Con Los combatientes, Vera Carnovale le dio una vuelta de tuerca a la historia del PRT-ERP a través de una investigación seria y profunda pero volcada en un desarrollo muy ameno a la hora de abordarla en la lectura. Aquí, los pormenores de la génesis de semejante trabajo.
?¿Cómo surge la posibilidad de hacer el libro?
?Es la consecuencia de mi tesis doctoral. El porqué de que mi tesis fuera el PRT-ERP es un camino un poco más sinuoso. No sé qué decir al respecto o por qué lo elegí. Lo que sí puedo decir es que quise estudiar historia por algo muy parecido a la pasión por la política. Y no me equivoqué, elegí bien. Cuando terminé la carrera, en el 97, estábamos en pleno menemato, con una desazón terrible hacia la política, y se acusaba al espacio académico de estar divorciado de los espacios políticos. Al mismo tiempo, me parecía que había otros espacios por donde la política pasaba y tenía más resonancia. Había salido el libro La voluntad, de Eduardo Anguita y Martín Caparrós. En ese momento, estaba en una cátedra de América Colonial pero quería volver sobre los 70. Me parecía que, como contraste de los 90, era una época muy marcada por la política. Dentro de lo que era el pasado reciente, la experiencia guerrillera me parecía particularmente importante porque era la menos estudiada. Lo que más capturaba la atención era la dictadura, el horror de los centros clandestinos, pero no tanto la experiencia guerrillera. Así que decidí estudiar esa experiencia, y dentro de esta tenía a Montoneros y PRT. Me pareció más asible una organización marxista-leninista que una peronista, por lo que elegí al PRT. Después fue todo mucho más por casualidad. Mi mamá me contó que un paciente suyo había sido del ERP por lo que agarré el auto y me fui a Rosario a verlo. Le toqué el timbre y él me abrió otras puertas para seguir investigando. Empecé la investigación sin ningún tipo de certezas, con más interrogantes que nada, con ganas de descubrir un mundo.
?¿El movimiento PRT-ERP ya venía con fecha de vencimiento?
?No, no creo en los destinos. Me inclino a preguntar por qué terminaron como terminaron y encuentro que ese final es, en gran medida ?por no decir toda?, consecuencia de la combinación entre el ideario, el imaginario, los mandatos y las prácticas. Ahora esta experiencia del PRT? Insisto, no me parece que los destinos históricos estén escritos. De hecho, el libro se llama Los combatientes porque soy de las que están convencidas de que en la historia hay lugar para los sujetos. Pienso que hay lugar para los imponderables, para los hombres y mujeres y la articulación entre ellos.
?¿Cuál fue el pecado del ERP? ¿Creerse la ?vanguardia iluminada??
?Sí, puede ser, pero intento correrme del ?error? y del equívoco que puede haber surgido de ideas que podrían haber sido muy interesantes de llevar a cabo.
?Pero, digamos, ¿qué pasos en falso se podrían identificar?
?Ahí tenemos la autocrítica partidaria que es bastante elocuente. Una de ellas es la continuación del accionar armado durante el gobierno de Cámpora, la instalación de un foco guerrillero en Tucumán y el asalto a Monte Chingolo en el 75. Estas acciones no estuvieron acompañadas por el movimiento de masas que se creía que podían llegar a tener. Ahí me interesa pensar por qué se comportó de esa manera. La marca guevarista es muy fuerte en este sentido. Después está la autocrítica que hizo Gorriarán Merlo, con lo que fue la ?versión oficial? de la derrota. El propio PRT y quienes lo cuestionaron hicieron hincapié en los errores, pero no se valoraron de la misma manera sus pronósticos cuando estos se cumplieron. La presencia de elementos de ultraderecha en el gobierno peronista y la retórica del propio Perón le estarían dando crédito a la lectura que hicieron de lo que pasó y lo que vino después en el gobierno peronista. Ezeiza, la caída de Cámpora, la Triple A, cómo llega Lastiri al Gobierno, porque a quien le correspondía en la línea de sucesión por el lado del Congreso lo mandan a no sé dónde. Paralelamente, se da la caída de Allende en Chile, que era la esperanza de la vía pacífica al socialismo. Es decir, hay elementos históricos, reales, que vuelven inteligibles estas apreciaciones.
