El peronismo de la provincia de Buenos Aires se muestra activo en el remado. No son pocos los que creen que Cristina Kirchner pelea por el control de una lapicera que ya tiene poca tinta. Y le recriminan sus desaciertos al elegir laderos y herederos.
Los dolores de cabeza que genera el escándalo de Alberto Fernández son la prueba viva para muchos dirigentes bonaerenses de que hay que setear otro rumbo. Uno que se despegue tanto de La Cámpora y el kirchnerismo duro, como de la figura de Axel Kicillof.
A ambos bandos recriminan no solo en lo político pero también en lo personal. “Máximo fue quien trajo a Martín Insaurralde”, recuerda un dirigente antes cercano al hijo de la exvicepresidenta. A la par le reclaman al actual gobernador su cerrada defensa de Fernando Espinoza, el Intendente de La Matanza acusado de abuso sexual a Melody Rakauskas.
Quienes rechazan ambas alternativas miran hoy a Jorge Ferraresi. El Intendente de avellaneda y exvice del Instituto Patria que hoy reniega abiertamente del camporismo. Aunque algunos desconfían de que esta opción sea también un plan de Cristina Kirchner para crear una tercera vía que finalmente termine encolumnando al peronismo. Y en la que la ella acabe una vez más con su lapicera definiendo listas.
Prefieren una tercera vía real. Recuerdan la separación del Grupo de los 8 que se apartó del menemismo dando el primer paso de lo que luego sería la Alianza. Aunque claro no quieren repetir la fórmula. Incluso se barajaron nombres como Encuentro, nombre que recuerda al partido de Martín Sabatella y ya fue descartado.
En ese rumbo ya levantaron la mano algunos dirigentes que se convocaron la semana pasada en Tigre bajo la convocatoria de un evento que invitó al diálogo para el nuevo perfil de las ciudades, con Julio Zamora como anfitrión. Allí estuvieron Florencio Randazzo, Facundo Manes, Diego Bossio, Ariel Sujarchuk, y Alejandro “Topo” Rodríguez entre otros.
“La irrupción de Javier Milei cambia el eje de la grieta. Los partidos de la política tradicional están en una crisis de distintas características. Si al gobierno le va bien, el oficialismo termina absorbiendo al Pro, sino el péndulo se va a otro lado. El radicalismo se replantea cuál es su lugar en la sociedad. El peronismo está en un momento de degradación enorme con una interna dañina y está estructuralmente desconectado de la sociedad”, refrendó Ariel Sujarchuk.
“Algunos están diciendo que el ciclo de Cristina Kirchner pasó y creo que se están peleando por una birome que cada vez tiene menos tinta. Hay que buscar un encuentro en torno a las ideas y no en torno a las personas. No hay que ser vintage mirando al pasado. Ante el dilema de A o B, nosotros elegimos construir una opción C, que conecte con los problemas cotidianos de la gente”, apoya el intendente de Escobar.
Y lo mismo sucede en el radicalismo, donde más de uno disputa el armado que propone el senador nacional y titular del comité de PBA de la UCR, Maximiliano Abad. Martín Lousteau es uno de los que quiere destronar a su par en el senado. Los que lo rechazan por verlo como una colectora kirchnerista miran en cambio a Facundo Manes, puente con el peronismo de centro, un espacio que hoy podría tener hasta un 22% del electorado pero carece de un conductor claro. “No hay que mirar siempre al cordobesismo para esa alternativa, Schiaretti ya fracasó” insisten.