Kirchner e Ibarra acuerdan, con un ojo en Duhalde y otro en Macri

Kirchner e Ibarra acuerdan, con un ojo en Duhalde y otro en Macri

Cuando se acerca la fecha del cierre de las alianzas electorales, los operadores principales del presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y del jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, estarían dándole las últimas puntadas a un acuerdo político para unir fuerzas en detrimento de su archienemigo, Mauricio Macri. En las listas resultantes, habría cuatro kirchneristas entre los primeros veinte legisladores porteños -dos entre los primeros 14 y dos más antes del número 20- y un diputado nacional en un puesto expectante. De todas maneras, el 24 de agosto se produciría el primer combate Kirchner-Duhalde, ya que éste habría decidido apoyar a Macri


Finalmente, luego de más de un mes de conciliábulos, el pedido que Mauricio Macri le efectuó al presidente de la Nación -que se mantenga neutral en la elección porteña- no le será concedido. El acuerdo entre Néstor Kirchner y Aníbal Ibarra, que está siendo afinado en estos días, hizo estallar una neutralidad que, dicen los que conocen al patagónico, nunca estuvo asegurada.

De todos modos, la confirmación de este pacto excede ampliamente el juego político en el distrito porteño. Significa, en realidad, el inicio de las hostilidades entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde, que decidió el apoyo a Mauricio Macri, a pesar de sus diferencias futbolíticas, ya que es sabido que el ex presidente provisional sangra por la divisa de Banfield, el "Taladro" del sur.

Una primera aproximación a esta movida fue la reunión que sostuvieron hace exactamente tres días Macri y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, que fue organizada por uno de los hombres de Duhalde en la Capital, Jorge Argüello.

En lo político, el acuerdo entre el patagónico y el porteño fue cerrado el martes último, pero los nombres que le darán marco se conocerán recién en los próximos días. De todos modos, es posible que el sindicalista de los operadores de radio, Héctor Capaccioli, sea uno de los elegidos por Alberto Fernández -que operó el acuerdo en nombre de Kirchner- para ser candidato a legislador porteño. Otro de los nombres en danza para ocupar un lugar en la lista de diputados nacionales es el del jefe de gabinete de Rafael Bielsa, Eduardo Valdés, aunque esto aún no está confirmado.

En la tarde del viernes, mientras tanto, se rumoreaba en los mentideros políticos que los acuerdos llegaban hasta las elecciones del 2007, en las que habría una fórmula presidencial Kirchner-Ibarra, en tanto que Alberto Fernández sería el candidato a jefe de Gobierno. De todos modos, esto es difícil de creer, ya que de por sí planificar a corto plazo en la Argentina es una tarea dificultosa, por lo que hacerlo a cuatro años se asemeja a la palabra imposible.

El actual secretario de Descentralización y Participación Ciudadana, Ariel Schifrin, que en los últimos tiempos había estado algo alejado del edificio de Bolívar 1 -donde dicen que tenía la captura recomendada y hasta había carteles con su rostro y la consabida leyenda: "vivo o herido levemente"- fue el arquitecto del acuerdo por parte del oficialismo porteño. Una vez más, como el Ave Fénix -y no el Gato Félix, al que convocó en su lugar alguna vez el intendente santafesino Carlos Martínez- Schifrin resurgió de entre sus propias cenizas.

EL CIERRE DEL ACUERDO

Para cerrar el círculo, este jueves estuvieron reunidos Kirchner e Ibarra en la Casa Rosada, acompañados por Alberto Fernández y por la hermana del jefe de Gobierno, Vilma Ibarra. Allí se decidió que el presidente asistirá el miércoles próximo al acto de entrega de 58 patrulleros que Ibarra le cederá a la Policía Federal, como puntapié inicial de una alianza que ambos esperan que les sume posibilidades a sus opciones.

La única limitación que exhibe el acuerdo llega desde Avenida de Mayo 525. Para ganarle a Macri, Ibarra considera imprescindible el aporte de "Lilita" Carrió, que tanta desconfianza le tiene a Kirchner que hasta alguna vez se atrevió a pedirle moderación. Esta situación no facilitará las cosas, pero el jefe de Gobierno confía en que podrá controlar tanto el aguerrido temperamento de la chaqueña, como la conocida dureza de los peronistas cuando negocian espacios de poder.

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