Roberto “Beto” Pianelli, Secretario General de AGTSyP (Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro) denunció nuevamente la presencia de asbesto en los subterráneos argentinos, un material que ha provocado enfermedades en 2.700 trabajadores y hasta el momento ha dejado un saldo de cuatro trabajadores fallecidos.
El sindicalista recordó que se enteraron de la presencia de asbesto a través de trabajadores del Metro de Madrid, cuando comenzaron a enfermarse. “Estaban muriendo trabajadores madrileños por la exposición al asbesto, entonces nos dimos cuenta que había unos, que trenes llegaron hace algunos años a la ciudad de Buenos Aires, que habían sido comprados en Madrid. Eran los mismos trenes con los cuales estaban contaminando a España”. Además de los trenes, en Argentina encontraron asbesto en herramientas de taller, aislantes, cables antiguos, techos de fibrocemento y en las bombas de drenaje de agua de lluvia que se usan para evitar las inundaciones en las estaciones.
Esta exposición incremente el riesgo para los trabajadores, ya que manipularon el asbesto durante mucho tiempo, sin ningún tipo de conocimiento o de cuidado paliativo. Frente a esta situación, exigieron a la empresa el reconocimiento del problema. Ante la negativa, los trabajadores tomaron la iniciativa: retiraron piezas sospechosas para enviarlas a laboratorios para su análisis. Éstos confirmaron la presencia de asbesto y con las pruebas en mano, comenzaron ejercer presión sindical, obligando a la empresa a aceptar la existencia del material tóxico y a tomar medidas para abordar el problema.
Qué es el asbesto
El asbesto es un mineral cancerígeno que se presenta como fibras flexibles, brillantes y suaves, conocido por su alta resistencia a la combustión. Por esta razón se utiliza en la producción de revestimientos y aislantes, entre otros. Su característica principal es la facilidad con la que sus fibras pueden fragmentarse y dispersarse.
Al romperse, pueden ser inhaladas y en ese caso se alojan en los pulmones o en otras áreas del cuerpo, generando graves problemas de salud. Se lo relaciona con diversos tipos de cáncer, como los de pulmón, peritoneo, ovarios, testículos, útero y laringe, entre otros. Sin embargo, hay un tipo de cáncer particular, llamado mesotelioma, que se desarrolla exclusivamente por la exposición a este material. En Argentina, la producción, importación, comercialización y uso de fibras de asbesto y productos que lo contengan está prohibido por la Resolución N° 823/2001, que determinaba que desde el 1° de enero de 2003 no se podía usar más el “asbesto variedad crisotilo”.
Hasta el día de hoy, cuatro trabajadores han fallecido, y de un total de 3.600 empleados, 2.700 padecen patologías relacionadas con la exposición al asbesto. Uno de ellos, Jorge Gabriel Pacci, el empleado más joven que perdió la vida, trabajó menos de diez años en la empresa. Con tan sólo un mes de enfermedad, producto de la exposición a este mineral, el cáncer de mesotelioma le quitó la vida. El 13 de noviembre, también falleció Jorge Navarro, otro trabajador del subte, debido a un cáncer de pulmón relacionado con la exposición al material, mientras trabajaba en el Taller Constitución del subte.
Estos casos ponen en evidencia el alto riesgo laboral que enfrentaron y siguen enfrentando los trabajadores del subte, lo que subraya la urgencia de implementar políticas más estrictas para proteger su salud. Actualmente, sus compañeros buscan informar, concientizar y honrar las vidas de los fallecidos a través de la página Asbesto en el subte.
Actualmente, el personal del subterráneo cuenta con lo que se denomina “vigilancia médica”, un seguimiento que implica un chequeo médico integral cada dos años. Este control tiene como objetivo evaluar el estado de salud de los trabajadores, implementar políticas preventivas cuando sea necesario y, en caso de detectarse alguna enfermedad, garantizar su manejo adecuado para mantenerla bajo control.
Al respecto, el secretario general de la AGTSyP enfatizó que “hemos solicitado que la vigilancia médica también abarque a los compañeros jubilados. Le reclamamos al Gobierno de la Ciudad que se haga cargo de este seguimiento. No podemos olvidar que fuimos expuestos a un material cancerígeno sin que se nos informara de los riesgos. Deben garantizar que aquellos compañeros que desarrollen enfermedades tras jubilarse puedan recibir atención médica adecuada. Hasta el momento, no han tomado medidas concretas al respecto.”
Qué sucede hoy
“Estamos en un proceso de desasbestización. Sacamos 200 toneladas ya de asbesto, comprobado por la empresa Emova, concesionario del Subte de Buenos Aires”, explicó el metrodelegado. Aclaró que lo más importante son los trenes de la Línea B, que originalmente se fabricaron entre las décadas del 50 y 60 y funcionaron 30 años en Japón, en la ciudad de Nagoya. Allí, los trenes no eran subterráneos y estaban destinados a funcionar sobre la superficie terrestre, en una zona donde suele nevar. Además, toda la estructura está pintada con una pintura que contiene asbesto. “Le ponían la fibra a la pintura para que le dé mayor robustez y sirva como un aislante. Esos trenes no se pueden usar más, porque la pintura no se puede sacar, habría que rasquetear y estarías contaminando todo el subte, además de que es altamente peligroso para la persona que lo manipula”, insistió Pianelli.
El sindicalista aseguró que hace cuatro años que responden desde el gobierno que no hay reemplazo para esos trenes, por lo que esos vagones siguen funcionando. Al mismo tiempo, objeta que tanto el Gobierno de la Ciudad como la empresa Emova saben que tienen que comprarlos, pero que es un conflicto la licitación para la adquisición de trenes. “Un tren demora entre 3 y 4 años en construirse, porque hay que fabricarlo de cero. Cuanto más tarde en licitarlos, más tiempo vamos a seguir con el subte contaminado. Por eso pedimos urgente la licitación”, finalizó.
Los trabajadores plantearon que es el momento de que se termine el silencio frente a una situación que sigue cobrando vidas y afectando la salud de los trabajadores del subte, por lo que reclaman que los responsables no pueden seguir eludiendo la urgencia de tomar cartas en el asunto. El daño ya está hecho, pero aún hay tiempo de prevenir más tragedias: los trenes con asbesto continúan circulando, poniendo en riesgo a los empleados y a los usuarios. Exigen que las autoridades actúen con la rapidez y el compromiso que esta crisis exige. Lo que está en juego es la vida y la salud de miles de personas que merecen, ante todo, protección. Por ello, solicitan la adopción de decisiones concretas, como la licitación urgente para renovar los trenes y la implementación de medidas preventivas para los afectados a largo plazo. Aducen que los trabajadores ya pagaron un precio muy alto y no se puede permitir que esta negligencia siga pasando factura.