?¿Puede ser que a Montoneros se lo esté reivindicando y al ERP no?
?Me he encontrado con mucho respeto hacia los integrantes del PRT así como con comentarios bastantes despectivos hacia Montoneros. Es muy variado todo. Depende de la matriz político-ideológica que juzga y mira. Lo que pasa es que se trata de una organización no peronista, marxista-leninista, que para el imaginario peronista no deja de tener elementos ?externos? y ajenos a la tradición nacional y popular, como se dice ahora. Recordemos también que en los 70, la llamada izquierda nacional fue bastante despectiva con todo lo que era la tradición teórica. Casi antiintelectual, te diría. Igual, me he encontrado con mucho respeto en general más allá de las habituales chicanas que suele haber.
?Además, la cúpula del ERP no recibe las críticas que sí recibe la de Montoneros.
?Sí, es cierto. La conducción de Montoneros está mucho más criticada que la del PRT. De todas maneras, prefiero pensar qué hay en común y qué hay de sistemas de creencias compartidas entre la conducción y la base en el conjunto entero de la militancia. Por supuesto que quien está a cargo de una organización debería contar con mayores responsabilidades con respecto a la política elegida. Lo que a mí me interesa destacar como historiadora es por qué esa conducción es venerada en un momento determinado; qué sistema de creencias comparten dirigentes, cuadros medios y la base. Eso es lo que me interesa pensar, el conjunto, el grupo.
?Pero se dice: ?¿Viste cómo terminaron??. Firmenich está sospechado y Santucho, no.
?Santucho murió.
?Sí, pero nadie duda de Santucho.
?Correcto, pero acá se juntan varias cosas. En principio, hay algo clave que son los que sobreviven y logran reinsertarse en el aparato institucional, que van a cargar siempre con la sospecha. La dirección del PRT muere muy tempranamente por lo que, de alguna manera, no digo que los exculpa, pero no va a pesar sobre ellos la sombra de la sospecha. La figura del sobreviviente, y más cuando es de la dirección, es una figura muy complicada. De Gorriarán Merlo se han dicho infinidad de cosas.
?¿Qué figura te llamó la atención dentro del PRT?
?No estuve buscando figuras pero me gustaría investigar más a Gorriarán Merlo. Primero, porque además de todo lo que se dice, uno podría ver que el final de todo esto, que sería La Tablada, encierra más incógnitas que certezas. Además, la gente que militó directamente con él le guarda muchísimo cariño, más que respeto, que no es lo mismo.
?¿Y Santucho?
?No me intriga tanto porque condensa, en el imaginario partidario, todos los valores que tiene el modelo ideal de militante. Conozco muchos militantes que estuvieron con él y dan cuenta de esta doble mirada del dirigente y el hombre. Por eso no me interesa tanto el tema de ?la figurita?. Ahora estoy en contacto con el hermano para ver si hacemos un proyecto. No son las figuras ni las conducciones las que explican las historias, y si me intriga alguna figura es por una cuestión de curiosidad personal. La pregunta no es por Gorriarán, Santucho o Firmenich sino cuál es el sistema de creencias compartidas que se pueden condensar en un libro.
?¿Hoy quién continuaría con estas ideas?
?Es muy difícil esa pregunta. Lo primero que habría que marcar es la diferencia enorme entre el horizonte de la revolución y el horizonte actual. Sobre todo porque el escenario de la revolución cayó en el mundo, con lo cual los lineamientos políticos y las expectativas son otras, así como las tradiciones ideológicas que nutrieron a la revolución están en descrédito. No tienen tanta atracción como antes. Sin embargo, también es cierto que esa generación, a través del ejercicio de la política en niveles institucionales, logró algunas de las cosas de la agenda de la revolución. Por otro lado, me parece que es evidente que la propia ambición de participar en las instituciones estatales implica una ruptura con la tradición revolucionaria que lo que quería era romper y enfrentarse con ese Estado. Antes era romper esa forma de dominación capitalista y ahora se forma parte de ella, pero se negocia. La palabra negociación aparece como algo positivo. Sin embargo, las marcas que dejó el ideario revolucionario son mucho más profundas de las que se ven a simple vista. Esas marcas que perduran son las que se activan para ver la experiencia setentista. Hay mucho silencio todavía, que es producto de estas marcas casi afectivas más que ideológicas.
