Bossio: “El peronismo tiene que reencontrarse con el agro”

Bossio: “El peronismo tiene que reencontrarse con el agro”

El exdirector Ejecutivo de la Anses y exdiputado nacional habló con NU.


De acuerdo a las últimas estadísticas, la pobreza ha subido 11 puntos en los últimos meses. ¿Cuál cree que son las principales causas de esto?

La pobreza viene creciendo en la Argentina desde hace mucho tiempo. Si uno hace un análisis, se da cuenta de que todas las gestiones agregaron más pobreza, lamentablemente. Después del 2001, hubo una caída de la pobreza hasta llegar al 30%. Después, hubo sistemáticamente un crecimiento. Es un tema sumamente triste y doloroso el haber llegado a más de un 50% de pobreza. Creo que hay dos indicadores que son fundamentales. Uno es el aumento de la pobreza infantil. Dos de cada tres chicos son pobres. Y el otro es la duplicación de la pobreza en adultos mayores. ¿Pero por qué esta explosión de la pobreza en los últimos meses? Se debe básicamente a la política de ajuste cambiario, fiscal y al aumento muy fuerte de la inflación que se vio principalmente en las jubilaciones y las pensiones. Y en el resto de la economía, se vio en la caída de los ingresos, que fueron muy por debajo de los aumentos inflacionarios del primer semestre.

En una reciente entrevista, usted dijo que hay políticas que generan tensiones, pero que son necesarias. ¿A cuáles se refiere?

La Argentina tiene, históricamente, un déficit muy grande. Y ese déficit fiscal siempre se financia con deuda o con emisión monetaria que reproduce la inflación. El hecho de que haya un cambio de época, en el que la gente entiende que es razonable que exista un equilibrio fiscal para el correcto funcionamiento de la economía, sumado a que se vaya corrigiendo ese equilibrio fiscal, pareciera haber sido más por una necesidad que una obligación. Una necesidad, no sólo de ordenar las cuentas fiscales, sino también de financiar el funcionamiento del fisco. El tema es cómo se hace ese financiamiento. Una cosa es al principio del mandato. Pero ya pasados nueve meses, empiezan a surgir temas más estructurales como es el caso del tratamiento de las jubilaciones. No sólo vetando una ley que genera una reparación muy acotada, sino además festejándolo y llamando héroes a aquellos que cercenaron la posibilidad de una recomposición de los haberes jubilatorios. Entonces cuando yo hablo de políticas necesarias, me refiero a que la Argentina tiene que ordenar sus cuentas. El punto está en cómo se hace y cómo hay que tener en cuenta los costos sociales. Me parece que el gobierno de Milei prioriza una baja muy fuerte de inflación, sin ningún tipo de condicionalidad social, en pos de tener alguna popularidad política y no efectivamente un acuerdo que permita que los sacrificios sean menores.

¿Es posible hacer un plan de estabilización sin que haya sacrificio social?

Se puede hacer un plan de estabilización distinto del que se está haciendo. Y para mí, éste ni siquiera es un plan de estabilización. Segundo, creo que se puede hacer con un amplio acuerdo político, que permita proyectar en el tiempo las cargas y los costos. Tercero, algún sacrificio la sociedad tiene que hacer. Ahora bien, ¿dónde ponés las cargas del sacrificio? ¿En los jubilados o en bajar el impuesto de los bienes personales? Acá lo que pasó claramente es que el gobierno de Milei pone el ajuste en bajar las jubilaciones y bajar los impuestos, pero a los más ricos. Con lo cual, hay una incompatibilidad que hace que sea insostenible en el tiempo. Quiero ser claro. Vos podés ordenar las cuentas fiscales. Esto, naturalmente, genera un sacrificio por parte de la sociedad. La forma de mitigar eso es generando acuerdos políticos que recompongan la confianza y, efectivamente, hacer un cambio en las reglas del juego. Pero además debe asegurarse de que el esfuerzo no esté cargado en los más vulnerables. ¿Acá quiénes están sufriendo? Los jubilados, las provincias, la obra pública y básicamente todo lo que se refiere a las tarifas y subsidios, que afecta principalmente a los sectores medios.

Una de las críticas que se suele hacer a la gestión de nuestro país es que las medidas responden más a ideologías que a intereses nacionales. ¿Coincide?

Hay mucha ideología. De hecho, el presidente expresa permanentemente cuestiones ideológicas. Yo creo que hay que ser sumamente pragmáticos. Creo que hay que confiar y entender que la Argentina se puede desarrollar. Y creo que el Estado es un elemento fundamental para ese proceso. Pero creo que, con una buena dosis de pragmatismo, hay que ordenar la macroeconomía, bajar la inflación y ofrecer criterios de inversión y productividad. Si priorizamos la ideología, vamos a un camino donde lo único que importa es quién tiene razón.

Usted afirmó que un sector del peronismo lucha erróneamente contra el agro, sector que usted describió cómo el más dinámico de nuestro país. ¿Eso también responde a una ideología?

