La mayoría de las veces, la descarnada verdad tiene la contundencia de un gancho a la mandíbula y su sonido está cargado de una melodía que resulta insoportable. La idea que podría describir más acertadamente el concepto sobre la sinceridad brutal se encuentra en una frase que el talentoso y excesivo cineasta alemán Rainer Werner Fassbinder pronunció poco tiempo antes de morir: ?Quizás se deba atravesar el infierno para llegar a un mundo mejor?.
Con palabras menos poéticas y más políticas, el jefe de la Policía Metropolitana (PM), Eugenio Burzaco, manifestó sus sensaciones y se aventuró a pronosticar el futuro, el sábado pasado, al analizar la labor realizada por la fuerza en su primer día de actividad, hecho que se produjo el viernes. ?No digo que nos espera un camino de rosas?, arrancó de manera sorpresiva el ex diputado nacional, ante la consulta mediática y casi sin darse cuenta de la absoluta honestidad que contenía su frase inicial, la cual se daba de bruces con las exclamaciones de júbilo pronunciadas por los líderes del macrismo.
Ese mismo sábado, el propio Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, había expresado: ?El viernes se vivió un día histórico para la metrópolis, ya que se hizo realidad una de las promesas más importantes, que Propuesta Republicana (PRO) enarboló durante la campaña electoral y, además, era uno de los anhelos más deseados por los vecinos de la Capital Federal?.
Sin embargo, Burzaco revirtió su lapsus inicial y recobró el tono políticamente correcto que cualquier dirigente emplea para la ocasión y continuó afirmando: ?Pero yo apuesto a que tendremos un buen diálogo con la Policía Federal y que se va a respetar el convenio que firmamos con la fuerza, el cual es la base fundamental para que la Metropolitana tenga éxito?. Así, la declaración final se complementaba con todo el operativo que el macrismo representó ante los medios de comunicación de la Ciudad y nacionales.
Con la puesta en marcha de la nueva policía se había cumplido uno de los logros de gestión más importantes de la administración porteña. Eso fue lo que esgrimían los operadores y voceros del macrismo ante cualquier interlocutor desprevenido. Y era cierto, pero sólo en una parte bastante minoritaria de la idea inicial, que el mismo Macri tenía en mente, al asumir la Jefatura de Gobierno.
Analizando objetivamente el lanzamiento de la fuerza policial, las conclusiones prácticas dejan mucho que desear y el tan candente tema de la inseguridad, que mantiene preocupada a la gran mayoría de los ciudadanos, sigue quedando en las manos de la Policía Federal. Y las escasas atribuciones con las que cuenta la Metropolitana, es decir, los delitos correccionales, las faltas y las contravenciones, demuestran de manera irrefutable lo afirmado en la oración anterior.
?Realmente lo que el Gobierno de la Ciudad presentó en sociedad se parece más a una Guardia Urbana que a la policía del distrito más importante del país. La fuerza está concentrada en la periférica Comuna 12. Los barrios que la integran, Villa Pueyrredón, Saavedra, Villa Urquiza y Coghlan, son zonas tranquilas, que poco tienen que ver con el barullo, el tumulto de gente, el caos de tránsito y la inseguridad que afecta a los barrios más cercanos al centro. La decisión tomada por el PRO de que la policía comenzara a trabajar en la Comuna 12 no tiene nada de inocente y está relacionada a la debilidad con la que nació la fuerza. La misma hubiera quedado muy expuesta, ante la opinión pública, de elegirse una comuna más conflictiva para actuar. El macrismo es consciente de que las atribuciones más importantes que tiene la Metropolitana se centran en el control de los puestos ilegales de venta callejera?, describió con imparcialidad de tercera vía ante Noticias Urbanas un ex comisario mayor retirado de la Policía Federal, que fue interrogado sobre el funcionamiento concreto y callejero, de efectivos porteños.
Para finalizar, la fuente consultada por NU esbozó una teoría sobre la causa madre que determinó la concreción de una policía tan debilitada: ?Las concesiones que tuvo que hacer Burzaco ante los jefes de la Federal y ante el propio padrino político de los ?federicos?, el jefe de Gabinete de la Nación, Aníbal Fernández, licuaron todo el poder y la autonomía con los que podía contar la Metropolitana, una fuerza que si se desarrollaba con las facultades que debe tener la policía de la Capital, sería una institución casi tan poderosa como la Federal, y eso era algo que su hermana mayor no estaba dispuesta a negociar. Pero los vecinos no evaluarán con tanta contemplación la acción de la policía local, y cuando haya un nuevo brote de inseguridad, pública y mediática, el macrismo deberá responsabilizarse ante la sociedad y Burzaco será el fusible lógico por ser su jefe y el hombre que encabezó las reuniones previas a la concreción de la fuerza?.
Agenda secreta
El hombre era consciente de que el cargo ministerial que aceptó ocupar era un fierro caliente. Pero había más. La mayor presión la recibió del jefe comunal, Mauricio Macri. La orden era de cumplimiento estricto. ?La Policía Metropolitana tiene que salir a la calle cuanto antes, no puede pasar del verano?, le volvió a recordar en tono imperativo a su flamante jefe policial, el Jefe de Gobierno, minutos después de que Eugenio Burzaco jurara como nuevo integrante de la administración PRO, la tarde del jueves 10 de diciembre.