?¿Por qué hay silencio entonces?
?La revolución otorgó sentido. Si uno tuviera que cuestionarlo todo, sería muy frágil ese sentido. Es una experiencia en la cual estuvo el sentido de miles de vidas y de muertes. Es una historia de un enorme sufrimiento humano. El revisar con sentido crítico la totalidad de esta experiencia no puede menos que generar resistencia. Si pensás en aquellos militantes comunistas de toda la vida, con la caída del Muro, se vino la desolación.
?Entonces, es una cuestión de identidad.
?Absolutamente. Las identidades revolucionarias, militantes, son identidades totales. Perder esto es perderlo todo. Los amigos son del partido, las parejas son del partido, las lecturas son del partido, las salidas son con el partido. Entonces, si hay una sospecha, una duda y si hay cuestionamiento, no hay sentido. Si no hay sentido, todo esto se derrumba. Solo el que conoce la experiencia militante desde adentro sabe bien lo que es el profundo quiebre subjetivo que representa para esta persona el ser expulsada o el fracaso. Además, la disparidad entre las expectativas y los resultados. Eso es un abismo, es trágico.
?Algunas manifestaciones de Quebracho reivindican ideas de los 70. ¿Creés que hay una línea de continuidad?
?No, para nada. Hay un dato fundamental que es el escenario donde transcurren los hechos. Si, por ejemplo, a la Presidenta se le ocurriese guillotinar gente, ¿se puede trazar una línea con la Revolución Francesa? La verdad es que, así como hay lugar para sujetos en la historia, hay lugar para todo tipo de sujetos, incluso los trasnochados. No me parece que tengan nada que ver. Las experiencias que estudio están en un contexto determinado y cobran su sentido a partir de ese contexto. Fuera de ese contexto, es otra cosa. El último coletazo de la experiencia revolucionaria armada fue La Tablada.
?Montoneros volvió con ciertas reivindicaciones, pero el PRT no.
?Seguro, pero tenés muchos militantes del PRT que se incorporaron a desarrollar diversas tareas dentro del Estado con la llegada del kirchnerismo, llevando adelante políticas públicas en relación a los derechos humanos. Es una tradición que se reconfiguró, que adquiere nuevas formas y prácticas. Ahí, por ejemplo, Quebracho no tiene nada que ver. Una cosa es quienes se han reconfigurado, con ideas aggiornadas pero con las mismas intenciones referidas a la igualdad, el respeto por el ser humano. Esa tradición que busca igualdad con humanismo. Estos pueden encontrar en esferas estatales, ONG u otros espacios de militancia, espacios para seguir adelante. Otra cosa son aquellos que, apegados literalmente, ven que el tiempo pasó y siguen en lo mismo.
?¿Qué repercusiones tuvo respecto del libro?
?Muchas más de las esperadas. Se reeditó a los dos meses de haber salido, lo cual me sorprendió mucho. Sé de gente a la que le gustó y me sorprendió que le haya gustado; gente con la que esperaba más rispidez pero no la hubo. Quizá leyó lo que quiso (risas). Me dijeron que el libro generó mucho debate y eso es lo que más me gusta, patear el avispero. Además, con una visión histórica, sin centrarlo en una figura ni hacerlo novelesco. Es un libro que viene del campo académico, con lo cual es un poco extraña la difusión que tuvo pero me puso muy contenta en términos de repercusión. Sí me dio un poco de susto porque se juega el sentido de muchas vidas y muertes. Por otra parte, me sentía con un poco de deuda personal con todos aquellos que brindaron su testimonio y que pueden no estar de acuerdo con la interpretación que hago de esas palabras.