?Las mujeres de las pinturas de Robert parecen emerger de un onírico universo poblado de símbolos y enigmas, estableciendo un cautivante diálogo visual entre lo manifestado y lo secreto.
Una ajustada representación figurativa de sus emblemáticas niñas-mujeres contrasta con la gestualidad de los entornos en los que se abisman. Y este contrapunto entre lo icónico y lo plástico (magistralmente resuelto en variantes de textura y riqueza cromática), como en un juego de espejos enfrentados, crea paradójicas relaciones espaciales y ambiguos sentidos que invierten o cuestionan las percepciones de ?realidad? y ?representación?.
Figuras femeninas descriptas con objetividad y precisión, pero con un aura de misterio que las vuelve intangibles, y contextos inciertos cargados de profundas resonancias simbólicas, que llegan a parecer sueños materializados?, expresó Víctor Fernández, curador del Museo.