la contrafigura de la coacción. La libertad, que ha de ser lo contrario de la coacción, genera coacciones”.

La libertad en Argentina

Las interesantes teorías que hemos expuesto fueron generadas en Europa, a pesar del origen asiático del filósofo residente en Alemania, que enseña su materia en Berlín. Esta concepción eurocéntrica obvia, casi siempre, las condiciones en las que se desenvuelve la vida de los ciudadanos del Tercer Mundo.

Hablan del “poder hacer”, del “disciplinario deber” y de la coacción. Falta hablar de la condición de periféricos de los países de América, Asia y África, que giran una gran parte de sus PBI’s a Europa y Estados Unidos, generando el deterioro de los términos del intercambio, que por generaciones ha hundido en la pobreza y en la miseria a amplios sectores sociales.

La Argentina es un caso paradigmático. Se explica con facilidad si se analiza la historia de la deuda externa de nuestro país, en la que algunos de los presidentes que más préstamos “obtuvieron” fueron Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Miguel Juárez Celman, Mauricio Macri y Jorge Rafael Videla. Todos ellos, próceres del liberalismo.

Los lazos sociales

No existe la libertad individual. Sólo se es libre si son libres todos los miembros de la sociedad. Las sociedades dependen mucho de la cooperación. La competencia individual es una mentira, porque los que compiten son los capitales. Las personas no compiten. La meritocracia es sólo una estrategia para mantener divididos a los argentinos, porque lo que define el rol del individuo en la sociedad son sus lazos familiares, sus amistades y los contactos del postulante a lo que sea. Difícilmente, un habitante de una villa del conurbano o de la ciudad accederá a un puesto de trabajo calificado, por más formación que haya conseguido, salvo contadas excepciones.

Para peor, la producción de bienes y servicios cae diariamente, por lo que se expulsa a miles de trabajadores, que a su vez pierden su capacidad de consumo.

En un perfecto movimiento de pinzas, el salario cae al unísono con el desempleo. En los últimos dos meses de 2023, con el salario mínimo, vital y móvil un trabajador adquiría 55 kilos de carne picada y 310 litros de leche. En el fin del primer trimestre de 2024, compraba 40 kilos de carne picada y 163 litros de leche, equivalentes a una caída del 37 por ciento. Todo esto, en cinco meses.

De esta manera, la pobreza ya alcanzó a más del 50% de los argentinos y la indigencia, al 18%. Los números fueron proporcionados por la Universidad Católica Argentina. En abril, la inflación alcanzó un 290% interanual, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

No existe la verdad en la comunicación de esta guerra. Algunos se autoperciben como estrellas de rock, otras se dedican a llorar en los escenarios y hasta algunos llegan a tocar la batería en estadios famosos. Todo por dos pesos. Sólo faltaron Micky Vainilla y Bombita Rodríguez para que la fiesta fuera completa.

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