Resulta más que auspicioso que, finalmente, la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires alcancen un acuerdo respecto de avanzar en compromisos conjuntos en torno a la disposición final de los residuos domiciliarios que se generan en la región metropolitana, y en especial en la Ciudad Autónoma. Esto indudablemente es un avance, sin embargo, como lo venimos sosteniendo, el sistema de relleno sanitario con las características actuales, y mas allá de las tibias iniciativas que se han realizado en los últimos años, fundamentalmente desde la administración provincial y desde el Ceamse, no han dado un resultado positivo, este acuerdo abre la posibilidad de encarar con mayor profundidad aspectos que hacen a una revalorizacion productiva de lo que se genera y se desecha.
El problema de abrir nuevos rellenos sanitarios no radica solo en su ubicación geográfica y en los costos que debe asumir el Estado, el problema es de perspectiva y de reconvertir un sistema de rechazo en uno productivo, existen vastas experiencias en el mundo y numerosos estudios y trabajos desarrollados en nuestras universidades que dan cuenta que otro camino es posible.
Si a la decisión, muy saludable por cierto, de dos Estados trabajando juntos, se le suman nuevas perspectivas productivas que hagan de un relleno sanitario un polo productivo y se cumplen las metas de las normas de minimización en la generación de residuos en toda la región, habremos dado un salto sustancial en la creación de un sistema que no solo dé respuestas a la problemática ambiental, sino que además se proyecte hacia adelante, revirtiendo conceptos perimidos y dándole un sentido positivo a la inversión que se promete, además de respuestas concretas a nuestra población, que razonablemente, resiste la habilitación de nuevos rellenos sanitarios que reproduzcan el actual sistema de gestión.
La decisión política debe también avanzar en este sentido.