Sin embargo, el tiempo no era el peor enemigo que mantenía el ex diputado nacional. El verdadero problema lo tenía con las autoridades de la Federal. Y su resolución se planteaba muy complicada. ?Cuando Burzaco se hace cargo de la policía porteña las relaciones entre el Gobierno de la Ciudad y los ?federicos? atravesaba su peor momento. Es más, no había relaciones porque se trataba de dos bandos opuestos. Luego de la renuncia del primer jefe de la Metropolitana, el ex comisario Jorge ?El Fino? Palacios, el propio Macri acusó judicialmente al kirchnerismo y a la Federal de encabezar una conspiración para impedir que la metrópolis cuente con una fuerza propia. Si a eso se agregaba que la nueva policía iba a nacer con grandes limitaciones para actuar, debido a sus escasas y menores atribuciones, Burzaco tenía la imperiosa necesidad de acordar con los azules, ya que si ellos no colaboraban o, aún peor, dificultaban el accionar callejero de los agentes, el fracaso de la policía de Macri sería bochornoso.
Un último dato complicaba aún más el panorama. Los convenios marco que debía firmar la administración porteña con la Federal, para delimitar las tareas de cada fuerza, debían contar con la firma final del Gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner.
Ante ese cuadro de situación, al jefe de la Metropolitana le quedaba sólo un camino: aceptar todas las imposiciones de los azules y su jefe político, el ultra-K y asiduo crítico de Macri, Aníbal Fernández?, le explicó a Noticias Urbanas un operador macrista que trabaja en el Ministerio de Justicia y Seguridad.
Públicamente, sólo se conoció la reunión que mantuvieron en el Departamento Central de Policía, ubicado sobre la avenida Belgrano, el jefe de la fuerza porteña y las dos máximas autoridades de la Federal, el comisario general Néstor Valleca y su segundo, el comisario general Jorge Oriolo. Aunque el encuentro fue importante, hubo otro que fue el crucial para posibilitar la salida de la fuerza a la calle y que no trascendió a los medios: Burzaco debió encontrase con el propio Aníbal Fernández.
?Cualquiera que conozca cómo funciona la familia policial, sabe que la decisión final sobre temas de esa importancia nunca la tienen ellos. Los ?federicos? no pueden actuar por su cuenta, ya que la institución depende del poder político y en este caso, el hombre que mantiene una estrecha relación con los azules, que por otra parte no es nueva, ya que el funcionario K fue el jefe político de los ?federicos? en la Presidencia de Néstor Kirchner, no es otro que Fernández?, contó ante NU un comisario inspector de la Federal al explicar las relaciones de poder establecidas en el área de seguridad de la Nación.
En definitiva, el macrista no iba a participar de un acuerdo sino a aceptar las exigencias de su adversario: sin la colaboración de los azules, la poli de Macri no podía poner un pie en la yeca. De esa manera, Burzaco se comprometió a no invadir las atribuciones de los ?federicos? y mucho menos a interferir ?en las cajas negras de recaudación ilegal de la fuerza?; además de dejar en claro que había sido desterrada la idea de Palacios de crear una policía con un poder similar a su hermana mayor y que se dejarían de reclutar por un tiempo ex federales, tentados por los ofrecimientos del Fino y un sueldo básico de 3.700 pesos que duplicaba el que pagan en la institución que depende de la Nación. Esta condición no era menor, ya que la fuga de importantes oficiales era un tema de mucha preocupación de Valleca y los altos mandos. En ese sentido, la sangría se confirma en números: el 70 por ciento de los integrantes de la Metropolitana provienen de la Federal.
Una vez que fueron aceptadas las condiciones impuestas por el poder político K, Burzaco participó del acto de firma del acuerdo marco, en el que también estamparon sus firmas Valleca y el ministro de Justicia kirchnerista, Julio Alak. Así se plasmó en el papel la disminuida operatividad que tendría la fuerza naciente, básicamente centrada en las contravenciones, dejando de lado los delitos que los porteños consideran los que más los afecta: robo, asesinato, etc.
Por si faltara una confirmación que avalara lo informado, el mismísimo Burzaco se encargó de dejar en claro quién seguía teniendo el control de la seguridad en la Ciudad.
En una declaración periodística que efectuó el viernes inaugural, el jefe de la PM mencionó, como al pasar, que ?entre las tareas diarias de los nuevos agentes, se incluye una, al final del día, que consiste en la confección de un detallado informe sobre todas las acciones realizadas por los porteños en esa jornada, para luego ser entregado al jefe de la Federal, Néstor Valleca?.
La afirmación del funcionario PRO provocó un gesto de sonrisa al comisario inspector de los azules consultado por NU. ?Este hecho marca con claridad que la Metropolitana carece de autonomía y en la práctica depende de la Federal. Es evidente que una fuerza autónoma de la Ciudad no debería dar ningún parte de sus actividades a nadie. Pero además, con este informe diario, los federales acceden a todos los movimientos diarios de los porteños y, de yapa, saben en qué procedimientos participaron, manteniendo de esa forma el control total de lo que sucede en las calles de la Capital Federal. A la luz de los datos no hace falta mencionar cuál es la fuerza que sigue manejando la seguridad en la metrópolis.?
El relato de situación coloca en un lugar de extrema fragilidad a Burzaco, un hombre que no mantiene una buena relación con su superior directo, el ministro de Justicia y Seguridad Guillermo Montenegro, y no se vincula con casi ninguno de los líderes macristas. Su único respaldo es el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
?Al aceptar el puesto, Eugenio sabía donde se metía, a pesar de que trató de retrasar la salida de la fuerza, él negoció con los jerarcas de la Federal el acuerdo para poner en marcha la Metropolitana y es lógico que si algo sale mal, él pague los costos políticos?, razonó ante Noticias Urbanas un legislador de PRO, con una fluida llegada al jefe comunal. La suerte está echada.