Existe la posibilidad de que presidas la próxima Asamblea del Pro. ¿Es una señal del conflicto entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich?
Eso se verá en la Asamblea. Lo que sí vengo hablando específicamente con Mauricio, al margen de esto, es algo que me pidió a mí y a algunas personas. Y es que encaremos una renovación generacional del Pro, para atraer nuevo talento. Las dos cosas a la misma vez. El Pro, hasta acá, fue un partido muy competitivo, pero bueno… el año pasado, salimos terceros. No fue de nuestros mejores resultados en nuestra historia. Y creemos que tenemos que hacer algo diferente. Y cuando empezamos a ver qué cosas podemos mejorar, amén de lo identitario, hay cosas muy específicas que se vinculan con el hecho de que los partidos tienen que dedicarse a generar y formar nuevos dirigentes. Y más en un contexto global de disrupción tecnológica, en que hay un montón de formas sociales que están cambiando. Se están discutiendo las formas de producción, de trabajo, de desarrollo, de la generación de riqueza. Entonces, es un desafío hacer que convivan estas generaciones. Ésa fue la conversación central. Después, en los medios y demás redes, empezó este rumor.
¿Cree que es posible que el Pro vuelva a ser competitivo?
Yo, personalmente, creo que el Pro tiene que aspirar a convertirse en una nueva mejor versión. En el partido hay dos grandes grupos. Están, por una parte, los que les sirve que el Pro esté así porque, de alguna manera, están para cerrar ya un acuerdo con La Libertad Avanza (LLA). Otros, quieren volver a lo que fue el Pro. Y después está un grupo más minoritario, entre los cuales estoy yo, que creemos que el partido tiene con qué convertirse en una nueva mejor versión.
En ese sentido, ¿qué opina de Apertura Republicana?
Yo ya había dicho qué me parece. Lo que no me gustó específicamente fue cuando la presidenta del Pro de la Provincia de Buenos Aires, junto al presidente de la La Libertad Avanza, también de la Provincia de Buenos Aires, con la presencia de Patricia, dijeron que había que fusionarse porque el Pro ya fue. Son todas cosas con las que yo no estoy de acuerdo. Y, además, porque creo que si uno eventualmente pensara esto, se tiene que votar en instancias previas intrapartidarias, cosa que no ocurrió.
En los medios, se habla de una “traición”. ¿Coincide?
Yo lo definiría como algo que no se hace.
Como algo que no está dentro de los códigos…
No, no. Nunca usaría la palabra “código”. En todo caso, valores. No creo que ponerse a uno primero esté dentro de los valores del partido. Además, me parece que es una posición hostil, siendo que fue la presidenta del partido por cuatro años y fue la candidata presidencial del partido. A un mes de haber dejado de serlo, decir que el partido que te dio ese espacio ya fue… no sé. Me parece que no corresponde.
¿Cómo siente que afectan estas rispideces al partido?
El aprendizaje de Juntos por el Cambio (JxC) es lo siguiente. Toda la sociedad sabía que estábamos peleados. Se veía en la interna de Larreta y Bullrich. Pero en público decían que no estaban peleados y que, al final, íbamos a estar todos. Bueno, la sociedad no interpretó eso.
¿Ve imposible una reconciliación del partido con la actual Ministra de Seguridad?
Depende. Si se comparte un norte, cómo queremos hacerlo y una identidad, sí. Son tres cosas bastante fundamentales. Si no se comparten, es muy difícil compartir un espacio común. No somos una familia, no somos una empresa. Somos un partido político que aspira a gobernar en algún momento. Y si vos aspiras a ganar en un momento, y ganás, pero de manera difusa, es decir, que nadie tenga tan claro quién sos, ni qué sos, ni qué representás o cómo lo querés hacer, es muy complicado. Yo veo que la política en general, no solo el PRO, tiene un problema grave de credibilidad. Me parece que el PRO tiene que definir urgentemente cuál rumbo quiere seguir. Y agrego, tenemos que crear algo completamente nuevo, porque es lo que estoy viendo en el mundo. Tenemos que crear una tecnología política nueva.
Uno de los fenómenos que se están dando a nivel global es un resurgimiento de la derecha. ¿Cómo lo aplica a la Argentina?
