La economista y directora de la consultora Eco Go, Marina Dal Poggetto, señaló recientemente que en Argentina se está observando “una pérdida de trabajo formal y un aumento del trabajo informal y monotributo”.
Según Dal Poggetto, esta transición hacia formas de empleo más precarias puede tener consecuencias negativas para la economía en general, ya que el trabajo informal no contribuye al sistema de seguridad social ni aporta impuestos al Estado. Esto puede llevar a una mayor desigualdad social y a un menor crecimiento económico a largo plazo.
“El Gobierno está usando el esquema cambiario para bajar la inflación. Y la baja en la inflación y la reactivación de la economía, montada en la expansión del crédito que está está generando este tipo de cambio cada vez más fijo, es lo que sostiene el caudal político de Milei. Y es lo que sostiene esta dinámica financiera que retroalimenta positivamente lo financiero, lo económico y lo político de cara al año electoral. Vamos a ver cómo sigue esa pulseada”, indicó.
Además agregó: “Yo siempre planteo un triángulo donde digo que cualquier programa de estabilización necesita los tres vértices en simultáneo. Uno es un programa macroeconómico, que básicamente consolida las cuentas fiscales y capitaliza el Banco Central. Un Banco Central que estaba quebrado. Con reservas muy negativas y un excedente de pesos en una economía que no quería pesos. Un programa micro, que te adapte la productividad sistémica de manera tal que puedas abrir la economía sin generar un desastre en términos de empleo. O sea, mantener la economía cerrada no es una opción si vos querés cambiar los precios relativos, y vos necesitabas subir tarifas”.
La situación del campo y el ingreso de dólares
Dal Poggetto se refirió a los reclamos del campo por el atraso en el tipo de cambio y explicó: “Lo primero que diría es que un tipo de cambio que se vuelve a atrasar con un precio de la soja que vuelve a ser muy bajo empieza a afectar la rentabilidad, no sé si de todo el campo en general, pero sí de los sectores más marginales”.
“El campo alertó de esta situación de manera muy pacífica hasta hace dos semanas atrás, cuando empezamos a ver algunos quebrantos. No necesariamente de empresas del agro, sino fundamentalmente de proveedoras del agro que, frente al cambio de régimen, tuvieron alguna dificultad para pagar parte de la deuda, de los pagarés”, aseveró.
“Y eso te vuelve a poner en agenda la situación del campo. Y más que una presión por una devaluación, lo que hay es una presión para bajar las retenciones. El gobierno en el final del año tenía dos mecanismos: uno era el impuesto país, que en principio desapareció, se había creado por cinco años y expiró el 24 de diciembre. Y el segundo mecanismo son las retenciones. Y desde el punto de vista macroeconómico habría sido más razonable bajar retenciones y dejar el impuesto país, por el nivel del tipo de cambio. Un impuesto expiraba y el otro, de alguna forma, te hace a la consolidación fiscal. Por lo tanto hay una dificultad para mantener el esquema tal cual está planteado”, dijo.
Paralelismo con los 90
Al referirse a las similitudes del actual plan económico con lo sucedido en los años ’90, argumentó: “Me parece que los 90 fueron muy largos. Sobre el final de los 90 hubo un precio de la soja particularmente bajo, 140 dólares que llegó a tener en el gobierno de De la Rúa con un dólar que se había atrasado. Argentina era cara en dólares, sobre todo después de la devaluación de Brasil en el año 99. Y lo que tenías era un sector que había acumulado un alto endeudamiento y llegaste al final de la convertibilidad con una situación muy complicada del sector. Mi lectura es que hoy la situación de deuda del sector es mucho menor, digamos este el problema de endeudamiento no está en la misma situación que en los los 90”.
“Sí creo que sí creo que cuando combinas el precio en pesos de la soja sin retenciones estás volviendo a niveles parecidos a los de fines de los 90. Con una productividad distinta, o sea, en vez de un salto en la productividad, tenés un deterioro en términos de caminos, en términos de infraestructura, en términos de presión impositiva adicional a las retenciones”,
También sostuvo: “Es uno de los sectores más competitivos de la argentina, sujeto a una presión impositiva particularmente alta. Una presión impositiva muy distorsiva, porque te cobran sobre el precio y no sobre la rentabilidad. Las retenciones son un esquema distorsivo, que eventualmente vos lo podés usar como un esquema transitorio cuando el tipo de cambio es muy alto, como fue después de la salida de la convertibilidad. O cuando el precio es muy alto, te diría que sobre todo cuando el tipo de cambio es muy alto en el arranque de un esquema de estabilización”.
Y concluyó: “El problema es que en Argentina las retenciones se mantuvieron por mucho más tiempo y generaron distorsiones”.