El último triunfo en territorio bonaerense cumplirá, en el 2025, exactos 20 años, y Cristina Kirchner, la protagonista de aquella victoria, podría volver a tener un papel preponderante. Néstor Kirchner se había propuesto derrotar a Eduardo Duhalde en sus primeras elecciones legislativas, convertirse en jefe y empezar a moldear un ambicioso proyecto de país que marcaría un antes y un después en el sistema político.
En octubre del 2005, la ex presidente derrotó a Hilda “Chiche” Duhalde con casi el 45% de los votos contra el 20% de la exmanzanera, los Kirchner se quedaron con las dos bancas del Senado por ese distrito y el duhaldismo entró en su fase de agonía.
En dos décadas, el kirchnerismo nunca más pudo ganar una elección de medio término en la provincia de Buenos Aires.
En el 2009, la alianza efímera pero eficiente entre Francisco de Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá, Unión-Pro, le ganaría por algo más de dos puntos a Kirchner y a Daniel Scioli, que se habían presentado de manera testimonial para la Cámara baja, que contaban con todo el aparato K de propaganda y la estructura de la gestión nacional y bonaerense pero que, aún así, caerían derrotados en el bastión principal del peronismo.
Cuatro años después, en el 2013, el verdugo sería Sergio Massa con su flamante Frente Renovador, que se impondría a Martín Insaurralde, “El Chacal”, por entonces primer candidato a diputado de Cristina Kirchner: sería tanto el esfuerzo fallido de la ex jefa de Estado por popularizarlo que hasta lo llevaría de gira hasta Río de Janeiro para mostrarlo al lado de Francisco -el Papa no olvidaría nunca esa puesta en escena-, de visita oficial por esa ciudad de Brasil con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
En el 2017, en pleno gobierno macrista, el kirchnerismo volvió a perder, por tercera vez en una elección de medio término desde aquel triunfo del 2005. Esta vez fue la propia expresidenta, que cayó en manos de Esteban Bullrich, apuntalado por la gobernadora María Eugenia Vidal, aunque consiguió entrar al Senado por la minoría. Fue clave Florencio Randazzo, que se postuló con una colectora por fuera del cristinismo, furioso con la conducción de la ex mandataria, fogoneado por Alberto Fernández, su jefe de campaña: los votos del ex ministro de Transporte serían claves para dividir al peronismo y sellar el triunfo de Cambiemos en el mayor distrito electoral del país.
Fernández volvería a perder, esta vez como presidente, cuatro años más tarde, en el 2021, en su primera y última elección legislativa, aunque la derrota provocaría, más que para el ex presidente, un temblor interno para Axel Kicillof, el kirchnerismo y La Cámpora en territorio bonaerense. El triunfo sería para Diego Santilli, por escaso margen pero victoria al fin, en la categoría diputados, y la crisis escalaría de tal manera que, tras el fracaso de las PASO, con la pandemia por COVID-19 todavía latente, Cristina Kirchner y su hijo Máximo avanzarían con una intervención quirúrgica en el gabinete de Kicillof.
Las disputas entre el Pro y LLA generan esperanzas
No hay solo un motivo del por qué de las sucesivas derrotas del kirchnerismo en sus elecciones intermedias. Pero sí hay un dato que, a pesar de su feroz crisis interna, ilusiona al peronismo K. Y es que el año pasado, a pesar de la derrota a nivel nacional, retuvo la provincia de Buenos Aires, algo que no había sucedido en el 2015, cuando el Pro arrasó en el país, en la Ciudad y en algunas provincias, y obtuvo una victoria sorpresiva pero categórica de Vidal contra el PJ.
Es lo que resalta Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, que agrega: “Da la sensación, por los estudios que venimos haciendo, de que el lugar donde peor le va a La Libertad Avanza es en el área metropolitana, especialmente en el conurbano bonaerense, donde todavía al peronismo le sigue yendo muy bien”.
En ese contexto, la tensión que se apropió del vínculo entre el oficialismo y el Pro en estos meses, y la posibilidad, por ahora muy latente, de que el Gobierno y el partido dirigido por Macri lleven listas separadas el próximo año le abre la puerta al kirchnerismo de un hipotético triunfo en tierra bonaerense. Para eso, de todos modos, el peronismo kirchnerista no debería partirse en dos, un escenario que si podría presentarse es que la disputa entre el cristinismo y Kicillof escala hasta un punto de no retorno.
“La locomotora del peronismo es la provincia de Buenos Aires. Si vamos divididos, y la chocamos, vamos a estar muy complicados”, analizó un dirigente del PJ que habla todas las semanas con la ex presidenta.
En ese sentido, para el peronismo es clave, como sucedió en el 2023 con Néstor Grindetti de un lado, y Carolina Píparo del otro, que la oposición bonaerense se presente desmembrada el año próximo. Es el escenario que, a priori, se vislumbra hasta el momento.
Cuando brinden por el 2025 en las próximas semanas, Javier Milei y Macri no habrán siquiera acercado posiciones en favor de un acuerdo electoral que en las últimas semanas quedó aún más lejos que antes. “Nosotros nos estamos preparando para presentar candidatos propios en todo el país”, insistió en estas horas un alfil del expresidente. Por algo se agitó, con más fuerza, la posible candidatura del jefe del Pro, a pesar de que ya manifestó que no quiere saber nada con postularse y menos con volver al Parlamento. “Si no te aburre una sesión del Congreso sos un anormal: discursos de una hora sobre temas que ya están definidos y que nunca cambian nada”, le dijo en el 2006, mientras era diputado, al diario Clarín. No cambió de idea. Más aún ahora que, por su rol en la fundación FIFA, y por su condición de ex jefe de Estado, viaja a cada rato por el mundo.
Hace algunos meses, cuando el vínculo todavía no se había resentido tanto como ahora, el expresidente intentó forzar un acuerdo público para encarar el 2025 con una estrategia conjunta con el Gobierno. Que contemplaba, según trascendió, que el Pro liderara las listas en los distritos que gobierna y, por el contrario, liberara a La Libertad Avanza (LLA) para encabezar en el resto de las provincias.