Hay personas que tienen excepcionales dones y capacidades, mayores que la media humana. La sumatoria de todas ellas genera una empatía distinta a la común, anormal si es que existe la normalidad en las relaciones, en este caso para bien, subiendo la vara en charlas y encuentros. Y eso incluye la sonrisa, la seriedad, el vozarrón, la pluma, la solidaridad, el rigor, el compromiso, la ironía, la locura y la utopía, siempre con los pies en la tierra. La amistad, a prueba de todo.
Fue un típico argentino de la época que le tocó vivir. Fanático de River Plate y amante de las murgas orientales, podía generar nuevas sensaciones y realidades a partir de su accionar en la militancia y en la vida misma, conviviendo en ese cuerpo todo el recorrido.
Un repaso mínimo de la vida y la obra de este gran periodista y militante orgánico de Montoneros, nos llevaría a Costa Rica, donde se radicó la Radio Noticias del Continente, para acercar la verdad por onda corta en los tiempos más violentos de la Argentina. Luego pasó por el diario La Voz, por Miradas al Sur y fue el alma mater madrugador en esa creación intitulada DiariosobreDiarios (dsD). Después cruzó todas las barreras para brindarle al Estado, más justicia y muchas misiones, desde Cascos Blancos en Cancillería o desde el Ministerio de Seguridad. Jugador imprescindible. Para aquellos que no lo conocieron escribo estas líneas y también para acompañar alguna de sus últimas aventuras periodísticas. Buen viaje, Negro…