El corte quirúrgico que habitualmente logra la senadora Cristina Fernández de Kirchner entre el escenario y la calle no se impuso este lunes en el Segundo Encuentro Internacional de Derechos Humanos, donde la realidad, y la política, se colaron en el Teatro Cervantes. Primero fueron los piqueteros que pidieron la liberación de Raúl Castells y los quince presos detenidos durante los incidentes en la Legislatura, luego familiares de víctimas de Cromañón exigieron justicia. No obstante, la Primera Dama y sus invitados internacionales, el juez español Baltasar Garzón y el senador uruguayo Rafael Michelini, mantuvieron las formas como si no hubiese pasado nada.
Los más incómodos fueron los dirigentes piqueteros kirchneristas, entre los que estuvo Emilio Pérsico, del MTD Evita. Obligados a dejar las banderas en sus casas cuando se trata de actos de Cristina, debieron entrar entre los militantes de la Asamblea de San Telmo y del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), liderados por Nina Peloso, que logró entrar al palier del teatro. Allí hizo una improvisada conferencia de prensa, donde pidió que algún funcionario
Luego algún vidrio se rompió, el clima se tensó y se tranquilizó con el comienzo del acto, que debió postergarse más por casi una hora a raíz de los incidentes. Los cánticos, entre los que estuvo el ya olvidado “que se vayan todos” siguieron hasta el final del discurso de , cuando los piqueteros cantaron el himno y se fueron.
Sin embargo allí no acabaron los sobresaltos para los seguidores del Presidente. Los familiares de las víctimas de Cromañón, ni bien empezada la intervención de Garzón hicieron saber que estaban ahí. Los custodios de Presidencia los acompañaron hasta la puerta. Pero algunos familiares, bajo la expresa amenaza de gritar, lograron permanecer en las cercanías del escenario, hasta donde se acercó la senadora y sus invitados para calmar los ánimos, una vez finalizado el acto. Inmediatamente, el flamante ministro de Justicia, Alberto Iribarne, se hizo cargo de la situación.
No obstante, a la salida del teatro, un grupo de familiares de víctimas de Cromañón le arrojó huevos a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, que el jueves firmó una solicitada a favor del jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra.