“Hoy al rock le falta rebeldía”

“Hoy al rock le falta rebeldía”

Músico versátil, acompañó, entre otros, a Charly, a Cerati y a Andrés Calamaro. Este año editó Al Limiti del Mondo con Fernando Kabusacki. Sus planes y sus viajes en motocicleta.


Sama está a full: entre viajes, proyectos. más proyectos y un disco lanzado en tándem con el guitarrista Fernando Kabusacki, a quien conoce desde hace años. El ex baterista de Charly García eligió el Bar de las Madres para encontrarnos y allí fuimos. Lo que sigue es parte de una charla que se extendió por cuarenta minutos. ?¿Cómo ves el rock en la actualidad? ?Internacionalmente está ocurriendo algo raro, ya que se valora más la reunión de un grupo del pasado que el surgimiento de uno nuevo. Estaría bueno que viniera una generación que considere que las baterías vintage y las guitarras Les Paul del 68 son algo arcaico; que utilicen instrumentos novedosos y que hagan sonidos nuevos. Cuando salieron esos teclados en los 80, aparecían sonidos que nunca antes habías escuchado. En los 90 también surgieron tecnologías novedosas, pero parece que las de 2000 y los años 10, que recién comienzan, tienden a tener un banco de sonidos de instrumentos antiguos. Por eso sería saludable que apareciera una generación que se rebele. Que los hijos consideren que la música que escuchan sus padres es antigua y busquen una nueva para ofrecerle a la humanidad. ?Suele decirse que si los hijos van con sus padres a un concierto de rock es porque algo anda mal en el género. ?Se puede interpretar así. La rebeldía del rock hace mucho que está absorbida por el sistema industrial. Digamos que ya es relativo hasta el concepto de ?rebelde?. Cuando escucho distintos elementos como MGMT, Fever Ray o The Knife, hay cosas que me hacen pensar que vienen nuevos sonidos, nuevas estéticas. Pero me gustaría que haya un corte mucho mayor. Es posible que muchas de las cosas que se consideran ?actuales? tengan una reminiscencia demasiado explícita de otras que sucedieron hace mucho tiempo. No es lo mismo ver la estética de una persona estando en California en el 68 que verla ahora. ?Quizás lo que falta es un nuevo cambio cultural, en el que la música sea sólo una de sus expresiones. ?En ese caso, eso les corresponde a los jóvenes. Siempre voy a estar a favor de las nuevas generaciones, dejándoles disponible el lugar. Las personas entre los 18 y los 25 años son los que logran ese despertar y esa explosión expresiva. Y son los que tienen más derecho a considerarse los dueños de una época. ?Hablando de viejos instrumentos, ¿cómo fue tu aproximación al bandoneón? ?El sonido del bandoneón está implícito desde mi niñez. Lo tengo incorporado desde siempre. Quizás, el hecho de haber leído los tres tomos de La historia del tango, de Horacio Ferrer, y descubrir esa bohemia juvenil que tenía el tango me hizo interesar muchísimo por esa Buenos Aires que desconocía. Comprendí su similitud con cierta vida rock que uno tenía. Y supe que en el momento de componer música quería tener ese vínculo con Buenos Aires, una ciudad que me parece fascinante. Además el bandoneón es un instrumento que puedo trasladar a cualquier lugar del mundo y me permite tener un contacto directo con mi ciudad, esté en el hemisferio en el que esté. ?¿Cuando empezaste a tocarlo? ?En el 89. Tuve un gran maestro, que me tuvo una paciencia increíble, que se llamaba Carlos Lázzari, quien fue que me impulsó a estudiarlo más seriamente. Creo que fui su peor alumno [risas]. Y también Yoshinori Yoneyama, que tocaba con Leopoldo Federico, me ayudó mucho. Tuve mucho contacto con el mundo del tango y de la noche por entonces, que es algo que agradezco porque me hizo estimular esa pasión. Pero a la vez, soy músico de rock. Y también me gustan la música árabe y el jazz. Al final, uno termina respondiendo a todos esos estímulos, y a la hora de grabar, te sale todo junto. ?Contanos acerca de tu reciente trabajo con Kabusacki. ¿Cómo fue el proceso de composición de los temas? ?La posibilidad de hacer el disco siempre estuvo, desde que nos conocimos, allá por 1995. La premisa fue componer piezas instrumentales en lugar de hacer improvisaciones en estudio. Teníamos otra premisa implícita: que los temas se construyeran desde las guitarras. Me interesaba la idea de que hiciéramos algo distinto a lo que ya hacemos por separado. No quise usar el bandoneón pero sí el vibráfono y percusiones marroquíes y egipcias. Todo sumado a la batería. ?¿Cómo piensan encarar la presentación del disco? ?Pensamos incluir en un show parte del trabajo solista de Kabu, mis experiencias con bandoneón y, en el medio, el trabajo conjunto. Creo que la presentación será para agosto, pero no hay lugar definido. Estamos hablando de darnos el gusto simbólico de hacer sonar en vivo lo que grabamos en la soledad del estudio. ?Vos acompañaste mucho tiempo a Charly García, ¿qué te dejó esa experiencia y cómo ves su presente? ?Éstas son las preguntas más difíciles de responder. ?Y las que, seguramente, más veces habrás respondido. ?A ver? Simplemente? el hecho privilegiado de haber podido vivir un montón de cosas que tienen que ver con ese ímpetu que soñaba cuando era niño, cuando empezaba con el instrumento, va a ser algo que va a quedar en mi corazón de por vida. A Charly no lo veo desde su cumpleaños, en octubre pasado. En ese momento lo vi bien. Allí hicimos una especie de zapada, en la que estuvieron el Zorrito, el Negro, Hilda y Juanse. Él ya hizo muchas cosas en su vida. No sé. No estoy demasiado en contacto como para poder evaluar nada. ?Hablanos un poco del Sexteto Irreal, la banda que compartís con Axel Krygier, Christian Basso, Alejandro Terán, Javier Casalla y Manuel Schaller. ?Es el grupo de hermanos que no tuve porque soy hijo único. Son las personas con las que sabés que vas a tocar hasta que dejen de arder las velas. Nos conocemos desde la adolescencia y hemos compartido un montón de proyectos. Tuvimos la preciosa idea de hacer un disco con el cual quedamos muy contentos. Fue una de las experiencias más lindas que viví el año último. También estuve grabando con Daniel Melingo y Willy Crook la música incidental del film Verano Maldito, de Luis Ortega, que fue una gratísima experiencia; y ahora estoy componiendo la música de En Nueva York, el primer film de Martín Piroyansky. Otras buenas experiencias fueron tocar con Pablo Dacal y con Marcelo Ezquiaga. Con Rosario Ortega hicimos unos shows el año último y vamos a seguir tocando. Estoy tratando de mantenerme en mucho contacto con el mundo musical. A la vez, sigo con la costumbre de hacer viajes en motocicleta por el país. Son experiencias muy enriquecedoras, en las que conocés la nobleza de la gente humilde y sentís el impacto visceral con la naturaleza. Me parece maravillosa esa posibilidad de libertad. El viajar es lo más nutritivo y enriquecedor que uno puede vivir.

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