Podrían prorrogarse por segunda vez los contratos de la basura

Podrían prorrogarse por segunda vez los contratos de la basura

La morosidad en la que vienen incurriendo desde hace más de un año los secretarios de Medio Ambiente y Espacio Público ya se tradujo en una cuestionable prórroga de los contratos con las empresas de recolección de residuos. Pero la situación podría agravarse aún más, teniendo en cuenta que las empresas necesitarían alrededor de seis a diez meses para preparar un pliego que contiene mayores exigencias que el anterior


Las empresas que recogen los residuos sólidos urbanos que generan los porteños se encuentran situadas en medio de una inédita crisis. Como dato primigenio, podría decirse que en mayo de este año, el tonelaje de basura que recogieron cayó casi un 25 por ciento, comparado con el índice del mismo mes de 2001.

Pero, para agravar la situación, habría que agregarle a esta caída en los guarismos, la demora del Gobierno porteño en avanzar sobre el pliego de la próxima licitación. Máxime cuando los contratos -que fueron prorrogados por un año, que vence el 31 de enero de 2003- deben estar en manos de los oferentes a más tardar en el mes de agosto -y aún así, el tiempo restante sería exiguo- para que les sea posible elaborar sus propuestas a tiempo.

Si las autoridades del área de Medio Ambiente demoraran aún más la elaboración de los pliegos -que están listos desde hace casi un año, por lo que es incomprensible que el proceso licitatorio no se haya puesto en marcha todavía- es posible que los contratos de las empresas deban ser prorrogados por un año más.

El tiempo que es necesario para preparar una licitación depende fundamentalmente de las condiciones que se soliciten en el pliego. Si éste reclamara a las empresas la inclusión de las normas Euro 3 o Euro 4 -que tienen que ver con el ciudado del medio ambiente-, o si se exigiera que hubiera recolección diferenciada en una zona muy amplia de la Ciudad, el tiempo mínimo de elaboración de las propuestas empresariales sería de al menos seis meses. Si las condiciones exigidas fueran de menor cuantía, a su vez, el tiempo de preparación disminuiría proporcionalmente.

De todos modos, la morosidad en la que incurrió el antiguo secretario de Medio Ambiente y Espacio Público, Eduardo Ricciuti, parece haber contagiado a su sucesor, Eduardo Epszteyn. Esta demora debería redundar en un pliego extraordinario, pero será difícil que esto ocurra, porque nada está definido aún. Tanto la identidad del organismo que efectuará el control de las empresas, como la nueva modalidad del trabajo o el nuevo lugar en el que se dispondrán los residuos de la ciudad -habida cuenta de que Villa Dominico dejará de recibirlos a fin de año-, conforman una grilla de temas sin resolver demasiado amplia. Tanta morosidad sólo acarreará problemas crecientes y éstos, a su vez, mayores gastos a los sufridos contribuyentes porteños. Debería haber llegado la hora de una definición acerca de estos temas que tienen un impacto decisivo en la calidad de vida de quienen viven en esta ciudad.

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