?Mientras corrés por la raya, vas pegando en las narices de todos los tipos que están en los palcos como traba de matraca?, describía el jugador Aristóbulo Luis Deambrosi, uno de los primeros emblemas de River en pisar terreno xeneize en 1940. Frases como estas, de personajes que en los 72 años de historia pisaron la Bombonera, se multiplicaron una y otra vez. Esa mezcla de sensaciones que causa en propios y ajenos convierte al mítico estadio en una de las citas obligadas para quien ande por la Ciudad, visite el barrio o guste ver un partido de fútbol.
Como ocurre con cada gestión, la que encabeza Daniel ?el Tano? Angelici desde diciembre pasado (momento en el que le ganó las elecciones al expresidente Jorge Amor Ameal) no está exenta de intentar transformar en realidad un irresuelto y viejo anhelo de dirigentes e hinchas de Boca: ampliar el estadio.
La idea es continuar con la propuesta que puso en marcha Mauricio Macri durante su presidencia a partir de 1996, momento en el que, entre otras novedades, se elevó la capacidad de la cancha a 57.503 personas. Para lograrlo, se demolieron los antiguos palcos que daban a la calle Del Valle Iberlucea y fueron reemplazados por una pequeña tribuna sobre la que se construyeron los nuevos y lujosos palcos.
Quince años después, el trabajo operativo del proyecto de ampliación está en manos del vicepresidente de la institución y legislador porteño del Pro, Oscar Moscariello. Hace semanas, el dirigente comenzó con los relevamientos en inmediaciones de la cancha y se entrevistó con un segmento de vecinos, los que viven detrás de los palcos y plateas preferenciales que dan a Del Valle de Iberlucea. El objetivo fue conocer el grado de probabilidad de compra de las propiedades para así demolerlas y dar lugar a la ampliación del complejo.
?El problema que surgió ?relató en diálogo con Noticias Urbanas? fue que muchos de los residentes son inquilinos, otros no tienen el título de propiedad en su poder o viven en condiciones poco regulares.? No fue impedimento, sin embargo, para continuar con el proyecto, que seguiría su curso con nuevas reuniones con los vecinos de las otras calles que rodean la Bombonera, delimitada también por Brandsen, Aristóbulo del Valle y las vías del ferrocarril.
En caso de contar con el aval total de los habitantes de la Boca, el siguiente paso sería llamar a concurso a estudios de arquitectos interesados en la construcción de las instalaciones. Recién en esta instancia se conocería el monto de inversión del proyecto. Los nombres que la dirigencia de Boca baraja son representantes con experiencia en América y Europa que trabajaron en la puesta en marcha de importantes estadios de fútbol mundialistas. Ellos serían, además, los encargados de concretar una iniciativa paralela de remodelación en Casa Amarilla, sobre la que todavía no hay mayores precisiones.
Hace unos meses y previo a asumir en su cargo, Angelici explicaba en una de las propuestas de campaña su deseo de poner a punto el estadio. ?Hay que recuperar espacios aislados, hileras de plateas cambiando algunas pendientes y hacer palcos nuevos?, explicaba. ?A las butacas de material de cemento hay que demolerlas y en su lugar poner asientos de plástico más chicos para tener más lugares?, agregaba.
Más allá de las intenciones que la comisión directiva tiene sobre la Bombonera, en Boca parecen no ser del todo optimistas con que la ampliación pueda concretarse y se debe, según lo expuesto anteriormente, a las dificultades para poder comprar las viviendas linderas y las posibilidades técnicas que permitan hacer remodelaciones sobre un predio añejo como este.
Por eso es que la comisión directiva tiene un plan B en carpeta: se trata de un moderno emprendimiento con capacidad para 75 mil personas (con mayoría de butacas) que estaría listo entre 2015 y 2016 y que, además del espectáculo deportivo, desplegaría una oferta gastronómica y comercial.
Tras algunos viajes y reuniones de dirigentes en búsqueda de inversiones, el capital lo pondrían empresarios asiáticos. De seguir esta línea, la antigua Bombonera se utilizaría para otros proyectos, por ejemplo, como estadio para recitales musicales.
En este contexto, y sin ser ajeno a la actualidad del club, el hincha dio su opinión sobre el futuro de la Bombonera. En los partidos, en las redes sociales, en charlas informales, más de uno protestó por los dichos provenientes de la presidencia. Es el mismo hincha que cada dos domingos va a alentar al equipo; el mismo que es socio al igual que su padre e hijo; es parte de la historia de la institución con las miles de anécdotas que ocurrieron en un solo escenario, se alegró y lloró y vio pasar un sinnúmero de figuras del fútbol. Reacio a mudar su pasión, expresa que no va a ir más a ver a Boca si juega en un nuevo estadio aunque lo edifiquen a pocas cuadras y en el mismo barrio. En este grupo, los plateístas son los más inflexibles.
Por otro lado, están el no socio y el socio adherente, nueva figura inventada por la actual dirigencia, con la que la entidad alcanzó los 100 mil asociados, que permite una apertura progresiva hacia la categoría de socio activo. Ellos cuentan con escasas posibilidades de ir a alentar a Boca a la Bombonera y sueñan con hacer su debut en el mítico predio o, en su defecto, ir a alentar a Boca en un nuevo estadio. Hasta el momento, 500 socios adherentes ya pasaron a ser socios activos con plenos derechos para ir a la Bombonera, y se espera que cada año el número ascienda a 2.000.
De un lado u otro el objetivo es el mismo. De los dirigentes dependerá que los medios para alcanzarlo conforme a todos. Una tarea más que difícil.