Lo que veo es que gran parte de los líderes de las democracias occidentales se concentraron más en las agendas identitarias y dejaron de lado la vida material de una parte considerable de la sociedad, que de hecho empeoró. Si la democracia liberal no se encarga de ser eficaz en cuanto a sus promesas de para qué existe, y esto acá vos lo ves muy concreto con el caso Bukele. Vos ves que Bukele terminó con el narcotráfico, con los asesinatos y te dicen que él no es tan democrático. Está bien. Pero imaginate para el que vive en Isidro Casanova y el domingo hubo 18 tiros, al supermercado de la vuelta de su casa le robaron 2 veces en un día, al panadero le robaron anteayer, y al hijo le metieron un culatazo en la cabeza. Entonces, ¿por qué tiene que entender que uno es bueno y el otro es malo? Yo lo que veo entonces es que la política quedó presa de la semántica. El problema del paradigma en el que estamos es que se cree que el Estado puede brindar soluciones, sin importar el tamaño que eso representa para la sociedad. Es decir, soluciones a problemas que quizás no le importan a la gente, dejando de lado los que sí.
¿Cree que la política argentina sigue anclada en el pasado?
Hace poco, salió un paper de Daron Acemoglu, autor de “Por qué fracasan las naciones”. Y él ahí sentencia que si la democracia no se vuelve pro trabajador, en el sentido del ciudadano medio, va hacia su disolución. Lo que veo es que, además de los problemas que ya tiene la Argentina, todos los que vivimos en países occidentales, tenemos que saber y encarar estas complejidades nuevas. Entender que las herramientas del pasado no sirvieron, ni sirven. Entonces, con las herramientas del presente y del futuro, tenemos que poder resolver primero, los problemas del pasado que todavía no se solucionaron. Hablo, por ejemplo, de la inflación, que en 80 años todavía no se resolvió. Y de ahí, resolver los problemas del presente para evitar los del futuro.
Según tu mirada, ¿qué explica esta distancia entre el gobernante y las reales preocupaciones de las personas?
Parte de la élite política está bastante alejada de la realidad cotidiana de la mayoría de la sociedad. Hace tres semanas, estuve en la mega toma de Los Hornos. Algo que empezó con el movimiento social de Juan Grabois tomando 400 hectáreas, ahora tienen prostíbulos, venta de droga con complicidad policial y judicial y participan de agrupaciones políticas. A esa persona que vive enfrente de todo eso, no le importa la semántica. Lo que ve es que los representantes públicos están en Narnia. Pensá en una mujer que se tiene que tomar 3 colectivos y viajar 2 horas y media ida y vuelta para ir y volver de su trabajo. ¿Y eso por qué? Porque entre los municipios no se pueden poner de acuerdo en crear una ruta eficaz en donde encima, el gobierno nacional tradicionalmente ha puesto plata de subsidios para el transporte. El tema central es si estás representando los problemas de la realidad y si, además, tenés la capacidad, los equipos y la intensidad que se necesita para liderar el cambio. Claramente, si este cambio no se dio en 80 años también es porque hay fuerzas que trabajan para que no suceda.
¿Le puede poner nombre y apellido a esas fuerzas de las que habla?
Hablo más en el sentido cultural. Hay una cultura adversa al cambio que, en los últimos 30 años, se ha dedicado a producir de manera superavitaria la pobreza. Y tenemos un sistema diseñado para seguir replicando estos resultados. Por supuesto que algo que está tan arraigado en la sociedad habla de que hay dispositivos mediáticos y empresariales que lo habilitan. Pero no porque creo que exista un mega plan conspirativo, sino porque es a lo que estamos acostumbrados. Para poder generar un cambio diametralmente opuesto, se requiere de mucho talento. Y yo estoy muy convencido de que se requiere de una tecnología que hoy no existe en la Argentina, pero que vale la pena explorarla. Y también estoy convencido de que el PRO tiene ejecutores talentosos y por lo tanto, pueden entregarle un aporte a la democracia argentina.
Dentro de esta nueva agrupación, ¿está Juan Ibarguren?
Juan es intendente (de Pinamar). Esta agrupación es, en principio, con gente que no viene necesariamente de la política. Ese es el fin principal de este espacio político. Queremos que lo componga gente que viene de diferentes áreas y orígenes y que siente que puede ser parte y liderar el cambio que necesita la Argentina.
Usted afirmó que la Ley Bases es necesaria para que se dé este cambio. ¿Cómo recibió la reciente sanción?
Saludable. Esperemos que sea el punto de partida de muchas otras reformas que necesitamos.
De acuerdo a varios centros de medición, la clase media se está viendo reducida y consecuentemente, los niveles de indigencia están creciendo. ¿Qué se le dice a esa persona que hoy no llega a fin de mes?
