“Righi defiende la presunción de culpabilidad”

“Righi defiende la presunción de culpabilidad”

El cineasta cuestiona con dureza al procurador nacional y a la Policía Federal. Y enfatiza la necesidad de controlar a la fuerza e investigar la desaparición del pibe Luciano Arruga.


?Si dejamos pasar este precedente, la presunción de inocencia nos la quitan a todos?, enfatiza el médico, piloto de avión y cineasta Enrique Piñeyro. Se refiere al nudo de su documental El Rati Horror Show, que se estrenó el jueves pasado, aquí, en Buenos Aires, y que fue presentado en el Lincoln Center de Nueva York.

El film se centra en las desventuras de Fernando Carrera, un joven comerciante que en enero de 2005, al intentar cruzar el Puente Alsina hacia la provincia a bordo de su Peugeot 205 blanco, se topó con un Peugeot 504 negro que giró en ?U?. El Peugeot negro estaba tripulado por hombres de civil ostensiblemente armados, que le apuntaban y le gritaban. Acaso creyendo que querían robarle el auto, Carrera también giró en ?U? y huyó por la avenida Sáenz a contramano mientras le disparaban 18 tiros. Le acertaron ocho.

Increíblemente, no lo mataron. Pero uno de los balazos le dio en la mandíbula y lo dejó groggy. Con lo que su auto, luego de atropellar a dos mujeres y un chico, se estrelló contra una camioneta Kangoo. Los perseguidores de Carrera eran policías de la Comisaría 36, que estaban detrás de asaltantes que se desplazaban ?era todo lo que sabían? en un auto blanco. Desde entonces, Carrera está preso en Marcos Paz,
acusado no sólo de haber respondido a tiros con un fantasmagórico revólver al fuego policial, sino también de haber consumado lo que los medios llamaron ?La masacre de Pompeya?: la muerte de una joven mamá y de su hijito.

Los medios ayudaron a los policías a preparar la escena. ?Cuando ves en la película las versiones que echó a rodar el periodismo, no lo podés creer. Un movilero mirando a cámara expresa: ?Se está diciendo por estas horas que los criminales atropellaban a propósito a la gente para distraer a la policía?. ¿Quién puede decir semejante disparate? Nunca se lo aclara.

"Y resulta obvio que un delincuente que quiere huir jamás atropellará gente a propósito. Porque eso le puede inutilizar el vehículo?, comenta Piñeyro, que afirma no tener la menor duda acerca de la inocencia de Carrera y se esperanza con que la película lo ayude a recuperar la libertad.

Además de los efectivos de la seccional 36, que tienen un largo historial de abusos, entre éstos la muerte del adolescente Ezequiel Demonty, al que sus efectivos obligaron a arrojarse al Riachuelo a pesar de que imploraba que no sabía nadar, la bête noire de Pineyro es el procurador general de la Nación, Esteban Righi, a quien acusa de haber institucionalizado ?la presunción de culpabilidad?.

?Es difícil ubicar al Bebe Righi como un protector de las policías bravas. Fue ministro del Interior del efímero presidente Héctor Cámpora en 1973 y debutó diciéndole a la plana mayor policial, en el patio de las palmeras del Departamento Central de Policía, que ya no volverían a torturar ni reprimir al pueblo. Los grupos de tareas de la dictadura lo odiaban.
?Eso fue hace 37 años. Pero ahora Righi defiende la presunción de culpabilidad. Dice en un párrafo que si bien a Carrera (los testigos) no lo reconocen en la rueda (de sospechosos), esto no prueba ?su ajenidad al hecho?. ¡¿Cómo?! ¿Ahora hay que probar que uno es ajeno a un delito? ¿Desde cuándo? ¿No es al revés, que hay que probar la culpabilidad?

?¿Eso lo escribió Righi?
?Se lo hizo firmar a su segundo, (Luis) González Warcalde, pero a los fines prácticos es lo mismo. Es como si yo, cuando era piloto, hubiera estrellado un avión: no es posible echarle la culpa al copiloto ?argumenta Piñeyro, que hace once años renunció a su trabajo en LAPA, poco antes de que un avión de esa empresa se despistara en Aeroparque con un saldo de 63 muertos. Ése fue el disparador de su primer largometraje, Whisky Romeo Zulú. Luego hizo Fuerza Aérea Sociedad Anónima, que en varios sentidos fue la continuación de aquél?.

Piñeyro dice que la Policía Federal está fuera de órbita, descontrolada. ?Asuntos Internos está haciendo un sumario por día. Por robos, secuestros extorsivos, estafas, armado de causas. Al paso que vamos, el año terminará con alrededor de 300 sumarios?, señala. Y añade que, a su juicio, hay evidentes lazos comunicantes entre esta realidad y lo que ocurría durante la dictadura, cuando él estudiaba medicina. ?Son estas similitudes las que me inquietan?, dice.

Y vuelve al ?auto de civil, sin identificaciones, desde el que se grita una voz de alto y, si no se la acata de inmediato, ahí nomás comienzan los disparos. Es algo completamente inaceptable en un Estado de derecho. Los autos no identificables son para hacer seguimientos o procedimientos encubiertos, pero a la hora de llevar adelante un arresto, de abordar a un ciudadano, tiene que hacérselo usando un patrullero, un móvil identificable, con gente identificable, de uniforme?.

Está lanzado. Señala que ?tenemos autos de civil que te interceptan y te tiran; tenemos un procurador general que defiende la presunción de culpabilidad del tiroteado y tenemos un pibe, Luciano Arruga, que desapareció en una comisaría (en realidad, en el destacamento policial de Lomas del Mirador, La Matanza, adonde fue visto por última vez el 31 de enero del año pasado). Son tres hechos gravísimos. Son tres pilares de la dictadura. Indican que en la medida en que no se haga nada terminaremos en un Estado policial?.

?Prueba de ello ?continúa?, es que cuando desapareció Julio López, llenamos la calle de fotos suyas. Pero cuando desapareció Luciano Arruga, nadie abrió la boca ni hizo nada. ¿Por qué? El motivo es obvio: porque Arruga desapareció en una comisaría. Es gravísimo que un pendejo de 17 años desaparezca en una comisaría y nadie haga nada. Es gravísima esa aquiescencia estatal: ¿por qué desaparece Julio López y la calle y hasta los patrulleros se llenaron de carteles con su cara y, en cambio, desapareció Luciano Arruga y nadie hizo nada? El motivo es obvio: porque desapareció en una dependencia estatal.?

Si bien Piñeyro acepta que hubo cambios notorios en el accionar policial durante estos casi siete años de gobiernos kirchneristas (por ejemplo, que nunca se hayan reprimido protestas sociales), puntualiza que hubo un punto de inflexión con la irrupción en escena del (falso) ingeniero Blumberg.

?Inicialmente fue un reclamo muy justo y conmovedor, pero enseguida se transformó en un sentido clasista, en un ?no tienen que matar a los chicos rubios, de ojos claros y de San Isidro?. Porque fue el propio Blumberg el que dijo que Sebastián Bordón estaba borracho y que atacó a la policía, y que la policía ?actuó mal e hizo cosas que no debía? ?esas fueron sus textuales palabras?. Como por ejemplo, matarlo. Pero Sebastián Bordón no estaba borracho ni drogado. Y aunque lo hubiera estado, ¿qué? ¿O es que si uno se emborracha eso justifica que lo asesinen??.

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