Mientras el Presidente se encuentra de gira por la costa oeste de los EE.UU., se activan las conversaciones por dos casilleros que serán clave en la distribución de poder a futuro pensando a su vez que hay muchos aspectos que podrían ser materia judiciable.
En concreto, Milei no tiene en mente desistir de ninguno de los dos pliegos y pretende que ambos sean aprobados. No hay Lijo sin García Mansilla, ni García Mansilla sin Lijo. Así lo transmite una fuente del Gobierno que tiene trato cotidiano con el Presidente.
Además, advierten que nadie es juez de la Corte hasta que el Presidente estampe la firma de designación. Una manera elegante de ratificar que el Presidente quiere a los dos postulantes ocupando sillas en el Máximo Tribunal y que tiene capacidad para demorar nombramientos.
La discusión se hace cuesta arriba en el Senado teniendo en cuenta que el oficialismo cuenta con menos del 10% de las bancas: 7 sobre 72 en concreto. Además, la fortaleza de Unión por la Patria (UP) en el Senado obliga al gobierno a mantener diálogo con el kirchnerismo. En el peronismo nadie saldrá a apoyar públicamente las postulaciones, pero en el Gobierno se entusiasman con que haya apoyos.
En Casa de Gobierno se verifican contradicciones: por un lado, niegan que se hayan activado las negociaciones por los dos tercios requeridos cuando todavía está pendiente la Ley Bases y el Paquete Fiscal. Por otro, se muestran optimistas respecto de que el peronismo acompañará el pliego de Lijo; incluso hay voces dentro de Unión por la Patria (UP) que dan a entender que el acompañamiento estará.
Incluso, en el oficialismo se arriesgan a tirar posible cifras sobre el poroteo y entienden que Lijo hasta podría cosechar un mayo caudal de votos que García Mansilla. “50 y 48”, bromean en Gobierno.
Lejos de lo que puede presuponerse, el Gobierno activó diálogo con el titular de la Corte, Horacio Rosatti más allá de los guiños para con Ricardo Lorenzetti, su archirrival interno. Un altísimo funcionario mantuvo un encuentro con el titular de la Corte para transmitirle cuál es la visión del Gobierno respecto de la situación del país y el rumbo que la gestión libertaria pretende imprimirle al país.
En el Gobierno no hay comentarios maliciosos para con el exintendente de la ciudad de Santa Fe. Lo que sí prima es una diferenciación ideológica y entienden que Rosatti tiene una mirada del país que no “encaja” con los desafíos que plantea la gestión libertaria, lo que eventualmente podría demorar el despegue económico de Argentina.
Al mismo tiempo aclaran que no hay vocación de entrometerse en otro poder del Estado y que las tensiones internas de la Corte no son materia del Poder Ejecutivo aunque el equilibrio de poder dentro del Máximo Tribunal no deja de ser un tema que la Casa Rosada mire de reojo. Incluso, en los pasillos de la Casa de Gobierno hay quienes en broma, se atreven a deslizar que Lijo podría terminar presidiendo el cuerpo.