La última decisión de la Corte Suprema completó para Cristina Fernández de Kirchner el panorama áspero que enfrenta en materia judicial: reabrió el camino del juicio oral en la causa Hotesur-Los Sauces. Se trata de un caso especialmente sensible, entre otras razones, porque involucra también a su hijo, Máximo. Y además, no constituye un hecho aislado, sino que agrega un renglón a su lista de malas noticias judiciales y se produce en un contexto que vuelve a colocar el foco sobre el vínculo entre política y corrupción.
En ese marco, la expresidente plantea como un tema del peronismo su defensa frente al reactivado panorama de causas judiciales. Toda la movida para coronarse como presidente del PJ expuso la necesidad de ir por un cargo formal que no aprecia. Y en ese tránsito, quedaron a la vista de todos y por primera vez los conflictos internos en las propias filas K, con el agregado del temor por el juego de los jefes provinciales. Ese conjunto, además, ya había quedado reducido después de las últimas elecciones y se achica ahora en el recuento de los más alineados.
La expresidente aprovechó los primeros encuentros del Consejo Nacional del PJ para afirmar un discurso cerrado contra el Gobierno, apuntado sin vueltas a consolidar su jefatura y achicar márgenes para manejos diferenciados, especialmente de legisladores atados a gobernadores. Pero además, insistió con un planteo específico sobre las causas que enfrenta. Reiteró que antes que una cuestión personal, expresan un “ataque” contra el peronismo. En otras palabras, el argumento para demandar alineamiento en su defensa.
Cristina tiene ese y otros motivos de inquietud para tratar de “ordenar” al peronismo: en primera línea, un mapa de poder territorial que debería recomponer, con el añadido, otra vez, del juego de desenganche de elecciones provinciales y nacionales.
El repaso que hace el círculo K es a la baja frente a cualquier punto de partida. La última sucesión de elecciones provinciales anotó siete distritos perdidos: Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, San Luis, San Juan, Chubut y Santa Cruz. El peronismo dejó de ser así el espacio político dominante en ese tablero. Pero además, resulta complicada la cuenta de actuales gobernadores del PJ si se mide en función del grado de alineamiento partidario.
Muchas gracias compañeros y compañeras. Quiero mandar un fuerte saludo al compañero Quintela, a todos los que integraron la lista Federales, a los distintos presidentes de los partidos que integran Unión por la Patria y al anterior Consejo del partido que tenían mandato hasta el… pic.twitter.com/Jbl4h5FtP7
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) December 12, 2024
Está claro que están tachados de la lista disciplinada los gobiernos de Catamarca, Tucumán y Salta, de juego directo con los operadores formales e informales de Olivos. Nadie cuenta a Córdoba, hay dudas sobre la experiencia K en Tierra del Fuego y recelos con provincias “aliadas” como Santiago del Estero. El recuento de oposición dura se reduce entonces a Formosa, La Pampa, La Rioja y -dato central, naturalmente- Buenos Aires.
El punto es que, precisamente en el principal distrito electoral del país, quedó al descubierto el primer quiebre serio en las propias filas del kirchnerismo. Dejó de ser una cuestión de matices o un problema de celos políticos entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Eso mismo se ha extendido a las apuestas y alineamientos de intendentes.
La movida de CFK para consagrarse al frente de la conducción nacional del PJ, lejos de ser un proceso automático, terminó por exponer abiertamente el conflicto con el proyecto presidencial del gobernador bonaerense. Es un elemento que pone en crisis un eje central del plan de la ex presidente: ser la figura opositora única en la grieta con Milei y blindar la interna en un esquema de polarización extrema.
Kicillof, de hecho, no se diferencia en la posición cerradamente opositora. Pero el imaginario de la competencia por la Presidencia, en el lejano 2027, lo coloca en disputa por la representación del peronismo/kirchnerismo y, antes, lo obliga a cuidar su distrito. Eso mismo alimenta las especulaciones sobre un desenganche de las próximas elecciones provinciales, para disgusto del núcleo K.
Cristina, en cambio, necesita apostar todo a los comicios nacionales, tanto que está en el análisis su propia candidatura en Buenos Aires. Se trata de la principal ficha. Y la expresidente transmite su señal al resto de los gobernadores peronistas. Es la prueba para los alineamientos, más allá del discurso.