Lo primero que tiene que asumir el peronismo es que evidentemente es parte de una situación en donde no ha dado respuestas a la sociedad. De hecho, quien ganó la elección fue Javier Milei. Y me parece que hay una responsabilidad, por lo menos, del último gobierno peronista. El fracaso de Alberto Fernández se manifiesta en el triunfo de Milei. En ese sentido, el peronismo tiene que hacer una gran autocrítica. No hay que tener temor a la autocrítica. Me parece que es una forma de crecer y de advertir qué pasó. Seguramente, van a haber diferencias. Hay sectores que están muy ideologizados y lo único que les importa es tener razón y no resolver los problemas. Y hay otros que yo advierto que tienen una verdadera vocación de solucionar la crisis actual y de tratar de representar a los sectores productivos, que generan trabajo. Por eso, yo creo que el campo es uno de los sectores capitalistas más fuertes de nuestro país. Y digo “capitalistas” en el buen sentido. El peronismo tiene que reencontrarse con este sector. Y pensar un sendero en donde el campo cuente con más recursos para que ellos puedan generar más productividad, aumentar la cantidad de divisas y hacer más sostenible la economía argentina.

Otra arena en donde la ideología está muy presente es la política exterior. ¿Cómo siente que afectan las relaciones internacionales a la economía local?

Creo que lo primero que hay que entender es que es necesario tener una mirada internacional conforme los intereses de la Argentina. No hay que anteponer la ideología personal. Lo que vemos es un presidente que ha viajado catorce, quince veces por cuestiones personales. Y esto afecta decididamente a los intereses de nuestro país. Nuestro principal socio comercial es Brasil. Así y todo, hay una permanente descalificación al gobierno brasileño por parte de nuestro presidente. O la había. Ahora, evidentemente, el ejercicio de gobernar lo ha hecho recapacitar. Entonces, es importante tener una mirada moderna hacia el Occidente y pragmática hacia el Oriente. Vemos cómo ha habido un giro notable del presidente con respecto a China y el comunismo. Pareciera que la realidad se ha impuesto sobre sus intereses personales.

¿Considera que existen las condiciones para que se desarrolle una industria nacional fuerte en nuestro país?

Yo creo que la Argentina tiene mucho para ofrecerle al mundo. Y no me refiero sólo a los recursos naturales, sino también a nivel industrial. Un ejemplo claro es toda la industria del software que, a pesar de muchas limitaciones, ha multiplicado y agrandado su capacidad exportadora. Y lo mismo en otras áreas. Fijate lo que es el complejo de pick ups. Argentina no puede abandonar su vocación industrial. Todo lo contrario, lo tiene que fortalecer.

¿Está de acuerdo con la implementación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)?

Todos los países con los cuales compite Argentina por las inversiones tienen algún régimen de incentivos fiscales. En la Argentina, se le agrega la cuestión cambiaria. Los años de cepo han, de alguna manera, limitado la capacidad de invertir en Argentina, porque es un lugar donde invertís y es muy difícil el retorno de la inversión. Y nadie invierte si después no puede salir de la inversión o no puede cobrar los retornos. Particularmente, creo que no existe la posibilidad de desarrollo si no está acompañado por desarrollos locales, de proveedores e incorporación de mano de obra. En ese sentido, el RIGI tuvo una mirada muy de grandes sectores y de grandes recursos naturales y le faltó el capítulo de los desarrollos locales. Ahí, me parece que es muy importante el rol de las provincias.

Un tema que nos atraviesa como sociedad es la aparición de la Inteligencia Artificial (IA). ¿Cómo ve posible su implementación para la mejora de la economía?

No soy un especialista en materia de IA. Lo que sí digo es que todo lo vinculado al desarrollo de la tecnología puede ser usado por el Estado para facilitarle la vida a la gente y para que las cosas funcionen de una mejor manera. El alcance de la IA me imagino que va a ir evolucionando de forma exponencial y va a proveer de muchísima información sobre soluciones que años atrás eran impensadas. Veamos de qué manera la tecnología le permite al Estado funcionar de una mejor manera. Cuando nosotros pusimos en marcha la Asignación Universal por Hijo (AUH), las bases de datos no eran tan buenas como las actuales. Los cruces de información llevaban su tiempo y acceder a la información tampoco era sencillo, no existía el Whatsapp y era todo por mensaje de texto. Y, sin embargo, la tecnología fue un factor super importante para desarrollar un programa que se sostuvo en el tiempo y que va a cumplir 15 años.

Por último, ¿tiene planes de volver a la política?

Yo vibro con la política. Uno nunca deja de hacer política. Uno hace política todos los días para que las cosas mejoren. Para eso, hay que crecer, hay que ordenar la macroeconomía y hay que hacerlo con una mirada distinta de la de ahora. La mirada de este gobierno es muy compleja en términos internacionales, con peleas estériles y muy compleja también en términos sociales, muy poco sensible en temas como, por ejemplo, el caso de los jubilados, con un desprecio muy fuerte por las universidades públicas y muy confusa sobre cómo funcionan los entramados productivos. La apuesta del gobierno es de un ordenamiento macroeconómico, en el que uno puede estar más o menos de acuerdo. Pero en lo que estamos decididamente en desacuerdo es en la lógica de desatender las necesidades productivas de una Argentina que necesita producir cada vez más.

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