En el quinto piso del Palacio de Hacienda, las declaraciones son firmes. “Esta vez, no vamos a flaquear”, aseguran. El colapso global en los mercados financieros y el comercio, provocado por la nueva política arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no influirá -afirman- en la etapa final de las negociaciones que el país sostiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener dólares frescos que permitan capitalizar el Banco Central (BCRA).
Cerca del ministro de esa cartera, Luis Caputo, aún mantienen la esperanza de cerrar el nuevo Programa de Facilidades Extendidas (EFF, por su sigla en inglés) antes del 21 de este mes. Argentina busca que el directorio apruebe un nuevo préstamo de US$20.000 millones. Al menos, un 40% de esa suma sería el pago inicial -aproximadamente US$8000 millones- que recibiría el Tesoro y que se destinaría a capitalizar el BCRA.
En el ámbito económico, se reiteró la relevancia de los fundamentos -indicadores macroeconómicos clave- para enfrentar la actual tormenta que sacude al mundo. “No existe déficit fiscal, comercial ni emisión. Todo es distinto”, afirmó un destacado miembro del equipo económico al referirse a la reversión de flujos que experimentaron los países emergentes en 2018, cuando comenzó la crisis cambiaria bajo el gobierno de Mauricio Macri. En aquel entonces, no había cepo.
“Desde hace más de seis meses, el ministro ha estado advirtiendo a su equipo que el mayor riesgo era un choque externo. Lo planteó incluso ante los líderes del G20 en su momento. Los riesgos eran diversos, abarcando desde cuestiones geopolíticas hasta económicas y financieras”, informaron desde Economía.
“La mejor estrategia para enfrentar los choques externos es mantener una postura fiscal y monetaria más ortodoxa que nunca, lo cual es precisamente lo que ha estado haciendo el equipo económico, además de seguir fortaleciendo la situación financiera del BCRA”, añadieron desde el Palacio de Hacienda.
“En otros tiempos, esta volatilidad habría puesto en jaque al país, pero esta vez no será así, ni de cerca”, afirmaron.
“La perspectiva del Presidente y del Ministro siempre se ha mantenido al margen de las fluctuaciones a corto plazo. La atención está puesta en el largo plazo, y para lograrlo es esencial seguir avanzando en el fortalecimiento de los fundamentos económicos y en las reformas estructurales que se implementarán en el futuro. Aunque la incertidumbre a nivel global puede persistir, Argentina se encuentra hoy en una situación considerablemente distinta a la de años anteriores, lo que no alterará el camino económico”, concluyeron allegados a Caputo.
Un camino complicado
Tras un drástico ajuste del gasto y la implementación de un superávit financiero desde el inicio del gobierno, junto con una reducción de las tasas de interés y un proceso de reestructuración de la deuda que permitió disminuir el déficit cuasifiscal, la inflación mostró una notable desaceleración a pesar de la normalización de los precios relativos y la eliminación de controles. A finales del año pasado, la actividad económica comenzó a recuperarse, lo que mejoró la recaudación y los indicadores socioeconómicos. No obstante, los analistas siguen cuestionando si el país enfrenta un atraso cambiario que obstaculizará la acumulación de reservas. En efecto, se han perdido más de US$1800 millones en días recientes en medio de un cambio en el clima global y la incertidumbre sobre una posible modificación del régimen cambiario debido a un acuerdo que se está negociando con el Fondo Monetario Internacional.
A los ruidos internos se sumaron los externos tras las decisiones de Trump respecto al comercio global. En las últimas semanas, los dólares libres han registrado ligeros incrementos, lo que ha ampliado levemente la brecha cambiaria (26,5%) ante los desarmes del carry trade impulsados por la búsqueda de cobertura por parte de ciertos actores del mercado. El riesgo país, que comenzó el año cerca de los 500 puntos básicos, se sitúa ahora cerca de los 1000 puntos (960).
“Los anuncios de Washington del 2 de abril se produjeron en un contexto argentino marcado por la negociación entre el Gobierno y el personal del FMI, con un impacto mixto. Por un lado, la debilidad del dólar en el ámbito global podría aliviar temporalmente las presiones sobre la paridad peso/dólar, y la baja en la tasa de interés en Estados Unidos (bono del tesoro a 10 años rindiendo 4% anual) también es un dato favorable en términos de flujos de capitales”, comentó el economista Jorge Vasconcelos en un informe publicado hoy por el Ieral.
“A diferencia de la crisis bancaria de 2008, la Reserva Federal no parece estar dispuesta a intervenir para mitigar los efectos negativos de la guerra comercial sobre los mercados bursátiles y financieros. Mientras la Fed retrase su intervención, será complicado para los mercados emergentes atraer capitales financieros a corto plazo”, expresó Vasconcelos.
Respecto a la situación local, Vasconcelos añadió que la incertidumbre y la volatilidad en el marco global siguen en aumento, lo que resalta la necesidad de una mayor flexibilidad en los instrumentos de política económica. “Así, frente a cada nuevo shock externo, si Argentina adoptara un régimen cambiario de ‘flotación administrada’, el impacto se distribuiría de manera más equilibrada (o menos desbalanceada) dentro de la economía, moderando su efecto sobre el nivel de la tasa de interés doméstica y sobre la capacidad del país para comenzar a recuperar reservas externas en el BCRA”, concluyó en el documento del Ieral, finalizando con una pregunta: “¿Podría la emergencia de un escenario de guerra comercial global en esta primera semana de abril haber influido en las discusiones entre el gobierno argentino y el staff, favoreciendo un esquema cambiario más flexible? La respuesta, en pocas semanas.”