Cuando estás en una crisis, no hay nada que decir. Hay que hacer. Ésa es una de las cosas que aprendí. Desde mi lugar como diputado nacional, puedo sancionar leyes que creo que pueden ayudar a que vivamos mejor y que podamos progresar. La Argentina es un país que tiene herramientas de distribución de la riqueza de las más sofisticadas del mundo, pero con uno de los peores diseños del sistema para la generación de la riqueza. Yo creo que la Argentina tiene que entrar en una etapa de obsesión, en los siguientes 10 años por lo menos, sobre cómo producir más riqueza y más empleo. ¿Por qué? Porque las herramientas para la redistribución ya existen. Por otro lado, como dirigente político, mi aporte lo hago formando parte de la solución. Por eso, tomé el guante de eso que planteó Mauricio, que es liderar una renovación generacional del partido y atraer nuevo talento. Estoy armando una agrupación, dentro del PRO por supuesto, y bajo la conducción de Mauricio. También, estamos armando think tanks dedicados al diseño de soluciones diferentes, con el uso de tecnologías exponenciales para rediseñar las gestiones públicas y reimaginar el diseño del Estado. Todo esto, dentro de los valores de la democracia liberal.
Usted quiso impulsar el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) en la provincia de Buenos Aires, pero Axel Kicillof se opuso.
El RIGI es una de las inversiones más grandes que podría tener la provincia de Buenos Aires. El CEO de YPF dijo específicamente que para que una inversión de semejante envergadura ocurra en la provincia de Buenos Aires, sería saludable que el gobierno provincial se adhiera al RIGI. Río Negro ya dijo que está para hacerlo y desde ahí, ya partimos con una desventaja comparativa por culpa del capricho ideológico del gobernador, que no lo hace porque está pensando en su carrera presidencial.
Si la premisa de que Kicillof perjudica a los bonaerenses porque se guía por caprichos ideológicos es cierta, ¿qué explica que haya ganado la gobernación por segunda vez?
Habrá que ver. Pero creo que la clave está en el contexto económico. En el caso de la provincia de Buenos Aires, el gobierno nacional imprimió 8 puntos del PBI en “Plan Platita”. Fue la campaña más cara de la historia. Campaña que hoy la estamos pagando los argentinos. Me encantaría verlo a Kicillof cómo administra con recursos normales. Hay que recordar que el conflicto entre Alberto Fernández y el resto de los bloques democráticos argentinos empezó cuando Wado de Pedro le mostró el celular y le dijo que el tema de la provincia de Buenos Aires se resolvía sacándole dos puntos de coparticipación a la Ciudad y dándoselos a Axel. Y ahí, dinamitaron la institucionalidad del gobierno que quiso hacer Alberto Fernández. A partir de ahí, el gobierno de Alberto Fernández fue el de Axel Kicillof. Axel Kicillof es el autor intelectual de las estatizaciones mal hechas de la Argentina, como pasó con YPF, donde tenemos un juicio por 16 mil millones de dólares en contra. Dos, el falseo de las estadísticas, donde tenemos una multa de 1500 millones de dólares. En tercer lugar, que la emisión monetaria no genere inflación. Son algunas de las medidas centrales que llevaron al gobierno de Alberto Fernández a la catástrofe. Yo creo particularmente que es parte de un modelo que no se termina de acabar. Estamos ante la trampa de si Kicillof lo que ganó, lo ganó por mérito, o lo ganó porque son los últimos coletazos de un sistema que no termina de morir en donde han producido más gente que vive del Estado que trabajadores.
¿Ve probable que se retome la alianza con el peronismo, como había sido con Miguel Angel Pichetto en el 2019?
No lo sé. Hoy, no lo veo. El PRO fue siempre un partido coalicionista. No descarto ninguna hipótesis. Pero creo que hoy el PRO tiene que mirarse a sí mismo en cuanto al proceso organizacional, sin dejar de representar a una parte considerable de la sociedad que piensa que el PRO vale algo. El PRO tiene que dejar de negar los problemas y enfrentarlos de manera asertiva. Y en paralelo, tienen que seguir representando la voluntad de cambio que expresaron millones de argentinos en las últimas elecciones.
¿Eso no implicaría que se vean obligados a aliarse con los libertarios?
Eventualmente, se analizará. Hoy, estamos muy lejos de un proceso electoral. Todo lo que sea para consolidar el camino del cambio, es bienvenido. Repito, yo no descartaría ninguna hipótesis.